El incipiente renacimiento de
le medicina
psicodélica abre la puerta para un entendimiento integral de la salud en
el que se trate al cuerpo como un holograma del alma.
“And is not He who cures the soul, which
is more than the body, greater?”
Paracelsus
En español se hace una marcada
diferencia entre medicamentos y drogas. Por costumbre las drogas tienen
una connotación negativa, más allá de generalmente estar prohíbidas. Los
medicamentos en cambio son sustancias cuyo uso es justificado y
aceptado, en el supuesto de que si son administrados adecuadamente
pueden producir un “bien” para el cuerpo. Cualquiera puede comprar
medicinas en la farmacia, en cambio, para comprar drogas se tiene que
aventurarse a la calle, a cortar “drogas” clandestinamente al campo o a burlar
las lagunas legales y pedirlas
por internet. La sociedad considera medicamentos sustancias como el
Prozac, el Tafil o el Tamiflu, por mencionar sólo algunos; la sociedad
considera drogas plantas como el peyote, la marihuana o las plantas que
componen la ayahuasca, por mencionar sólo algunas. Alguien que viva
alejado de este paradigma sociolingüístico seguramente se sorprendería
de esta clasificación, de esta polarización. Incluso, inocentemente,
podría pensar que la explicación más plausible es que alguien debió de
haber invertido los papeles y que las drogas son estos duros
medicamentos como el Haldol, el Neurotin, o el Ritalin (los
“medicamentos” han matado a más de
10 mil personas en los últimos años) y las medicinas son la
ayahuasca, el cannabis o los hongos psilocibe.
Las razones que da un organismo como
el
Food and Drugs Administration (FDA) para clasificar una sustancia como
controlada son fundamentalmente dos: que no tiene una aplicación médica y
que produce daños a la salud. Bajo este razonamiento, la mescalina, la
ayahusca, el DMT, la marihuana (en algunos estados y países), la
psilocibina, el LSD, el MDMA no representan ningún beneficio a la salud y
sí han probado ser perjudiciales para la misma. Tal vez tú, como yo,
estés preguntándote qué entiende por salud un organismo como el FDA. Tal
vez su extraña concepción de la salud pueda ser alumbrada por esta
frase de J. Krishnamurti: “No es saludable estar bien adaptado a una
sociedad profundamente enferma“. Podemos parafrasear el dicho
popular y decir que las medicinas que tenemos son un reflejo de nuestra
sociedad (de la misma forma que nos merecemos los políticos que
tenemos). Quizá por eso muchos de nosotros, desadaptados e incomformes,
en la adolescencia y en la juventud, recurrimos a las drogas
psicodélicas (como una protesta política cósmica ante nuestra realidad
psicosocial).
A veces la etimología nos otorga
epifanías —como si hubiera un orden mágico en el origen de las palabras.
En la lengua inglesa la palabra “health” (salud) se deriva de la raíz
anglosajona “hal”, la misma de la que proceden “whole” (entero), “holy”
(sagrado) y “heal” (sanar). A veces el lenguaje es lúdico y nos deja
integrar aquí la raíz griega “holo” (todo), misma que compone palabras
como holograma, holístico y holotrópico (lo cual más adelante
relacionaremos con la medicina psicodélica). De esto podemos interpretar
que entonces la salud es un estado que tiene que ver con un equilibrio
entre todos los elementos de nuestro organismo, como si fueran un todo,
una unidad que podríamos considerar “sagrada”, un holograma en el que
cada parte contiene y afecta a todas las otras partes. El plano de lo
sagrado nos remite al concepto muchas veces formulado de “mi cuerpo es
mi templo” y por extensión a la noción de que el cuerpo es sagrado,
como un templo, porque es habitáculo —o interfaz— del espíritu o de lo
espiritual, es, podríamos decir, el holograma del alma.
Empecemos a esbozar una teoría. ¿Es
posible que la definición de la salud de nuestra sociedad, dictada por
organismos como el FDA (que evidentemente sirven como catering
de las farmacéuticas), esté formulada sin tomar en cuenta el aspecto
espiritual (y aquí no necesitamos conjurar un alma inmortal, basta con
una fuerza vital, ki, o bioenergía)? ¿Es posible que esta
definición, como el mismo paradigma positivista-atomista sobre el cual
se erigieron las ciencias modernas occidentales, esté concebida sin
tomar en cuenta el aspecto integral de la salud y, en cambio, parezca
estructuralmente concebida para separar y seccionar todo cuerpo? Tal vez
esto nos ayude a entender un poco por qué, además de los intereses
económicos y de control mental político, las plantas psicodélicas están
prohibidas en el plano legal y ostracizadas en el plano social y por qué
no son entendidas como medicinas.
Buena parte de nuestro edificio de
conocimiento se ha fundado sobre el racionalismo, un sistema altamente
efectivo para conquistar el mundo externo y producir máquinas y
tecnología que apuntalan el “progreso” de la humanidad. No queremos
distanciarnos demasiado del tema, pero una de las consecuencias del
racionalismo cartesiano y posiblemente anterior, anclado en la filosofía
griega, es que el cuerpo se divide del alma (o del espíritu) y es visto
como un conjunto de distintos elementos mecánicos. Esta concepción ha
llegado a formularse en términos seculares como la división del cuerpo y
la mente: la medicina considera que lo que sucede en la mente no tiene
un efecto directamente ligado al cuerpo y que cada parte del cuerpo es
independiente y puede ser tratada sin afectar a las demás. Yo no me
puedo enfermar del riñón o provocar un cáncer por tener patrones de
pensamiento enfermizos o curar por tener patrones de pensamiento
curativos (aunque es verdad que existe una incipiente tendencia a
incorporar y aceptar técnicas de mente-cuerpo como el yoga, la
meditación y, la crux de este artículo, las sustancias
psicodélicas).
Si consideramos que el cuerpo y el
espíritu (o la mente) son condensaciones indisociables de una misma
entidad, entonces debemos reformular nuestra definición de salud. “El
hombre no tiene Cuerpo distinto de su Alma; ya que lo se llama Cuerpo es
una porción del Alma discernida por los cinco Sentidos”, escribió el
preclaro poeta inglés William Blake. En esta percepción se abre una
grieta importante —la raya luminosa en el abismo— para las “drogas
psicodélicas” como agentes y facilitadores de una salud de
cuerpo-mente-espítritu. Por un momento las cosas se invierten y las
drogas son las medicinas.
Como dijera el padre secreto de la
medicina moderna, el alquimista suizo Paracelso, en ocasiones “el veneno
es el antídoto”. Una sociedad profundamente enferma como la nuestra
quizás se beneficiaría de tomar el veneno, en la dosis correcta, en el
contexto adecuado y lanzarse al abismo a ver qué sucede.
El significado de la palabra
“psicodélico” puede entenderse como “aquello que revela o hace
manifiesto la mente”. Pero recordemos también que el prefijo psi entrelaza
en su origen a la mente con el alma (Psique es la diosa griega del
alma), de ahí que pueda tener un otro significado: “aquello que hace
manifiesto el alma”. Una medicina integral necesita hacer surgir a la
mente-alma de la profunda sombra del cuerpo de la historia, para
tratarla como parte de un mismo proceso orgánico, si es que queremos en
verdad sanar (y despertar de la pesadilla). Esta tal vez sea la clave de
las sustancias psicodélicas: que develan, de manera a veces violenta,
el cuerpo espiritual o cuerpo energético, un cuerpo que muchas veces nos
atemoriza ver (“todo ángel es terrible”) y que en ese pánico, que
violenta la realidad establecida, puede fragmentarnos aún más si no
contamos con los “doctores del alma” o si nosotros mismos no sabemos
operar y nos movemos por la selva sin poder ver las ramas (las almas).
En este sentido la medicina psicodélica debe de fundirse con la
psicología y hacer visible la sombra de nuestra persona, encararla,
aceptarla y posiblemente sublimarla. Jung decía que hasta que no hacemos
consciente lo inconsciente vivimos bajo su tiranía, sin poder leer los
símbolos de nuestra propia escritura. Las sustancias psicodélicas
—entre la magia y la mayéutica— son un acervo milenario de biotecnología
especialmente apta para desocultar lo inconsciente, traer lo invisible
(por bloqueado), los monstruos y los ángeles, a la superficie. Y
entonces tenemos la espada y enfrentamos el dragón de nuestra propia
mitología.
Para diferenciar de la clasificación
peyorativa de drogas como la heroína o el crack algunas personas han
empezado a llamar a las sustancias psicodélicas”enteógenos” (que llevan a
dios dentro, continuación del teonanacatl), empatógenos (en el
caso de sustancias como el MDMA) e incluso holotrópicos (que actuán
sobre la totalidad del organismo, siguiendo la terapia transpersonal del
mismo nombre del brillante psicólogo Stan Grof). Más allá de estas
poéticas y a veces útiles aunque pretenciosas clasificaciones, el
interés de este artículo es argumentar que fundamentalmente estas
sustancias son medicinas. Se puede creer que las plantas son espíritus y
que al tomarlas se entabla una relación con una entelequia o un
ancestro —según considera el biólogo Jeremy Narby de la ayahuasca en su
libro seminal The Cosmic Serpent; se puede creer que las
plantas contienen campos de información morfogenéticos, los cuales se
activan al ser tomadas y hacen que revivamos experiencias milenarias que
nos permiten realizar una especie de arqueología profunda de nuestra
propia psique y de la psique planetaria —como sostiene en buena medida
Terence Mckenna, quien también considera que existe un tipo de
inteligencia astral en el hongo, por ejemplo; o se puede creer que
simplemente detonan procesos neuroquímicos, encendiendo y apagando zonas
que normalmente no se orquestan de esta forma en el cerebro, pero lo
que nos parece indudable, a la luz de la evidencia, es que estas
sustancias tiene un uso médico. Es posible incluso que sean las
medicinas más poderosas de la naturaleza, en el sentido de que tratan al
organismo humano de manera holística y lo acercan a un entendimiento
holístico de sí mismo: medicinas que te enseñan a ser tu propio médico
(porque puedes sentir tu espíritu).
A continuación presentamos una lista
de
sustancias psicodélicas que tienen usos médicos y terapéuticos y que sin
embargo están prohibidas en la mayor parte del mundo. La lista no es
exhaustiva, es solamente un acercamiento a lo que podría llamarse el
“renacimiento de la medicina psicodélica”. Intenta, por otra parte,
llamar la atención sobre los posibles beneficios de estas sustancias con
el riesgo que implica utilizarlas sin el debido conocimiento, fuera de
un contexto apropiado o sin un diagnóstico adecuado (como cuando por
automedicarse, se falsifican recetas médicas para obtener fármacos
controlados). A veces se olvida que abrir “las puertas de la percepción”
es un poco como abrir tu casa (tu cuerpo) en la noche: si bien te
permite ver las estrellas y otras delicias del cosmos, también permite
que entren todo tipo de entidades desconocidas que navegan los vientos
astrales.
CANNABIS
Como es sabido la legalización de la
marihuana médica en Estados Unidos ha arrojado una serie de datos
sumamente interesantes sobre los múltiples beneficios del cannabis,
haciendo que más de 15 estados permitan el uso médico de esta planta.
Actualmente es posible que el cannabis sea la sustancia más efectiva (en
cuanto a costo-beneficio si se le compara con sustancias como la
morfina) para quitar el dolor. Acaso por su factor psicoactivo, por su
masaje también mental, el cannabis se erige com una especie de wonderdrug
o remedio milagro que puede ser utiilzado para todo tipo de malestares,
pero no sólo como paliativo sino como un mecanismo de curación. Entre
los beneficios del cannabis que han sido comprobados en estudios
científicos, se cuentan: combate la migraña, disminuye la velocidad del
crecimiento de tumores, alivia los síntomas de enfermedades crónicas,
ayuda a prevenir al Alzheimer, combate el glaucoma, previene
convulsiones, ayuda al tratamiento de desórdenes y déficit de atención,
ayuda al tratamiento de esclerosis múltiple, disminuye los malestares
del síndrome premenstrual, ayuda en el combate de desórdenes
obsesivo-compulsivos.
También hay que decir que existe información que apunta a que el
uso
prolongado del cannabis
podría contribuir a la psicosis.
Aunque la marihuana es menos tóxica
que
la aspirina y no ha matado a ninguna persona por su toxicidad (la única
manera de morir de una sobredosis de marihuana es si te quedas encerrado
en un closet con decenas de kilos de marihuana y tu casa se empieza a
incendiar) , sigue siendo ilegal en la mayor parte del mundo.
MDMA
Esta sustancia que antes de ser
llamada
“éxtasis” por el marketing de la calle iba a ser llamada, quizás con
mayor precisión, empatía, tiene una serie de aplicaciones
relevantes en distintos ámbitos de la psicoterapia, el manejo de
emociones y el estrés. El MDMA ha probado ser especialmente
efectivo como tratamiento
para el estrés post-traumático que sufren los veteranos de guerra.
Al producir una descarga de serotonina, dopamina y oxitocina, el MDMA
coarta el centro que procesa miedo en el cerebro, la amígdala. Esto hace
que un paciente en terapia de estrés post-traumático pueda revisitar
las memorias que lo atormentan o confrontar emociones dolorosas sin
sentir la aprehensión que generalmente siente, pero, a la vez, sin los
efectos sedativos de las drogas ansiolíticas. En el caso de los
veteranos de guerra, que sufren también de dolores corporales, el MDMA
es especialmente útil, ya que también reduce el dolor físico.
El
estudio más reciente y más amplio
sobre el MDMA muestra que esta sustancia no genera daños cerebrales en
su estado puro.
El MDMA ha sido usado para tratar la
depresión, problemas matrimoniales, ansiedad, etc. Por esto MAPS
(Multidisciplinary Association for Psychedelic Studies) se ha embarcado
en un proyecto prioritario de 10 años y 10 millones de dólares para
hacer que se permita usar el MDMA para asistir en diferentes tipos de
psicoterapia. Aquí se pueden consultar
una serie de
estudios científicos que apuntan a que el MDMA es efectivo asistiendo
en distintos tipo de psicoterapia.
El gran diseñador de drogas Alexander
Shulgin, que resintetizara el MDMA después de años de olvido en 1976,
dijo, después de tomar la primera dosis de éxtasis: “Me siento
absolutamente limpio adentro, no hay nada más que pura euforia”. El MDMA
permite moverse límpidamente por las emociones, sanar enconos y formar
vínculos afectivos, pero este castillo de diamantes puede fácilmente
derrumbarse una vez que se extingue la “luz encapsulada” de esta
sustancia si no se consume como parte de un proceso terapéutico dirigido
y con una intención clara de trabajo más allá del mero uso recreacional
(en el cual a veces se convierte en una escalera espectral al erotismo
espiritual).
PSILOCIBINA
(HONGOS)
Hace 50 años el profesor de
psicología de Harvard, Tim Leary, visitó Huautla de Jiménez, terruño de
la curandera mujer-árbol-estrella, María Sabina y tuvo una experiencia
que cambió su vida con los hongos alucinógenos. Esta experiencia
encendió al rascal guru de la psicodelia que luego intentaría
encender al mundo. Leary regresó a Harvard encaramado en la luz azul de
la psilocibina y empezó a realizar estudios con sustancias psicodélicas
en lo que pareceía ser una época dorada desfilando por Divinity Lane.
Antes de que el mismo Leary contribuyerá a la prohibición de las
sustancias psicodélicas como el LSD, su entusiasmo absoluto por estas
medicinas lo llevó a dosificar con psilocibina a prisioneros para
“decriminalizarlos”. El experimento
Concord logró que sólo regresaran 25% de
los prisioneros que salieron de la cárcel y tomaron psilocibina. El
promedio era del 64%. Lamentablemente estos experimentos no pudieron ser
replicados porque Leary fue expulsado de Harvard justamente por
proporcionar psicodélicos a los alumnos.
Tal vez porque los hongos alucinógenos
son probablemente la primera medicina integral de la historia de la
humanidad, usados para curar en numerosas culturas chamánicas,
actualmente la ciencia occidental empieza a prestarle atención a los
valores medicinales de la psilocibina, el principio activo de muchos de
los hongos alucinógenos, parte de la familia real psicodélica de las
triptaminas.
Actualmente ya
se emplea la psilocibina en programas
piloto para tratar pacientes en fase terminal. El médico Charles
Grob del Harbor-UCLA Medical Center en Los Angeles tiene evidencia de
que en todos los casos en los que se ha administrado este psicodélico a
personas con cáncer su ansiedad ha disminuido, mejorando así la calidad
de vida y el estado de ánimo, y estos beneficios han sido sostenidos
por varios meses.
“Bajo la influencia de alucinógenos
los
individuos trascienden su identificación primaria con su cuerpo y
experimentan estados libres de ego antes del tiempo de su estado físico
actual y regresan con una nueva perspectiva y una aceptación profunda de
la constante de la vida: el cambio”, dice el Dr. Grob.
El primer
estudio realizado en décadas en el Reino Unido con
psilocibina apunta a que los hongos podrían servir como efectivos
antidepresivos, sin muchos de los efectos secundarios que estos fármacos
exhíben, como la pérdida de apetito sexual.
La psilocibina —como todas las
triptaminas— tiene una estructura química similar a la de la serotonina,
la hormona que regula los estados de ánimo, y hace aleaciones con
receptores de serotonina en las neuronas. Esto le abre la puerta como un
substituto natural de los antidepresivos en la psicoterapia, ya que el
sistema de serotonina en los nervios es sobre lo que actúan los
antidepresivos existentes. Si las farmacéuticas lo permitieran, las
personas depresivas podrían tomar una pastilla de psilocibina todos los
días y ver el mundo un poco más soleado.
Aún más significativo es el hecho de
que
los efectos de la psilocibina en el tratamiento de la depresión podrían
ser a largo plazo, ya que la psilocibina incrementa la expresión de
genes y proteínas asociadas con el crecimineto de nervios. “Creemos que
los efectos antidepresivos de la psilocibina podrían deberse a un
posible incremento en los factores que activan la neuroplasticidad a
largo plazo,” dijo Franz
Vollenweider, del Hospital Psiquiátrico de
Zurich, quien estudia los efectos de las sustancias psicodélicas.
El sitio Alternet
tiene un interesante
reportaje sobre un ingeniero de una importante compañía de software que
recoge hongos en San Francisco una o dos veces por año y que los
utiliza simplemente para reconectarse con la naturaleza y consigo mismo,
de forma tranquila, no como algo meramente recreacional: un ejemplo del
nuevo paradigma que puede surgir en la cultura psicodélica dentro de la
sociedad. Personas totalmente funcionales que optan inteligentemente
por tomar en ocasiones plantas psicodélicas, más allá de tener o no
experiencias trascendentales, y regresan a la sociedad con una mirada
fresca para aportar nuevas formas de hacer y ver las cosas.
KETAMINA
Este disociativo usado como anestesia
para animales que fue introducido al mundo de la psiconáutica por el
genial y demente biólogo marino John Lilly, tiene también una
interesante aplicación
para tratar la depresión
severa. En un estudio realizado por Carl Zarate del Instituto
Nacional de Salud de Estados Unidos pacientes que no habían respondido
al tratamiento normal contra la depresión respondieron hasta en un 70%
cuando se les inyectó ketamina en dosis pequeñas. La respuesta
comúnmente ocurrió en las primeras 24 horas, lo cual es extraordinario
para un antidepresivo.
El pionero en comunicación entre
diferentes especies, John Lilly, solía tomar Ketamina y LSD en tanques
de aislamiento, en su esfuerzo por “desprogramar la biocomputadora
humana”. Lilly describe sus experiencias con la ketamina como “espiar
por el ojo de la cerradura de la eternidad”.
A diferencia de las demás sustancias
en
esta lista, la ketamina tiene una mayor vinculación con la muerte (casi
una seducción). Un ejemplo de esto es el caso reportado por el Dr.
Edward Domino en su excelente artículo “Taming
the Ketamine Tiger”. La
maestra de yoga y celebrity Marcia Moore y el anestesiólogo Howard
Alltounian tomaron ketamina juntos y después de dos túneles de Vitamina K
se enamoraron y se comprometieron en tan sólo 1 semana. Mrs. Moore fue
llamada la “sacerdotisa de la Diosa Ketamina” y empezó a tomar
Special-K diariamente. Después de ser advertida de los daños que la
sustancia ocasionaba, Moore le dijo a su esposo que estaba consciente de
esto pero que quería “domarla”. En enero de 1979 Marcia Moore
desapareció; dos años después se encontró su esqueleto. Se cree que se
inyectó ketamina y murió congelada en el bosque.
PEYOTE/SAN
PEDRO/MESCALINA
Aunque no existen muchos estudios
sobre
las propiedades medicinales de este cactus y su alcaloide principal, hay
iglesias enteras y comogonías que giran en torno a sus propiedades
visionarias y medicinales. Los huicholes en México llaman a este cactus
“hikuri” (transpersonalización del venado azul) y de manera popular
cuando hablan en español se refieren a una parte de esta planta
literalmente como medicina.
Las tribus nativo americanas que
tienen
permitido comsumir peyote por razones de tolerancia religiosa lo emplean
para quitar el dolor de muelas, el dolor de parto, la fiebre, el
reumatismo, la gripe, la diabetes e, ilustratiavmente, para la ceguera (botones
de peyote en vez de ojos para ver la luz invisible).
Uno de los pocos estudios sobre el
peyote con que contamos (McCleary, J.A.; Sypherd, P.S.; Walkington,
D.L., 1960, “Antibiotic Activity of an Extract Of Peyote [Lophophora
williamsii]“) sugiere que éste puede ser usado en varias preparaciones
para tratar neurastenia, histeria y asma. Un agente soluble en agua
antibiótico y antiséptico en contra de distintas bacterias extraído de
esta planta fue llamado peyocactin.
Los indígenas raramuri (tarahumaras)
aplican peyotes masticados a heridas, quemadas, mordeduras e
inflamaciones musculares. Este mismo grupo indígena mastica peyote en su
épicas caminatas a lo largo del desierto, en las que llegan a recorrer
más de 50 kilómetros, lo que sugiere que el peyote funge como un
estimulante anabólico (algo que suena lógico siendo que es parte de la
famila química de las feniletilaminas, que incluye al MDMA y a las
anfetaminas).
Los indios Kiowa usan peyote para
tratar
la gripe, la fiebre, la tuberculosis y otras enfermedades (Vestal, Paul
A. and Richard Evans Schultes, 1939, The Economic Botany of the Kiowa
Indians. Cambridge MA. Botanical Museum of Harvard University).
El peyote y la mescalina han sido
usados
creativamente por numerosos artistas, místicos y filósofos, entre los
que destacamos a Jean Paul Sartre, quien bajo la influencia de la
mescalina compuso su novela existencialista La Náusea (y luego fue
persegudio por una langosta gigante);
Carlos Castaneda, quien popularizó esta sustancia en su saga de
aprendiz de brujo con el indio yaqui Don Juan Matos y a quien el peyote
se le presentó como una entidad zoomórfica; Aldous Huxley, narrador de
su propia experiencia con la mescalina en el libro Las Puertas de la
Percepción; y Aleister Crowley, el último gran mago de Occidente,
quien fue una de las primeras personas en llevar mescalina a Europa hace
más de 100 años, después
de obtener el grado 33 de masón
en México. Crowley utilizaba la mescalina, así como otras sustancias
narcóticas, en sus operaciones erótico-mágicas para entablar
comunicación con entidades transdimensionales.
LSD
El padre del LSD, el Dr. Albert
Hofmann,
llamaba al ácido lisérgico “medicina del alma”. Hofmann creía que el
LSD podía cumplir con la función de reconectar a la gente con la
“naturaleza viva” y antes de morir escribió una carta a Steve Jobs, el
CEO de Apple, pidiéndole que apoyara la investigación científica del
LSD, “su hijo problema”. Jobs no respondió, pese a que había elogiado el
LSD diciendo que éste había cambiado su vida.
Antes de ser prohibido a mediados
de los sesenta, el LSD probó ser efectivo en la psicoterapia. Un caso
emblemático es el del superestrella de cine Cary Grant, quien tomó LSD
en los cincuenta bajo la batuta del Dr. Oscar Janiger. El LSD ayudó a
Cary Grant a sobreponerse a su ego y a superar miedos e inseguridades.
“La acción del químico libera el
subconsciente para que se vuelva patente. Hace que puedas ver lo que
transpira en la profundidad de tu mente —y lo que sucede ahí no lo
podrían creer, damas y caballeros— y puedas aprender qué prejuicios,
miedos y culpas, con sus represiones resultantes, inhibiciones e
inseguridades, han formado el patrón de tu conducta pasada. Un patrón
recurrente desde la infancia”, dijo Grant, con gran penetración
psicológica, alumbrando el secreto del LSD: es una sustancia
psiconalítica, cuyo cauce natural es la operación y reprogramación del
cerebro.
Actualmente está por concluir el
primer estudio médico con LSD
aprobado por un gobierno desde 1972. Significativamente es en Suiza
donde el Dr. Mario Gasser está llevando un estudio —financiado por
MAPS— sobre los efectos que tiene la psicoterapia asistida con LSD en
la ansiedad asociada con las enfermedades que ponen en peligro la vida.
El estudio consta de 12 pacientes con cáncer en etapa avanzada y otras
enfermedades graves. Según Gasser, los resultados son prometedores. La
investigación sugiere que el LSD permite a los pacientes vencer a su
miedo a la muerte, algo que por sí sólo es altamente significativo.
El sitio The
Daily Beast publicó el año pasado el perfil de
un individuo que padeció cefalea en racimos (cluster headache)
por 20 años y que encontró alivio inmediato con el uso de LSD.
“Mi cabeza estaba más clara de lo que
había estado en los últimos 20 años. Otros medicamentos se sentían como
si sólo ocultaran el dolor. Con el ácido toda la presión se había ido”,
dice Bob Wold sobre su experiencia curativa con el LSD.
Esperamos que el mundo imaginado por
la
novela UBIK de Phillip K. Dick no sea tan lejano. En esta novela de
ciencia ficción un grupo de psíquicos realiza viajes interplanetarios
para encontrar que en las máquinas dispensadoras existen sustancias
psicodélicas disponibles por unos cuantos centavos—incluyendo un análogo
del LSD basado en el ergot en una base lunar.
AYAHUASCA
Quizás la más prometedora de todas las
medicinas psicodélicas sea la ayahuasca. De origen este brebaje exhíbe
una intención y un linaje medicinal al ser una combinación de dos
plantas, lo que le permite al alcaloide psicodélico (DMT) ser activo vía
oral. Es decir, la ayahuasca es el resultado de la investigación
farmacológica por medios no ordinarios de los chamanes del Amazonas —la
leyenda dice que fue
el jaguar el que enseñó a hacer
ayahuasca— y combina en su preparado plantas medicinales con plantas
visionarias. Las preparaciones varían según el “ayahuasquero”, pero se
incluye siempre un inhibidor MAOI, tradicionalmente la liana
banisteriopsis caapi (“la viña de espíritus”) y una planta que
contenga DMT (o 5-MeO DMT) como la chacruna (Psychhotria viridis).
La fama medicinal de la ayahuasca
llegó a
oídos de los escritores beat Allen Ginsberg y William Burroughs desde
la década de los cincuenta. Burroughs
intentó dejar la heroína
usando la ayahuasca, pero su incorregible talante de junkie le
impidió lograrlo del todo (su relación con los opiáceos duraría toda su
vida). Sin embargo su peregrinación en búsqueda de la ayahuasca lo
dejaría fascinado con las propiedades telepáticas de esta sustancia, lo
que acabaría gestándose en una encantadora novelita “El Fantasma
Accidental”, en la que un capitán británico en Madagascar que consume
ayahuasca tiene una relación paranormal con los lemures (fanastmas) de
esta isla.
En un principio se creía que la
sustancia activa de la liana banisteriopsis caapi era la
telepatina, siguiendo los reportes de los usuarios tradicionales de la
ayahuasca, que reportaban visiones colectivas de jaguares, serpientes y
pájaros enjoyados; la habilidad de ver eventos futuros; y la capacidad
de entablar contacto telepático con otros miembros de la tribu, con
espíritus, plantas y animales. Actualmente se sabe que la telepatina
ocurre en distintas plantas y en realidad se conoce como harmina.
Existen numerosos relatos de experiencias telepáticas durante la ingesta
de la ayahuasca, incluyendo las del maverick psiconauta, Terence
Mckenna, que en su sesión de conferencias “The Tree of Knowledge” relata
sus experiencias telepáticas en tomas de ayahuasca en Perú y luego con
sus propios brebajes. Mckenna apunta a que no se puede desestimar a la
ayahuasca como una sustancia telepática, ya que tiene “una increíble
habilidad para ver lo que otras personas quieren decir. La ayahuasca es
conducida por el sonido, por la canción, por el silbido, y su capacidad
de transformar el sonido, incluso el sonido vocal, en el espectro
visible, indica que hay una membrana o frontera de procesamiento de
información que está siendo superada por la farmacología de esta
sustancia”. Esencialmente Mckenna sugiere que la ayahuasca y otros
psicodélicos que ocurren de forma natural en el metabolismo humano (la
ayahuasca es análoga a la serotonina) tienen una fascinante capacidad
para materializar el Logos, para que la palabra no sea oído sino sea
asida.
El mismo Mckenna en sus sesiones del
“Árbol del Conocimiento” revela que la ayahuasca es el único psicodélico
que conoce con el cual te sientes físicamente mejor después de tomarlo
(incluyendo a los hongos, sus consentidos).
El Dr. Jeromy Narby, en su libro The Cosmic
Serpent formula la
hipótesis de que los chamanes del Amazonas son capaces de entrar en
contacto a nivel molecular con el ADN y extaer información, la cual usan
para curar. De esta forman han logrado desarrollar medicinas complejas
como el curare y quizás la misma ayahuasca, en el susurro biofotónico
del ADN-Axis Mundi:
“Mi investigación me ha llevado a
formular la siguiente hipótesis: En sus visiones, los chamanes llevan
su conciencia a nivel molecular y obtienen acceso relacionada al ADN, al
que llaman “esencias animadas” o “espíritus”. Aquí es donde ven dobles
hélices, escleras espirales, y formas de cromosomas. Así es como las
culturas chamánicas han conocido por milenos que el principio vital es
el mismo para todos los seres vivos y tiene la forma de dos serpientes
entrelazadas (una viña, una cuerda, una escalera)”.
El curandero Juan Flores, quien ha
trabajdo con el blogger sincromístico Jake Kotze (quien descifra los
códigos esotéricos de la cultura popular), dice que la ayahuasca es una
“puertita” que se abre para que los espíritus de otras plantas entren.
Flores dice haber aprendido el arte de la curación con las plantas de
los espíritus extraterrestres, que lo llevaron a habitaciones
brillantemente iluminadas -como hospitales- en el cielo. El chamán
cósmico explica que los grandes maestros van al centro de la galaxia a
estudiar:
Si bien el DMT (dimetiltriptamina) que
llevan los brebajes de ayahuasca está prohibido, la ayahuasca es legal
dentro de un contexto religioso en países como Brasil, donde la Iglesia
del Santo Daime y la Unión Vegetal cosumen de forma sacramental esta
sustancia. Un estudio médico realizado por el Dr. Dennis Mckenna y el
Dr. Charles Grob con la participación de científicos de Brasil,
Finlandia y Estados Unidos mostró que miembros ayahuasqueros de la Unión
Vegetal obtuvieron mejores resultados que un grupo de control en
pruebas cognitivas y de memoria. En un examen psicométrico de
personalidad, los ayahuasqueros mostraron significativamente mayor
confianza vs miedo a la incertidumbre, una tendencia mayor a formar
comunidad vs timidez y un mayor optimismo vs preocupación ante lo
desconocido.
Fondeado por capital francés, se ha
construido en Perú el Centro
Takiwasi,
especializado en el tratamiento
de las adicciones con ayahuasca.
Existen numerosas investigaciones
sobre
el potencial de la ayahuasca en el tratamiento de adicciones (“el veneno
es el antídoto”, se invierten los papeles): aquí
una serie de enlaces a artículos de
investigación.
Una triptamina, al igual que los
hongos,
una de las sustancia activas de la ayahuasca es molecularmente similar
a la serotonina y en este sentido tiene un potencial antidepresivo (al
funcionar como un neurotransmisor). Aquí
una serie de enlances de artículos
de investigación sobre el potencial que tiene la ayahuasca como
antidepresivo (quien sea que haya tomado ayahuasca sabrá que la
ayahuasca tiene efectos considerables y duraderos sobre el estado de
ánimo).
Terence Mckenna decía que la
diferencia
entre algunos esquizofrénicos y algunos chamanes es que los
esquizofrénicos son medicados y aislados por la sociedad (eso y que los
chamanes saben regresar de sus excursiones psiconáuticas). Tal vez el
veneno sea el antídoto. Aquí
una serie de enlaces sobre las
posibilidades que tiene la ayahuasca de tratar la esquizofrenia.
Por antonomasia, el ayahuasca es la
medicina psicodélica intergral: existen varios reportes sobre personas
que dicen haberse curado del cáncer a través de la medicina chamánica
que utiliza ayahuasca. El Dr. Donald Topper de la Universidad de Hawai y
fundador del Drug Policy Forum de Hawai escribió un recuento de su
experiencia con la ayahuasca y el cáncer para la organización MAPS.
Topper había sido diagnosticado cáncer colorectal; en 1996 se le dijo
que el cáncer se había esparcido a su hígado. Topper empezó a tomar
ayahuasca con miembros del Santo Diame y luego con un aprendiz de
chamán. Después de varias sesiones se hizo un examen y un oncólogo le
reveló que los antigenes cancerígenos que tenía habían desaparecido.
Topper atribuyó su recuperación a la ayahuasca.
El sitio Alternet
reporta sobre el
extraordinario caso de una mujer que dice haber tenido cáncer, el cual
fue extraído por un chamán durante una sesión de ayahuasca. ”Durante la
sanación Carlos extrajo humo negro de mi pecho, donde el cáncer estaba.
Pude ver hacia adentro. Mis células estaban vivas, pulsando con el
ritmo del cosmos”, dice esta mujer.
Existen numeroso relatos personales en
la Red sobre personas que dicen haberse curado del cáncer en sesiones de
ayahuasca y de curanderos que dicen curar hasta el SIDA con la puerta
que abre esta planta. Evidentemente estos relatos no tienen una validez
científica, pero sí invitan a realizar una investigación más amplia.
La sanación ayahuasquera abre la
puerta a
una dimensión alternativa de la medicina, la sanación simbólica y
energética. Los chamanes en ocasiones describen que la ayahuasca les
revela cierta información la cual utilizan en conjunto con sus
conocimientos botánicos para realizar una curación, pero a veces son las
mismas visiones de la ayahuasca las que curan, ya sea a través de un
proceso simbólico de integración psíquica o mostrando el cuerpo
energético y en su visibilidad la posibilidad de mover los puntos y
filamentos de este cuerpo para restablecer el orden de la salud. La
ayahuasca como otros enteógenos libera el inconsciente y lo hace surgir a
la percepción consciente; los símbolos son las unidades anatómicas del
inconsciente, y en este sentido operar simbólicamente es operar sobre la
anatomía del inconsciente: el espíritu. De esta forma, también, se
trabaja no sobre los síntomas, sino sobre las causas de una enfermedad
(el proceso mental o emocional que las somatizó) ¿Es posible hablar
entonces de una medicina simbólica que modifique o reajuste la
estructura del cuerpo álmico? Si consideramos la posibilidad de que
nuestra estructura básica sea el lenguaje, en la profundidad informática
de nuestras células, en el código de “letras” de nuestra genética,
entonces no es tan descabellado pensar que un lenguaje -sonidos,
palabras, imágenes- pueda curararnos (reprogramarnos).
BUFO ALVARIUS/5-MeO-DMT
Al igual que la ayahuasca y el peyote,
el sapo Bufo Alvarius fue elevado a la condición de sacramento y formó
una iglesia a su alrededor, la fugaz “Iglesia del Sapo de la Luz”, con
Albert Most como sumo pontífice. El 5MeO DMT es la sustancia psicodélica
más potente conocida en el mundo (una versión comprimida de la
ayahuasca a la velocidad de la luz 4 veces más potente que el DMT). Si
bien esta sustancia, conocida como “la molécula de dios”, que también se
produce de manera natural en el cerebro, no tiene el linaje medicinal
de la ayahuasca, y en ese sentido carece del campo morfogenético de
estas plantas y sus ancestros, su poder es tal que sirve como un breve
comodín holográfico con el cual probablemente se pueda hacer lo que sea.
Su corta duración y enorme intensidad apuntan a la posibilidad de una
medicina que funcione como terapia de shock, una experiencia
transformadora que puede sacudir la raíz de la psique y liberar las
energías bloquedas que generan enfermedades crónicas. Aunque no existe
ningún estudio científico que legitime el uso de esta sustancia (y
recientemente ha sido archivada como una sustancia controlada en Estados
Unidos), quizás no es un error decir que tiene gran potencial en el
ámbito de la medicina al ofrecer casi seguras e instantáneas experiencia
místicas para todos sus usarios. De la misma forma que una experiencia
cercana a la muerte puede cambiar la vida de una persona, una
experiencia enteógena con el 5MeO DMT puede detonar profundos cambios
que lleven a una persona hacia un estado de armonía y poder personal.
Como dijimos al principio de este
artículo, en ocasiones el veneno puede curar, en este caso literalmente,
ya que el 5 MeO DMT es extraído del veneno del sapo de Sonora.
IBOGAÍNA
La
ibogaína (Tabernanthe iboga)
es una sustancia ligada a prácticas chamánicas en África, descubierta
por occidentales en la segunda mitad del siglo XIX. Si bien todas las
sustancias psicodélcias tienen la capacidad de ayudar a dejar adicciones
a drogas fuertes como la cocaína, le heróina e incluso el tabaco y el
alcohol. La ibogaína, junto con la ayahuasca, es la más prometedora. Es
más, el tratamineto con iboga podría ser el más efectivo del mundo, con
un porcentaje del 80% de efectividad en el relevo de adicción a
opiáceos, según un estudio publicado en el
American Journal
of Addictions. Aunque la ibogaína es ilegal en buena parte del
mundo, existen numerosas clínicas informales que ofrecen este innovador
tratamiento, que no sólo ayuda a dejar terribles adicciones, deja al
paciente con una sensación de reencantamiento con la vida (sin tener que
recurrir a la religión).
Por si esto fuera poco, Terence
Mckenna
decía que la iboga era el afrodisiaco más poderoso del planeta y, como
es evidente, el sexo puede ser una de las medicinas más potentes.
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