En una comparación que parece un
tanto
sorprendente —o quizá no tanto— los hoyos negros y la conciencia
presentan notables similitudes que los hermanan de algún modo secreto y
enigmático para el conocimiento que el ser humano tiene del universo y
de sí mismo.
Quizá no lo parezca, pero los hoyos
negros y la conciencia guardan enormes similitudes entre sí que los
hermanan de algún modo secreto y enigmático para el conocimiento que el
ser humano tiene del universo y de sí mismo.
Particularmente, desde la perspectiva
de
la neurociencia, el asunto de la conciencia encuentra imprevisibles
correspondencias con algunas de las características conocidas de los
hoyos negros.
De entrada, destaca la incapacidad que
ambos de ser aprehendidos cuantitativamente: si un hoyo negro es una
región en el espacio-tiempo donde ninguna luz se refleja y nada escapa y
la conciencia es una propiedad de la mente que absorbe muchísimas cosas
pero pone atención solo a un puñado de ellas, resulta sumamente difícil
establecer una cifra precisa sobre qué tanto se pierde y qué tanto
retienen cada uno. Por esto, tanto un hoyo negro como la conciencia dan
la impresión del infinito: los rodea el infinito pero ellos mismos
tienden también a lo infinito.
Por otra parte, es casualmente curioso
cómo ambos conceptos, además de ser relativamente recientes en el
vocabulario especializado, han compartido durante su corta historia
científica cierta misteriosa elusión que los ha resguardado de la
comprensión última.
Sin
embargo, una posible e importante
diferencia estaría en la manera de acercarse a cada uno de estos
fenómenos por separado: hay quienes dice que los hoyos negros, sin ser
un problema sencillo, es comparativamente más fácil de resolver porque
es un fenómeno externo, uno en el que la observación se hace en tercera
persona; en cambio la conciencia es inherente a nuestra naturaleza, el
ser humano está directamente involucrado en eso que intenta dilucidad y
despojar de sus secretos. Un poco a la manera de Gödel, esto sería como
intentar arreglar una herramienta dañada con la misma herramienta que
tenemos que usar para arreglarla.
Sin duda se trata de dos de los que se
antojan más complicados para la ciencia contemporánea. Y, en este caso,
de una comparación —entre la naturaleza de los hoyos negros y la
naturaleza de la conciencia— que suena sorprendente. O quizá no tanto: como
arriba es abajo.
y que todos los seres gocen de sexualidad plena , y tengan paz, como una de las vias para ello(crear y expandir conciencia espiritual), abordada y practicada precisamente con conciencia de ello,
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