La palabra Demiurgo significa “Constructor, Artífice” y es habitualmente referida, en términos cosmogónicos, en relación con el surgimiento y formación de los Universos: Fue usada por los antiguos y más notables filósofos griegos, como por ejemplo Platón y, a partir de ahí, por diferentes escuelas y autores, con mayor o menor propiedad. Como sea que Platón expone, en la medida de lo posible y bajo los necesarios velos, partes relevantes de la Ciencia Espiritual, es normal que, en la exposición de la Cosmogonía Oculta, se recurra a veces a esa palabra.
Se podrá pensar
inmediatamente que “Demiurgo” designa, entonces, a Dios Padre Creador de
todo cuanto existe, y sin embargo esa es una formulación simplista e
incorrecta, que no puede, sin más, ser suscrita por la Sabiduría
Esotérica. Hay inmensas cuestiones y vertientes a ponderar. Ciertamente,
no podríamos (aunque lo supiésemos) exponerlas todas. No en vano, no
vamos a eludir algunas de las principales.
Toda la Humanidad es digna de compasión; aunque individualmente considerados, seamos, en muchas ocasiones, mezquinos. Gran parte de los seres humanos se asemejan a muñecos de cuerda. La imagen puede parecer algo dura, pero intenta ilustrar una actitud muy vulgarizada: las personas surgen en este mundo, se mueven mucho, hacen y dicen muchas cosas (un número considerable de las cuales, tal vez, inútiles); sin embargo nunca se preguntarán por qué y para qué están aquí; qué es eso que en ellas palpita, que les permite moverse, pensar, tener sentimientos; qué sentido real y profundo deben de tener sus existencias. Cuando lo hacen, en gran parte de los casos rápidamente se entregan en los brazos de alguna creencia más o menos simplista o, cuanto más pertinaces son, se convierten en fanáticos de ésta o aquella Iglesia (o de cualquier otro sucedáneo). Desgraciadamente es raro el investigador genuíno, que busca incesantemente la verdad, que no tiene miedo de enfrentarse a las preguntas y a ver el mundo tal cual es, que exige respuestas profundas, firmes y consistentes.
No obstante, al presumir que los lectores de “Biosofía”, por el tipo de temáticas sobre las que muestran interés, han de ser dados a la reflexión, pensamos que no constituye ninguna exageración afirmar que seguramente ninguno de nosotros, al menos una vez en la vida, haya experimentado una sensación de dolor, de sufrimiento, de vulnerabilidad o de verdadera tristeza. Esto sucede particularmente en los momentos más críticos, cuando somos asaltados por una enfermedad, por un problema personal, por la muerte de algún ser querido; también cuando observamos los horrores del mundo que nos rodea, especialmente en el siglo pasado (y que también comienzan en el recién iniciado), en que la humanidad viene realizando grandes conquistas científicas y tecnológicas, pero que con ello construye medios de destrucción auténticamente asombrosos, y en que, aquí y allí, se cometerán iniquidades que nos hacen casi desfallecer de horror al tener conocimiento de ellas; cuando constatamos el océano de dolor y de locura en que la humanidad en general está inmersa; cuando en fin “apenas” sentimos aquella angustia, aquella insatisfacción, aquel vacío fundamental que tantas veces nos acompaña en el día a día…
En esas ocasiones, en alguna fase de nuestra vida, seguramente nos habremos interrogado si no existe un Dios en el “Cielo”, o, si existe, por qué permite que estas cosas puedan suceder en el mundo…
El problema del mal
Más aún: cuando vemos que no solo a nosotros, humanos, nos afecta el dolor y la miseria, sino que el sufrimiento puede ser tan cruel y brutal también entre los animales, en su lucha por la supervivencia; cuando vemos que hasta en el reino vegetal hay destrucción, cuando observamos que, en
De hecho, si existe –si existiese- un Dios simultáneamente Absoluto, Creador, Todopoderoso e infinitamente Bueno, ¿cómo es que no quiso o no puede hacer un mundo mucho más perfecto (es decir, infinitamente perfecto) y feliz (es decir, infinitamente feliz, bienaventurado) que éste? 3 .
Respuestas incoherentes
La teología de las Iglesias Cristianas se ufana –literalmente 4- de tener una respuesta para ese problema. Sintetizando, su posición es ésta: Dios es una Persona –que es también tres personas 5- distinta del mundo, que creó de la nada (concepción teísta), de la misma forma que crea a las almas humanas (pues los animales, por ejemplo, no tendrían alma) cada vez que es concebido un cuerpo al que se va asociar. Dios creó al hombre para ser feliz en este mundo, aunque siempre en una condición limitada. Al haber sido tentados por el demonio a ser idénticos a Dios, para lo cual comieron del Arbol del Conocimiento del bien y del mal, remotos antepasados nuestros habrían cometido el pecado original, motivo por el cual tenemos que sufrir -¡y mucho!- en este mundo (así lo interpreta el primer libro de
¿Difícilmente alguna vez se concibió una idea tan incoherente, disparatada y ofensiva para el más mínimo sentido de la justicia y de la lógica?. Y si no veamos:
1) Existiendo un Dios personal, infinitamente justo, creador y gobernante moral del Universo, donde interviene siempre que le parece conveniente 6 –que es lo que sostienen todas las teologías- ¿de qué modo podemos entender y aceptar que millares y millares de generaciones de seres humanos, muchos miles y miles de millones de hombres y mujeres continúen sufriendo las consecuencias de un hecho al que no contribuyeron, dado que no existían en el momento en que ese hecho fue –por otros- llevado a efecto (recordemos que las Iglesias cristianas no aceptan la idea de la preexistencia de las Almas, de
Muchas veces nos preguntamos cómo es que tales “explicaciones” pueden ser concebidas o aceptadas, y solo encontramos dos razones: el fanatismo retorcido y mal informado de algunos (los inventores de tal historia) y la indiferencia del ciudadano común ante cualquier espiritualidad profunda, que de hecho no toma en serio y que por eso no cuestiona, como lo haría si estuviesen en causa, por ejemplo, valores monetarios que le afectasen. En ese caso, y porque la cuestión sí le importaría, vislumbraría inmediatamente la inmensidad de tal injusticia…
2) Si Dios es omnipotente e infinitamente bueno y hace a todas las criaturas como el quiere, ¿por qué ha concebido a un ser limitado como el ser humano, incluso en su estado original de gracia?. Y por qué crea seres, como los animales, condenados también al sufrimiento –y, según tal teología, a la extinción-, y no obstante tienen sensibilidad al dolor, emociones, sentimientos y hasta inteligencia?.
3) A esto pueden unirse multitud de cuestiones, de las que solo suscitaremos algunas, y, aún así, nos limitaremos a dejar las preguntas sin más comentarios: ¿debería el ser humano permanecer infantilmente, sin discernimiento propio, sin ciencia (del bien y del mal)?. El original del libro del Génesis 7 ¿habla de un Dios y de los Elohim (una pluralidad, una Jerarquía)?. ¿Y por qué, en el mismo libro, se habla ya sea de los Elohim, o ya de Jehová (e incluso, en medio, del Elohim-Jehová)?. Y la primera palabra bíblica, aún en el Génesis, palabra que es Berasit o Berasheth ¿significa en el principio (en el sentido de, en el inicio, en el comienzo), o significa Sabiduría (en la cual fueron creados el cielo y la tierra, etc.)?. y ¿cómo podría ser Dios infinito y absoluto, si hizo surgir a mundos y a criaturas de la nada, (lo cual querría decir), de algo que no Le es propio?. Y, ¿por qué explicable y aceptable razón –en vista de que
El segundo Dios
El hecho es que existen dolor, limitación y fallos en el Universo. Por alguna buena razón, los gnósticos cristianos de hace cerca de dos milenios –desgraciadamente considerados como herejes por el Cristianismo distorsionado que luego triunfó- consideraban a Jehová como Demiurgo de un mundo inferior, imperfecto, rechazando su identificación con el Padre celestial referido por Jesús y, menos todavía, como el Absoluto. Pretendían esos gnósticos –como Simón, Marción, Valentino, Basílides y de alguna forma también el propio San Pablo- cortar la relación con el Jehová celoso y vengativo que aparece en tantas páginas del Antiguo Testamento. (Algunos gnósticos se referían a Ilda-Baoth como creador de nuestro globo físico, i.e.,
“¿Pronunció Jesús alguna vez el nombre de Jehová?. ¿Alguna vez se puso ante su Padre como ante ese juez severo y cruel; a su Dios de misericordia, amor y justicia, como al genio judío de la represalia? ¡Jamás!. Desde el día memorable en que predicó su Sermón de
En cualquier caso, los filósofos más ilustrados siempre rechazaron identificar al Demiurgo con
El problema del mal antes mencionado ha perturbado a algunos de los más notables pensadores, como por ejemplo fue la preocupación de Leibnitz de intentar demostrar que Dios lo hizo todo de la manera más deseable, no pudiendo hacerse mejor.
Todavía el referido problema acabó por conducir a algunos buscadores, incluso honestos, de
Varias acepciones de divino
El Esoterismo asocia la idea de
I) Un Principio Universal, Impersonal, Ilimitado, Innominado e Inefable, absoluto Ser y no-Ser (bien como Consciencia absoluta, y absoluta Inconsciencia de cualquier cosa ilimitada), porque su único atributo es El mismo. Es causa incausada, infinita y eterna;
Estamos ante el Parabrahman (o, todavía, del Brahman Supremo, o Brahman Indiviso o Brahman Nirguna, esto es, sin atributos) de los vedantinos, o Ain Soph de los cabalistas, o Dios Supremo Ignoto de los antiguos griegos, o Dios Inmanifestado o Transcendente de la teosofía cristiana. En última instancia, sin embargo, el uso de la palabra “Dios” (y más atendiendo al sentido que se le da vulgarmente) es inequívoca. Aquello a lo que se alude aquí no es a El ‘Dios’ o a un Dios sino al Espacio Infinito e Ilimitado, de donde todo surge, el Gran “Contenedor”, el Arik-Anpin (el nombre dado, en este sentido, al Universo por los cabalistas), aquello que es, fue y será, aunque todos los mundos existentes desaparezcan.
II) La 2ª proposición de
Tenemos, de este modo, a los Logoi Creadores que, emanando e irradiando de
Mientras tanto, la referencia al Logos o Demiurgo, es también, una simplificación. El Logos es el más levado Jerarca de un sistema o Cosmos, es decir, el vértice superior de una Jerarquía, de una Legión, de un vasto conjunto de Creadores; el Demiurgo expresa una colectividad abstracta de Constructores.
La “Doctrina Secreta” admite un Logos, o un ‘Creador’ colectivo del Universo; un Demiurgo, en el mismo sentido en que se habla de un Arquitecto como ‘Creador’ de un edificio; aunque el Arquitecto no hubiera tocado ni una piedra siquiera, sino simplemente hubiera elaborado el plano, dejando todo el trabajo manual al cuidado de los operarios. En nuestro caso fue el plano trazado por
Esta era igualmente la concepción de Platón. Al referirse al Demiurgo no pensaba en uno o él Dios (aunque a veces, ciertas traducciones e interpretaciones, incapaces de apartarse de los preconceptos culturales y religiosos de hoy, parezcan hacer suponer que sí). En efecto, “Hay que sublimar el carácter politeísta del concepto de divinidad que Platón nos presenta en Timeu: la divinidad es participada por varios dioses, cada uno de los cuales tiene una función y campo propios, siendo el demiurgo tan solo su jefe jerárquico”; “No hay aquí señal alguna de monoteísmo: en la creencia en la divinidad está la creencia en los dioses: la divinidad es participada igualmente por un número indefinido de entes divinos. De los cuales los más elevados tienen en los astros sus cuerpos visibles (Leyes, 899-a-b)”.
La distinción entre lo Divino Inmanifestado y el surgimiento del Demiurgo en el plano de transición de lo Inmanifestado/Inmanifestado, justifican su ya referida designación como “Segundo Dios”, que “es
El Demiurgo forma el Cosmos del Caos. Es el vértice que actúa en
“El Caos, según Platón y los pitagóricos, se volvió el ‘Alma del Mundo’. El ‘Primogénito’ de
El Universo está construído de acuerdo con los modelos de los Eide o Ideas a que se refería Platón, y de las cuales el Demiurgo –la colectividad de Inteligencias Espirituales que lo integran- se sirve para ordenar
III) Cada uno de los Dhyani Chohans, Inteligencias Divinas, Potencias creadoras –o dioses, en otras palabras- que, como decimos, integran colectivamente el Demiurgo, el Logos, el Verbo Creador del Pensamiento Divino, colaborando en la construcción, sostenimiento y dirección de todo el universo objetivo, de cada una de sus formas, de cada uno de sus átomos. Así, todas las entidades, en su propio Plano de raíz divina –como dioses- integran una de las grandes Jerarquías Creadoras, en que las Mónadas Humanas, los Hombres Divinos, se incluyen. El Universo existe (o es) trans-temporalmente en el Pensamiento Divino, pero se va ejecutando en un largo devenir, a través del concurso de todas las unidades de vida divinas (las realidades íntimas de todas las existencias) que van avanzando, en grados cada vez más elevados, por medio de la activación de su inteligencia creadora latente. Y todos somos corresponsables en volver más perfecto al Universo.
Los Dhyani-Chohans o Jerarquías Creadoras son mencionados en las tradiciones más occidentales (y, sin mucho rigor, llamadas monoteístas) como Hijos de Dios, Hombres Primordiales, Elohim, Angeles (diferentes de los lamentables y abusivos tratamientos que se les ha dado en toda esa literatura tan vulgarizada últimamente) Arcángeles, Tronos, Virtudes Potestades, Dominaciones, Principados, Querubines, Serafines, Potencias, Degrados, Anuphain, Siete Espíritus delante del Trono, Ancianos, etc.
El Demiurgo y
El Ocultismo afirma la eternidad de la materia, o más bien de
Así el Demiurgo forma el Universo a partir de una materia prima ya existente, por eterna, pues la llamada creación ex nihil (a partir de la nada) no tiene sentido, porque nada puede ser nada, porque la nada no puede existir, excepto si diéramos a la palabra nada el sentido “sin atributos”. En los niveles inferiores de la existencia universal la materia es más densa, y las Ideas, de acuerdo con las cuales los mundos son formados y evolucionan, se manifiestan menos cristalinamente y también son menos elevadas y perfectas las Potencias Creadoras operantes. Como ya refiriera Platón en el “Timeu” (su principal obra cosmogónica), el Demiurgo no es omnipotente: produce el Cosmos tan bien “como le es posible” y tiene que conformarse con los efectos contrarios de la “necesidad” condicionada y de la necesidad kármica.
La importancia de
Aunque haya quien pueda entender árido e inútil el abordar las cuestiones más sutiles y profundas de
Por ejemplo: la clara noción de una Ser-idad (Be-ness en expresión de H. Blavatsky), como Principio Absoluto Increado e Increador (de cualquier cosa relativa) y, de manera diferente, del Logos o Demiurgo, como “agregado colectivo de todas las inteligencias espirituales creadoras”, aunque no absolutas ni perfectas, (por lo que se manifiestan en el espacio y en el tiempo relativos, evolucionando hacia niveles cada vez más amplios y elevados 26), permite encarar el ya referido –y dramático- “problema del mal”; vuelve evidente la realidad de la justicia en el Universo, ya que depende del querer colectivo de todos los Hijos del Divino; responde satisfactoria y plenamente a la pregunta de los científicos: “Si el Universo es obra de un Dios Perfecto y Omnipotente, ¿cómo es que
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