Neuro-acupuntura psicoactiva:
más allá del
consumo de una sustancia, pronto podríamos estar dosificándonos con
estados alterados de percepción confeccionados a la medida.
Al parecer aquellos días en que las
personas que querían una sustancia para “viajar” recurrían a un dealer
clandestino, tal vez mal encarado o al menos un tanto paranoico, pronto
serán parte solo de
la
memoria colectiva. Y es que de acuerdo con Rohit Talwar, el fundador de Fast
Future Research, una firma internacional de análisis de tendencias
y escenarios futuristas, en poco tiempo, cuando desees jugar con las
puertas de tu percepción, lo más probable es que ya no recurras a tu
proveedor tradicional de sustancias, sino a un ingeniero en
bioinformática, o algo parecido, para que te recete un protocolo de
estimulación “a la medida” de tu personalidad y tu perfil psicológico.
Gracias a los últimos avances en
campos
como la genética, las ciencias cognitivas, la nanotecnología y la
bioinformática, parece que la era de la estimulación hiperprecisa, en la
que ya no requeriremos consumir sustancias en sí, ya sean drogas o
medicamentos, sino que utilizaremos neuroestímulos puntuales para
detonar las reacciones deseadas (como una oda tecnológica a la máxima
universal de la causa-efecto), se encuentra a pocos años de instalarse.
“Entre más entendemos al cerebro
humano,
mayor es nuestra capacidad para generar efectos positivos como afinar
las funciones ligadas a la memoria. ¿Quieres volar? ¿Quieres endulzarte?
De hecho yo quiero vivir la vida, en mi cabeza, siendo mitad gato y
mitad humano”, afirma
Talwar en entrevista para la
edición británica de Wired.
En las últimas dos décadas se ha
explorado ampliamente el campo de las neurociencias, lo cual
paralelamente se ha desdoblado en el desarrollo de técnicas e
instrumentos diseñados para inducir estados de percepción alterada en el
ser humano. Y como suele suceder, el mundo del arte, en particular el
de la literatura y el cine, han servido como catalizadores proféticos de
manifestaciones futuras. En el primero de los casos tendríamos que
citar, obviamente, la novela Neuromancer, del gran William
Gibson, la cual se convirtió en una especie de contundente manifiesto
pare el movimiento cyberpunk (tal vez la primer tribu humana que
coqueteó con la inducción de estados alterados a través de recursos
tecnológicos).
En el caso del cine, cómo olvidar, por
ejemplo, el tanque de aislamiento sensorial popularizado en la película Altered
States (1980), dirigida por Ken Russell, o los electroviajes que
utilizaban para dosificarse los personajes de Strange Days
(1995), una cinta un tanto profética, que hace más de 15 años ya
anunciaba la llegada de la era de los narcóticos digitales (¿el Madmax
de la drogas?).
Siguiendo con algunos de los
antecedentes del escenario futurista de las drogas, podríamos incluir
una tendencia que se popularizó en los últimos cuatro años: los sonidos
binaurales. Esta práctica de algún modo encarna el primer destello de la
comunión entre la cultura pop y los estimulantes digitales. Bajo la
premisa de “malabarea con tu percepción a través de un mp3″, miles de
jóvenes han recurrido a la descarga de estas piezas sonoras con el fin
de modular sus frecuencias cerebrales en busca de acceder a estados
“inusuales”.
«Los tonos o beats binaurales, son
artefactos de procesamiento auditivo, cuya percepción se desenvuelve
dentro del cerebro en forma independiente a la de los tradicionales
estímulos físicos. Este efecto fue descubierto por Heinrich Wilhelm Dove
en 1839. Ante esta estimulación nuestro cerebro produce pulsaciones en
bajas frecuencias que se presentan, separadamente, al oído de la persona
a través de audífonos en sonido estéreo. Ambos tonos serán
automáticamente fusionados por nuestro cerebro en un solo sonido, la
frecuencia de estos tonos debe estar por debajo de los 1,500 Hertz. La
diferencia entre ambas frecuencias debe ser limitada, menor a 30 Hz para
lograr que el efecto se concrete. En caso contrario evitaríamos la
fusión de ambos tonos y no se lograría la gestación del beat inductor», explicamos
en una nota publicada hace poco más de un
año en este mismo sitio.
Pero como suele suceder con la
exploración psiconaútica, parece que la verdadera meca de la futura
escena narcotico-digital aún se mantiene en dos nichos puntuales, el
underground y el científico, y que tendremos que esperar un poco para
que se derrame al resto de la población: primero a los más osados y
posteriormente envolverá a las masas. En este sentido resulta muy
estimulante lo que está sucediendo en el laboratorio de neurociencias de
la Universidad de Berkeley, en California. Hace
unos meses, investigadores replicaron imágenes
visualizadas en la mente de una persona, a través de los patrones
registrados en su actividad cerebral, es decir, lograron traducir las
imágenes que generaba una persona internamente, a data visual proyectada
en un video. Pero lo más interesante es que, de combinadarse con
terapia transcraneal, esta técnica permitiría detonar “viajes” precisos
en la mente de una persona.
“También podrías visualizar la
experiencia y luego confeccionar exactamente el efecto que deseas
experimentar. Esta convergencia nano-info-bio-cogno nos conduce a
esferas bastante interesantes”, nos dice Talwar, quien fue contratado
por el gobierno británico para investigar lo que sucederá dentro del
escenario de las drogas en los próximos veinte años. Pero el “experto”
en futurismo no para ahí, sino que incluso se aventura a describir, con
cierto detalle, un posible escenario: utilizando proteínas biológicas
que contengan tecnologías de procesamiento de información, se podrían
liberar efectos específicos detonados a través de estimulación
electromagnética. Estas podrían consumirse en, por ejemplo, un club
nocturno, en donde el DJ sería el encargado de liberar nanopartículas
que los asistentes podrían ingerir. Posteriormente estas serían
utilizadas para disparar un estado deseado, en un punto determinado de
su set musical, utilizando un estímulo eléctrico sobre el cerebro del
público.
Para terminar este apasionante
ejercicio
futurista, lo más pertinente es repasar, aunque sea brevemente, los
pros y contras del posible escenario. Por un lado, la era de los
narcóticos digitales sugiere la caducidad del narcotráfico organizado a
gran escala, lo cual a su vez aniquilaría a los actuales cárteles de la
droga, con todos los beneficios sociales que ello implicaría. Por otro
lado se corre
el riesgo
de que las grandes farmacéuticas, una mafia que aunque sea legal no por
ello es menos nociva que los cárteles, copte y restrinja el uso de la
electroestimulación y transforme está practica en mercado. Desde otra
perspectiva, resulta bastante satisfactorio saber que si los últimos
descubrimientos en el campo de las neurociencias están ya siendo
aprovechados por industrias esencialmente nefastas, como
en el caso del neuromarketing o del neurocine
comercial, y
ni qué hablar de gobiernos (neuropolítica) y
agencias de inteligencia, también pueda traer beneficios a una de las
prácticas más loables y más humanas en la historia de nuestra especie:
la psiconáutica.
Y
como en todo ejercicio futurista, en
realidad no resta más que esperar y confiar en que a partir de la
comunión de estos pulsos que forman la ‘punta de lanza’ del arte, la
ciencia, la psicología, y la espiritualidad, resulte un paisaje
altamente estimulante, y que nosotros, los observadores activos, sepamos
traducir los nuevos cúmulos de estimulación en lecciones, habilidades,
sonrisas y, sobre todo, en esa paz interna que resulta, como una
consecuencia ineludible, de la canalización consciente de información.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Podés comentar abiertamente sin ningún tipo de restricción.