Tu Biblia; Tu Dios?. |
En el antiguo
testamento se enseña inequívocamente: “No matarás” (Éxodo 20, 13),
y a ser, sin excepción. Sin embargo, poco tiempo después se
establecen sentencias de muerte para determinados crímenes,
respectivamente, faltas. Para poder mantener la violencia dentro de
ciertos límites, se exige de todos modos el principio pagar (sólo)
igual con igual, así dice literalmente: “Asimismo el hombre que hiere de
muerte a cualquiera persona, que sufra la muerte. El que hiere a algún
animal ha de restituirlo, animal por animal. Y el que causare lesión
en su prójimo, según hizo, así le sea hecho: rotura por rotura, ojo por
ojo, diente por diente; según la lesión que haya hecho a otro, tal se
hará a él” (Levítico 24, 17-20). Los grandes profetas de
Dios de Israel advirtieron contra toda forma de violencia y en especial
contra la tentación de la guerra. Así por, ejemplo,
Moisés que decía: “Jehová peleará por vosotros, y vosotros estaréis
tranquilos” (Éxodo 14, 14). Las tropas atacantes, de acuerdo a
este relato, fallecieron por razón de una catástrofe natural. O el
profeta Isaías: “Porque así dijo Jehová el Señor, el Santo de Israel:
En descanso y en reposo seréis salvos; en quietud y en confianza será
vuestra fortaleza” (Isaías 30, 15). Alo contrario a esto,
se encuentran en el antiguo testamento también muchas exhortaciones
para el genocidio a pueblos vecinos. Aquí se trata de falsificaciones
realizadas por la casta sacerdotal dominante, que lo han puesto en boca
de Dios, respectivamente, al profeta Moisés o a otros profetas.
Constantemente más ciudadanos israelíes se han distanciado de estas
partes y quieren vivir hoy en paz con sus vecinos árabes. Según la
enseñanza de la iglesia, católica-romana y evangélica, los siguientes
ejemplos son hasta ahora palabra de Dios sin falta y obligatoriamente
vinculante.
Lea
lo que generalmente se calla en las clases de religión, y que en las
biblias para niños es gustosamente resumido o suprimido, para ocultar
toda la verdad sobre la Biblia a los niños y adolescentes.
Al comienzo del reportaje
aparece la captura de un soldado israelita y un voto de los regentes,
para el caso del éxito militar realizar un genocidio:
Cuando el cananeo, el rey de Arad, que
habitaba en el Neguev, oyó que venía Israel por el camino de Atarim,
peleó contra Israel, y tomó de él prisioneros. Entonces Israel hizo voto
a Jehová, y dijo: Si en efecto entregares este pueblo en mi mano, yo
destruiré sus ciudades. Y Jehová escuchó la voz de Israel, y entregó al
cananeo, y los destruyó a ellos y a sus ciudades; y llamó el nombre de
aquel lugar Horma. (Números 21, 1-3)
En uno de los siguientes
enfrentamientos, la orden de la aniquilación de todos los habitantes,
habría venido directamente de Dios:
Entonces Jehová dijo a Moisés: No le tengas miedo,
porque en tu mano lo he entregado, a él y a todo su pueblo, y a su
tierra; y harás de él como hiciste de Sehón rey de los amorreos, que
habitaba en Hesbón. E hirieron a él y a sus hijos, y a toda su gente,
sin que le quedara uno, y se apoderaron de su tierra. (Números 21, 34-35)
La
venganza por diversas faltas reales o supuestos, sobrepasa al “delito”
original a veces por mucho, donde también son asesinados innumerables
inocentes. Cuando un israelita tuvo sexo con una mujer de un pueblo
vecino, los medianitas, ambos son acuchillados, aún durante el acto
sexual, por el hijo de un sacerdote israelí. A la mujer, de nombre
Kosbi, se le imputó, haber seducido a propósito al israelita, para
desviarlo de su religión. Por esto, el dios de Israel habría exigido una
monstruosa y gigante venganza contra el pueblo de Kosbi. La Biblia
dice literalmente:
Entonces Moisés habló al pueblo, diciendo: Armaos
algunos de vosotros para la guerra, y vayan contra Madián y hagan la
venganza de Jehová en Madián. Y pelearon contra Madián, como Jehová lo
mandó a Moisés, y mataron a todo varón. Y los hijos de Israel llevaron
cautivas a las mujeres de los madianitas, a sus niños, y todas sus
bestias y todos sus ganados; y arrebataron todos sus bienes, e
incendiaron todas sus ciudades, aldeas y habitaciones se enojó Moisés
contra los capitanes del ejército, contra los jefes de millares y de
centenas que volvían de la guerra, y les dijo Moisés: ¿Por qué habéis
dejado con vida a todas las mujeres? Matad, pues, ahora a todos los
varones de entre los niños; matad también a toda mujer que haya
conocido varón carnalmente. Pero a todas las niñas entre las mujeres,
que no hayan conocido varón, las dejaréis con vida. [Para sexo y
esclavitud] (Números 31,
3.7.9-10.14-15.17-18)
Si
ninguno de los habitantes de un pueblo vecino haya “pecado” de
inmediato sólo se ordena la expulsión. Se advierte expresamente sobre
la protección personas en forma individual.
“Echaréis de delante de
vosotros a todos los moradores del país, y destruiréis todos sus
|ídolos de piedra, y todas sus imágenes de fundición, y destruiréis
todos sus lugares altos; Y si no echareis a los moradores del país de
delante de vosotros, sucederá que los que dejareis de ellos serán por
aguijones en vuestros ojos y por espinas en vuestros costados, y os
afligirán sobre la tierra en que vosotros habitareis.” (Números 33,
52.55)
La idea de una convivencia pacífica con todos los
pueblos que habitan en Palestina es desecha por el SEÑOR de Israel. El
genocidio, respectivamente, la aniquilación despiadada de personan que
piensan distinto, es puesto en boca de “Dios” por los sacerdotes, para
legitimar con esto, en forma religiosa, los crímenes de guerra.
Cuando Jehová tu Dios te haya introducido en la tierra en
la cual entrarás para tomarla, y haya echado de delante de ti a muchas
naciones, al heteo, al gergeseo, al amorreo, al cananeo, al ferezeo, al
heveo y al jebuseo, siete naciones mayores y más poderosas que tú, y
Jehová tu Dios las haya entregado delante de ti, y las hayas derrotado,
las destruirás del todo; no harás con ellas alianza, ni tendrás de
ellas misericordia. Y no emparentarás con ellas; no darás tu hija a su
hijo, ni tomarás a su hija para tu hijo Mas así habéis de hacer con
ellos: sus altares destruiréis, y quebraréis sus estatuas, y
destruiréis sus imágenes de Asera, y quemaréis sus esculturas en el
fuego. (Deuteronomio 7, 1-3.5)
Después de la muerte de Moisés,
su sucesor Josué seguiría con la política de los genocidios – como
hasta ahora con la supuesta bendición de Dios. Así le habría dicho
Moisés a los Israelitas:
Jehová tu Dios, él pasa delante de ti; él destruirá
a estas naciones delante de ti, y las heredarás; Josué será el que
pasará delante de ti, como Jehová ha dicho. Y hará Jehová con ellos
como hizo con Sehón y con Og, reyes de los amorreos, y con su tierra, a
quienes destruyó. Y los entregará Jehová delante de vosotros, y haréis
con ellos conforme a todo lo que os he mandado. Esforzaos y cobrad
ánimo; no temáis, ni tengáis miedo de ellos, porque Jehová tu Dios es
el que va contigo; no te dejará, ni te desamparará. (Deuteronomio
31, 3-6)
P.D.:
Este política de la exterminación de la población civil, no proviene
de Moisés, se le adjudicó (ver notas en "El Teólogo
Nº 13").
¿Deberá
pertenecer también El Libanón a Israel? El antiguo testamento describe
la extensión del país a conquistar ¿Pero que se quiere decir cuando se
habla “hasta el Líbanón”? ¿Exclusivo o inclusive del Libanón? Fanáticos
religiosos se refieren a estas y otras citas bíblicas parecidas, en el
conflicto limítrofe actual.
Desde el desierto y el Líbano hasta el gran río
Eufrates, toda la tierra de los heteos hasta el gran mar donde se pone
el sol, será vuestro territorio. Nadie
te podrá hacer frente en todos los días de tu vida; como estuve con
Moisés, estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé. (Josué 1,
4-5)
La tiranía de Josué también debería ser asegurada
hacia el interior. Así los guerreros hicieron un voto incondicional de
vida o muerte a Josué:
Entonces respondieron a Josué, diciendo: Nosotros
haremos todas las cosas que nos has mandado, e iremos adondequiera que
nos mandes. Cualquiera que fuere rebelde a tu mandamiento, y no
obedeciere a tus palabras en todas las cosas que le mandes, que muera;
solamente que te esfuerces y seas valiente. (Josué 1, 16.18)
Los
pueblos vecindarios vivían con temor y terror frente a Israel ¿Cómo
pueden los reyes proteger a la población y salvarles la vida? La
situación parece ser desesperada.
Cuando todos los reyes de los amorreos que estaban
al otro lado del Jordán al occidente, y todos los reyes de los cananeos
que estaban cerca del mar, oyeron cómo Jehová había secado las aguas
del Jordán delante de los hijos de Israel hasta que hubieron pasado,
desfalleció su corazón, y no hubo más aliento en ellos delante de los
hijos de Israel. (Josué 5, 1)
Como primera cosa fue
conquistada la actual ciudad palestina, Jericó. Aparentemente habrían
asesinado a todos los habitantes y animales – exceptuando la prostituta
Rahab y su familia, porque había colaborado con los atacantes (Josué
6). Un israelita roba en Jericó un
valioso abrigo babilónico como también plata y oro. Según el punto de
vista de los sacerdotes, con esto habría debilitado ritualmente el
siguiente ataque a la ciudad Hai, por lo cual se habrían producido
muertes en las propias filas. Después de un proceso público, fue
ejecutado y toda su familia y sus animales.
Y destruyeron a filo de espada
todo lo que en la ciudad había; hombres y mujeres, jóvenes y viejos,
hasta los bueyes, las ovejas, y los asnos ... (Josué 6, 21)
… Entonces Josué, y todo Israel con él, tomaron a Acán hijo de Zera, el dinero, el manto, el lingote de oro, sus hijos, sus hijas, sus bueyes, sus asnos, sus ovejas, su tienda y todo cuanto tenía, y lo llevaron todo al valle de Acor. Y le dijo Josué: ¿Por qué nos has turbado? Túrbete Jehová en este día. Y todos los israelitas los apedrearon, y los quemaron después de apedrearlos. Y levantaron sobre él un gran montón de piedras, que permanece hasta hoy. Y Jehová se volvió del ardor de su ira. Y por esto aquel lugar se llama el Valle de Acor, hasta hoy. (Josué 7, 24-26)
… Entonces Josué, y todo Israel con él, tomaron a Acán hijo de Zera, el dinero, el manto, el lingote de oro, sus hijos, sus hijas, sus bueyes, sus asnos, sus ovejas, su tienda y todo cuanto tenía, y lo llevaron todo al valle de Acor. Y le dijo Josué: ¿Por qué nos has turbado? Túrbete Jehová en este día. Y todos los israelitas los apedrearon, y los quemaron después de apedrearlos. Y levantaron sobre él un gran montón de piedras, que permanece hasta hoy. Y Jehová se volvió del ardor de su ira. Y por esto aquel lugar se llama el Valle de Acor, hasta hoy. (Josué 7, 24-26)
En la guerra de aniquilación,
según la Biblia, fueron víctimas las habitantes de la ciudad de Hai.
Después que fracasó el primer ataque (Josué 7), la Biblia
describe la preparación del segundo ataque (Josué 8) que terminó
como sigue:
Y los hirieron hasta que no quedó ninguno de ellos que
escapase. Pero tomaron vivo al rey de Hai, y lo trajeron a Josué. Y
cuando los israelitas acabaron de matar a todos los moradores de Hai en
el campo y en el desierto a donde los habían perseguido, y todos
habían caído a filo de espada hasta ser consumidos, todos los israelitas
volvieron a Hai, y también la hirieron a filo de espada. Y el número
de los que cayeron aquel día, hombres y mujeres, fue de doce mil, todos
los de Hai. Porque Josué no retiró su mano que había extendido con la
lanza, hasta que hubo destruido por completo a todos los moradores de
Hai. Pero los israelitas tomaron para sí las bestias y los despojos de
la ciudad, conforme a la palabra de Jehová que le había mandado a
Josué*. Y Josué quemó a Hai y la redujo a un montón de escombros,
asolada para siempre hasta hoy. (Josué 8, 22-28)
Durante la destrucción de
Jericó todavía existía la pena de muerte por tomar botines (ver
arriba). Pero los atacantes posiblemente
“escarmentaron”.
Solamente el pueblo de Gabaón
pudo salvarse de la destrucción mediante un ardid. Ellos aparentaron de
venir de muy lejos y querer honrar al dios de los israelitas. A esto
Josué hizo paz con ellos. Pero luego se Descubrió el engaño …
Y llamándolos Josué, les habló
diciendo: ¿Por qué nos habéis engañado, diciendo: Habitamos muy lejos
de vosotros, siendo así que moráis en medio de nosotros? Ahora, pues,
malditos sois, y no dejará de haber de entre vosotros siervos, y quien
corte la leña y saque el agua para la casa de mi Dios. Y ellos
respondieron a Josué y dijeron: Como fue dado a entender a tus siervos
que Jehová tu Dios había mandado a Moisés su siervo que os había de dar
toda la tierra, y que había de destruir a todos los moradores de la
tierra delante de vosotros, por esto temimos en gran manera por
nuestras vidas a causa de vosotros, e hicimos esto. Ahora, pues, henos
aquí en tu mano; lo que te pareciere bueno y recto hacer de nosotros,
hazlo. Y él lo hizo así con ellos; pues los libró de la mano de los
hijos de Israel, y no los mataron. Y Josué los destinó aquel día a ser
leñadores y aguadores para la congregación, y para el altar de Jehová
en el lugar que Jehová eligiese, lo que son hasta hoy. (Josué 9,
22-27)
A esto, una gran coalición de todos los otros
pueblos restantes bajo el mando de Jabín rey de Azor, trató de para al
ejército israelí. Pero se iba a transformar en un gran fiasco para la
coalición, lo que llevó a que todo el país cayó en manos de Israel.
Y los entregó Jehová en manos de
Israel, y los hirieron y los siguieron hasta Sidón la grande y hasta
Misrefotmaim, y hasta el llano de Mizpa al oriente, hiriéndolos hasta
que no les dejaron ninguno. Y Josué hizo con ellos como Jehová le había
mandado: desjarretó sus caballos, y sus carros quemó a fuego. Y
volviendo Josué, tomó en el mismo tiempo a Hazor, y mató a espada a su
rey; pues Hazor había sido antes cabeza de todos estos reinos. Y
mataron a espada todo cuanto en ella tenía vida, destruyéndolo por
completo, sin quedar nada que respirase; y a Hazor pusieron fuego.
Asimismo tomó Josué todas las ciudades de aquellos reyes, y a todos los
reyes de ellas, y los hirió a filo de espada, y los destruyó, como
Moisés siervo de Jehová lo había mandado. Pero a todas las ciudades que
estaban sobre colinas, no las quemó Israel; únicamente a Hazor quemó
Josué. Y los hijos de Israel tomaron para sí todo el botín y las
bestias de aquellas ciudades; mas a todos los hombres hirieron a filo
de espada hasta destruirlos, sin dejar alguno con vida. De la manera
que Jehová lo había mandado a Moisés su siervo, así Moisés lo mandó a
Josué; y así Josué lo hizo, sin quitar palabra de todo lo que Jehová
había mandado a Moisés. (Josué 11, 8-15)
Entonces la ofensiva militar en
dilación, se dirigió contra los países limítrofes, hasta que al final
sólo quedaban los anaceos. Pero también estos fueron aniquilados. Sólo
en la actual franja de Gaza como en Gat y Asdod se dejó vivir a algunos
habitantes.
También en aquel tiempo vino Josué y destruyó a los
anaceos de los montes de Hebrón, de Debir, de Anab, de todos los montes
de Judá y de todos los montes de Israel; Josué los destruyó a ellos y a
sus ciudades. Ninguno de los anaceos quedó en la tierra de los hijos
de Israel; solamente quedaron en Gaza, en Gat y en Asdod. Tomó, pues,
Josué toda la tierra, conforme a todo lo que Jehová había dicho a
Moisés; y la entregó Josué a los israelitas por herencia conforme a su
distribución según sus tribus; y la tierra descansó de la guerra.
(Josué 11, 21-23)
Pero la “calma” no
perduró por mucho. Puesto que constantemente habían nuevos vecinos.
Ahora las distintas tribus de Israel hacían las guerras en forma
individual contra los pueblos vecinos. Así, por ejemplo, la ciudad
cananea Jerusalén fue incendiada y arrasada por la tribu de Judá [posteriormente la ciudad reconstruida por los jebusitas,
fue nuevamente conquistada por el rey David y ampliada como el centro
de Israel] También
en Gaza, donde al final se habían dejado con vida algunos habitantes,
deberían ser ahora exterminados todas las personas. Pero primeramente,
según la Biblia, las armas de los defensores eran demasiadas poderosas.
A partir de aquí, el antiguo testamento, enumera a los siguientes
vecinos, que ya no fueron aniquilados, si no solamente esclavizados.
Y subió Judá, y Jehová entregó
en sus manos al cananeo y al ferezeo; e hirieron de ellos en Bezec a
diez mil hombres. Después los hijos de Judá descendieron para pelear
contra el cananeo que habitaba en las montañas, en el Neguev, y en los
llanos. Y fue Judá con su hermano Simeón, y derrotaron al cananeo que
habitaba en Sefat, y la asolaron; y pusieron por nombre a la ciudad,
Horma. Tomó también Judá a Gaza con su territorio, Ascalón con su
territorio y Ecrón con su territorio. Y el amorreo persistió en habitar
en el monte de Heres, en Ajalón y en Saalbim; pero cuando la casa de
José cobró fuerzas, lo hizo tributario. (Jueces 1, 4.9.17-18.35)
Las guerras continuaban en forma constante. De
esta manera se seguían juntando los medianitas en los límites de
Israel, quienes bajo Gideón fueron vencidos militarmente. Luego se formó
el pueblo de los filisteos, de lo cual se derivó la actual palabra
“palestinos”. Durante muchos decenios seguían los enfrentamientos
bélicos, y por primera vez se reconocen algunas derrotas militares de
los israelitas (por ejemplo 1 de Samuel 4, 10). A los filisteos
se les juntaron los amonitas y amalequitas como vecinos atacados. Con
esto se mantuvo el principio de querer aniquilar en forma total al
adversario, tanto a los guerreros como a los civiles. El primer rey
Saúl aparentemente cayó en desgracia con el SEÑOR, pero en realidad fue
con los sacerdotes donde cayó en desgracia, porque no ejecutó
totalmente la proscripción contra los amalequitas y dejó con vida a su
rey y un par de animales.
Y Saúl derrotó a los amalecitas desde Havila hasta
llegar a Shur, que está al oriente de Egipto. Y tomó vivo a Agag rey de
Amalec, pero a todo el pueblo mató a filo de espada. Y Saúl y el
pueblo perdonaron a Agag, y a lo mejor de las ovejas y del ganado
mayor, de los animales engordados, de los carneros y de todo lo bueno, y
no lo quisieron destruir; mas todo lo que era vil y despreciable
destruyeron. Y Samuel dijo: Como tu espada dejó a las mujeres sin
hijos, así tú madre será sin hijo entre las mujeres. Entonces Samuel
cortó en pedazos a Agag delante de Jehová en Gilgal. Y nunca después
vio Samuel a Saúl en toda su vida; y Samuel lloraba a Saúl; y Jehová se
arrepentía de haber puesto a Saúl por rey sobre Israel. (1 de Samuel 15, 7-9.33.35)
Y así continuaron las
guerras. Siguen los siglos en los cuales los grandes profetas de Dios
hablan al pueblo de Israel (por ejemplo, del siglo 6 respectivamente
siglo 8 antes de Cristo, Isaías, Jeremías, Amós, Oseas y muchos más)
que querían terminar definitivamente con las guerras y los sacrificios
de animales, mientras que contra profecías muchas veces instaban a la
guerra. As los verdaderos profetas de Dios, más tarde se acopla el
profeta Jesús. Pero los profetas no tuvieron éxito.
Siguió la última gran
guerra contra el imperio romano, en el año 70 después de
Cristo y algunos levantamientos posteriores. Este contrincante fue
militarmente demasiado fuerte, y los israelitas, en su última rebelión
en el año 135 fueron expulsados por los romanos de Palestina. En este
mismo tiempo Jesús, el último de los grandes profetas de Israelí, fue
absorbido por la iglesia católica-romana en formación, una religión
“sincretista” mezclada de cultos de misterios paganos, elementos judíos
y algunas partes de la enseñanza de Jesús. Nuevamente en los tiempos
siguientes se hicieron guerras y más guerras e innumerables distinto
pensantes fueron aniquilados, ahora encaminado desde Roma e
injustamente en el nombre de Jesús, el Cristo. Ahora también comenzó la
cruenta persecución de los judíos por la iglesia. Los
judíos mientras tanto eran una minoría pacífica en los distintos
estados. En vez de esto, la iglesia se hizo de loa herencia del antiguo
testamento (ver arriba)
y lo integró en sus enseñanzas de las guerras justas.
Junto a la “enseñanza de
la justa guerra” también existen otros dogmas más emparentados con
este. Así en un documento de enseñanza vinculante, por ejemplo: “Por
esto debe [la iglesia] eliminar y erradicar con minuciosa solicitud,
todo lo que está contra la fe …” (Neuner/Roos, La fe de
la iglesia, enseñanza Nº 328), lo que en la práctica era entendido como la
aniquilación de disidentes.
Pero los verdaderos seguidores de los profetas de Dios del
antiguo testamento y de Jesús no se dejaron silenciar por la
persecución. A pesar de que la iglesia muchas veces trató de
“eliminarlos” totalmente, las personas siempre volvieron a levantarse y
valientemente testificaron a favor del pacifista Jesús y sus directivas
para un reino de paz vísperas de venir, en el cual los hombres
vivirían en paz juntamente también con los animales salvajes (ver
por ejemplo Isaías 11).
P.D.: Para profundizar lea Apéndice Nº 3
de "Der Theologe Nº 8" (disponible sólo en alemán). Según esto, muchos historiadores objetan que los hechos
sucedieron tal cual como los relata la Biblia. Todo habría sido mucho
más pacífico. Esta tesis podría servir hoy como un pequeño impulso para
la reconciliación entre los pueblos. Esto
también significaría: Las citas de la Biblia serían una falsificación
de la verdad, para justificar genocidios y las guerras ¿Por qué
entonces, siguen valiendo como “palabra de Dios” y como escritura
“santa”?
Nota: Las citas bíblicas son de la Biblia
Reina-Valera (El traductor)
El texto se puede citar como sigue:
Revista “Der Theologe”, editor
Dieter Potzel, edición Nº 26: La exhortación al genocidio en la Biblia,
Wertheim 2006, citado
según www.theologe.de/antiguo-testamento.htm
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Podés comentar abiertamente sin ningún tipo de restricción.