Kosher judio (naturaleza de un festín diabólico)

Tipico sionista demiúrgico.
Como se sabe, el "Kosher" o "Casher" es la dieta que debe seguir estrictamente todo judío de acuerdo a sus rígidas normas religiosas de cocina y consumo de productos. Incluye el tipo de tratamiento que deben recibir algunas materias comestibles como frutos, semillas y, especialmente, la forma en que debe ser obtenida la carne, permitiendo sólo el consumo de ciertas especies animales y no de otras (excluye a los "animales impuros" señalados en la Biblia). La tradicional imposibilidad del judío de consumir carne de cerdo, por ejemplo, proviene de esta filiación a las normas culinarias del Kosher.
Donde mejor señalado se encuentra esta prescripción es en la Torah y el Antiguo Testamento, en Levítico 2 y en el Deuteronomio 14:3,21. Las bases elementales de toda la reglamentación Kosher están allí, en especial lo referido a las formas de sacrificio de animales. Sin embargo, en tiempos recientes hemos comenzado a advertir que la naturaleza del Kosher y el objetivo de sus restricciones originales está siendo descaradamente tergiversadas en pro de fomentar el consumo de estos productos entre la población no judía, como veremos más abajo.
En una página publicitaria argentina de internet para los productos de naturaleza Kosher, es decir, los pertenecientes al estricto menú que le está permitido consumir a los judíos por acuerdo general y religioso, podemos leer lo siguiente:

PRODUCTOS KOSHER:
El término Kosher es cada vez más conocido entre los consumidores, quienes se preguntan en que consiste este grupo de leyes que norman la selección y preparación de alimentos para la comunidad judía, pues muchas personas han descubierto que Kosher, además de sus implicaciones religiosas, significa alimentos más puros y sanos.
Kosher es una palabra hebrea que significa autorizado o apto para el consumo humano y estos productos cumplen con las normas Kashruth, que es el conjunto de estrictas normas de higiene contenidas en la ley hebrea. Esto significa el más exigente control e higiene para alimentos y bebidas.
Para que un producto sea autorizado y pueda considerarse Kosher, debe cumplir con normas sumamente rigurosas en todo su proceso industrial y asegurar que el origen y tratamiento de todos sus componentes cumplan también con estos reglamentos. Se necesita conocer cada ingrediente hasta la tercera generación de proveedores, saber quien lo procesó, como lo hizo y que materias primas usó.
Estadísticamente, en EE.UU los consumidores de productos Kosher representan 5 veces mas que la comunidad judía, lo que indica que los productos Kosher son preferidos no sólo por motivos religiosos, sino porque implican una estricta supervisión para asegurar su calidad. Kosher es actualmente un status que se le otorga a un producto. Asegurándose con esto, que se vigila y se controla al mismo desde la selección y origen de todos sus componentes, su procesamiento, envasado y empaquetado hasta el producto final que llega al consumidor.
Cuando las personas se familiarizan con las reglas Kosher quedan impresionadas por su rigor y descubren que las comidas empacadas que tienen la certificación Kosher contienen menos conservantes y son mas puras y más sanas."
Este tipo de avisos se han vuelto cada vez más comunes entre los promotores de la dieta Kosher y ya han comenzado a aparecer en algunos medios impresos. En lo fundamental, sus afirmaciones no difieren del resto de los avisos del mismo género.
Esto es sencillo de entender: Los judíos están intentando introducir -desde hace varios años- su dieta religiosa y los mandatos "religiosos" de la misma en las sociedades donde viven, como una forma de popularizar los productos elaborados bajo el rigor del Kosher, al mismo tiempo de conseguir un abaratamiento de los costos ya que, como son ellos mismos los interesados, importadores y consumidores de los mismos, suelen comercialos a su propia gente a precios estratosféricos, dominados por su afán especulador. Un judío de clase media encontrará grandes dificultades para poder seguir una dieta estrictamente Kosher, pues es habitualmente onerosa. Ya han conseguido que muchas líneas aéreas sustituyan sus alimentos para pasajeros por alimentación exclusivamente Kosher, y otras compañías, como la Nestlé y la Cocacola Company, producen todos sus alimentos bajo esta misma rotulación.
No obstante lo anterior, curiosamente en países como el nuestro, otras compañías controladas por judíos, compran la sangre de los mataderos y la utilizan como colorante en polvo para cecinas, fiambres, galletas de "chocolate" (cuyo color se debe precisamente a la sangre) y hasta el café de legumbres que se vende simulando ser auténticamente de grano por la misma firma Nestlé. No sabemos, así, a qué se ajustaría aquí la estrictez de la reglamentación Kosher, ya que sólo se puede consumir un colorante de sangre cuando pertenece a un animal sacrificado de acuerdo a los ritos de muerte que explicaremos más abajo. Puede ser, por lo tanto, que muchas de las demás reglas Kosher estén ocultas al conocimiento de los no judíos y sean manejadas sólo por las altas compañías productoras de estos alimentos y sus fiscalizadores.
Una de las muestras más evidentes de la necesidad judía por acomodar los hábitos culinarios de un pueblo al de los suyos, suele ser la tendencia a "profesionalizar" los mataderos de animales con técnicas y maquinarias absolutamente sanguinarias y crueles para dar muerte a los pobres e indefensos animales. En nuestros países latinos, esta actividad suele hacerse con un golpe de corriente en aves o bien un disparo de pistón mortal en el craneo de reses y corderos; La idea es darle una muerte instantánea e indolora. Sin embargo, las tecnologías que ha ido introduciendo el judío para este mismo sencillo trabajo son escalofriantemente crueles, más lentas y siempre procurando que la muerte del animal no sea en inconciencia, sino por desangramiento. ¿Por qué?... Porque la ley Kosher no permite consumir animales que no hayan sido muertos de forma traumática y dolorosa, ofreciendo su sangre a Jehová (YHWH=Demiurgo) y procurando que quede un mínimo de sangre en el cuerpo de la criatura. Muchos "naturistas" entregados a la dieta Kosher, sin ser judíos, ciertamente deben desconocer este tipo de antecedentes.
Para promover esta dieta, los judíos fomentan las partes menos relevantes de la misma: Sólo se puede consumir vino o vinagre de origen Kosher, sal de mar de cierto tamaño cada grano, aceites animales que no procedan de mamíferos (aprovechando de aludir a sus bajos índices de colesterol), etc. Deben ser certificados por un rabino o, en su defecto, por un delegado especialmente instruído para tal asunto.
Vamos a dejar, así, algo en claro: La dieta Kosher es un festín asesino, inhumano y absolutamente criminal, basado en prescripciones completamente supersticiosas más que religiosas, ideales para la idiosincrasia judía y su desprecio permanente por la vida. Está, por lo demás, lejos de ser tan "sana" como sus defensores aseveran, ya que es una regla culinaria necesariamente rica en consumo de grasas animales, frituras de aceite y es otras materias cada vez menos aceptadas dentro de la nutrición humana. Las llamadas "medidas de higiene" para el tratamiento de la carne no son más que procedimientos absolutamente innecesarios para el consumo y basados en meras "exigencias divinas", como lavar con agua los interiores de los animales muertos, no mezclar la carne con leche (o subproductos de la leche) durante su preparación, o bien extraer hasta la última gota de sangre líquida posible del animal, así como el aseo completo de máquinas procesadoras de alimentos que hayan sido utilizadas en un producto no Kosher con anterioridad. Asegurar entonces que "además de sus implicaciones religiosas, significa alimentos más puros y sanos..." o que "...las comidas empacadas que tienen la certificación Kosher contienen menos conservantes y son mas puras y más sanas", es algo inmoral y tendencioso, pues cae por sí mismo al analizar las mentadas reglas de cocina del Kosher.

Lo malo siempre se junta.
La negativa del Kosher a adicionar saborizantes o preservantes de cierto origen natural permite, por consiguiente, que se apliquen en sus productos sustancias análogas más químicas y menos saludables. Por ejemplo: Los preservantes a base de ácido láctico para las carnes no son permitidos si se obtienen de fermentación de leche (que sería más natural y sano) y sí son aceptados cuando proceden, en cambio, de la sintetización de materias de naturaleza petroquímica o bien de la fermentación de hidratos de carburo de ciertas plantas. Así, el rechazo hacia los alimentos no Kosher no guarda relación alguna con medidas de higiene o salud, sino a un sentimiento de repulsión supersiticiosa hacia tales alimentos de "gentiles", bajo la convicción de que no pertenecen a las reglas divinas exigidas a cada miembro del Pueblo de Dios para poder mantener dicha categoría. Incluso, se ha establecido límites de tolerancia para aceptar que un producto Kosher sea accidentalmente "contaminado" con otro no Kosher, fijando la medida máxima aceptable en 1/60 parte, siempre y cuando el producto final no se vea influído por este contacto ni en olor, color o sabor. Son normas de escrúpulos exagerados, si se quiere ver desde ese punto de vista. Un vino Kosher no puede ser tocado en ninguna parte de su proceso por un no judío, sino queda "impuro", de ahí que tengan sus propios viñedos y bodegas, pues el gentil nunca sabrá qué es el vino de esta dieta, tan pronto toque sus labios, dejará de ser Kosher. Lo mismo sucede con varios de los demás alimenos, que deben ser "puros" del contacto con el no judío.
Volvemos a insistir: Esto es nada más que escrúpulos supersticiosos y ascos de origen supuestamente religiosos. A continuación, pasaremos a analizar la forma en que son muertos los animales sacrificados bajo el rito Kosher para demostrar que esta dieta no tiene nada de saludable ni "naturista", sino que se trata de otra exteriorización del arquetipo del judío fanático y de la sed criminal por el derramamiento de sangre, manifiesta en los sectores más fundamentalistas.
Según la prescipción del Torah y el Talmud, el sacrificio del animal debe procurar siempre el dolor de este. Dolor y desesperación, pues el animal es puesto en conciencia de que será sacrificado, y nótese que esto continúa en cada rincón de la Tierra a pesar de que, prácticamente, todos los países se han suscrito a la aceptación de los derechos mínimos de los animales, que incluyen normas para darle una muerte indolora o, cuanto menos, poco cruel. Esta disposición del Kosher es amplia, sin embargo, y permite varias alternativas para darle una muerte sangrienta a la criatura; Bastaría un cuchillo para degüello, o bien maquinarias industriales que atascan la cabeza del indefenso animal dentro de un armazón, para luego ser cortada su garganta con un par de hojas parecidas a una tijera fija automática. En todos los casos, la muerte llega horriblemente lenta y con una carga absolutamente innecesaria de estres y sufrimiento... Innecesaria, salvo -por supuesto- para la satisfacción del rito salvaje y primitivo, pues según la vampírica concepción religiosa, esos interminables minutos de espanto, agonía y desangramiento del animal, confluyen en una "liberación de energías" que llegan directamente a Jehová (YHWH) y alimentan su divinidad, cual monstruosidad molocquiana.
Según antecedentes de la Fundación Brigitte Bardot de Francia, que se ha encargado de denunciar actos como el que describimos; La muerte por desangramiento del animal llega a durar 13 horrendos minutos de sufrimiento. Y, de hecho, en muchos casos la muerte no viene por la pérdida de sangre, sino por la sofocación del animal ante los mismos fluidos de su hemorragia una vez que el cuello le es cortado ritualmente.
Vemos así que queda de manifiesto otra negra característica del Kosher: No está pensado para nada en satisfacer los intereses de quien lo practica (y menos para su salud), sino, simplemente, para complacer el apetito sanguinario de una divinidad infame y abominable como es YHWH (demiurgo).
En aquellos países donde no han logrado introducir esta costumbre en los mataderos locales, los judíos llegan a instalar sus propias plantas de sacrificios, pudiendo algunas de ellas ser clandestinas y ubicadas, por lo general, en las afueras de las ciudades junto a grandes autopistas o bien en barrios industriales donde pasan inadvertidas. Nadie sabe con certeza la cantidad de animales que mueren en estas plantas.

Culminaremos este revelador articulo con tres puntos que consideramos fuertemente relacionados con el tema que atendemos:

1.- Los judíos son los principales promotores de la alimentación a base de carne (médicos, publicistas, empresarios, etc). A pesar de que estamos concientes de las inconveniencias de este tipo de dieta, no tenemos nada particular en contra de ella, salvo que se fomenta para la posterior introducción de las prácticas crueles que hemos descrito, como forma de dar la muerte a los animales del matadero. Cada vez hay más pruebas de que la alimentación carnívora es bastante nociva para el ser humano dada la cantidad de sustancias y ácidos que entran al organismo humano, poco preparado naturalmente para tolerarlas (grasas animales, colesterol, toxinas, hormonas, etc). La propaganda judía ha dejado estos argumentos de lado y los ha apartado del debate médico nutricional de nuestros días. ¿Es necesario el derramamiento constante de sangre para que se mantenga la vigencia del incoherente y brutal Kosher?

2.- Un hecho curioso es que los judíos tienen en sus filas una serie de artistas, principalmente europeos, entre los que está de moda la práctica de actos criminales "artísticos" contra animales que, por ejemplo, una vez muertos son exhibidos dentro de estanques con formol o alcohol, como mutilaciones, degüellos, etc. Los animales utilizados son mayoritariamente los mismos prescritos por la dieta Kosher: Reses, ovejas, carneros, aves y peces. ¿Hay alguna relación entre el sacrificio de estas criaturas en nombre del "arte" con las que se sacrifican en nombre del Kosher?

3.- Por último, la crueldad de los experimentos científicos con uso de animales de laboratorios, en las últimas décadas (los mismos que fueron prohibidos en la Alemania Nazi, aunque esto se ocultó) también es fomentada por académicos judíos y aceptada por autoridades de la misma filiación. En el caso de Gran Bretaña, inclusive, fueron la autoridades gubernamentales judías las que defendieron este tipo de prácticas criminales, e innecesarias en la mayoría de los casos. Lo mismo sucede con las industrias de cosméticos que utilizan animales para la elaboración y experimentación de sus productos, o bien para las últimas compañías comerciantes de pieles naturales, en ambos casos, pertenencen mayoritariamente a judíos. ¿Es este tipo de sacrificios, en realidad, una pantalla para realizar el mismo tipo de muertes necesarias para la preservación del mito que alimenta al Kosher?

Preguntas sin respuestas. Al menos sabemos lo que usted sí podrá responder el día que alguien le ofrezca la alternativa "natural y sana" de la alimentación Kosher.
El grotesco "arte" judío contemporáneo, tal como el sacrificio exigido por el "Kosher", expresa a la perfección el odio ancestral y talmúdico de Sión contra la vida y la naturaleza, así como la veneración de lo aberrante y lo morboso. Como ejemplo están las vacas mutiladas del judío inglés Damien Hirst, en cuyo estilo, aplaudido hasta las lágrimas por los "intelectuales del arte", abundan los animales sacrificados y mutilados.

El "Kosher" es la base de la tradición gastronómico-religiosa judía y una prueba irrefutable del desprecio a la vida ajena. Un judío que siga correctamente la Ley de Sión no puede comer ningún alimento animal que no proceda de un sacrificio ritual de degüello y posterior desangrado de la criatura. A pesar de que con esta prácita sobrepasan todas las leyes existentes sobre trato a los animales y formas de darle muerte para consumo, rara vez alguien se ha levantado contra esta actitud cruel y sanguinaria. El sacrificio pretende ofrecer la sangre y el alma del animal al dios judío, mientras ellos se quedan con la carne, para lo cual consideran imprescindible que la muerte deba ser dolorosa y ritualística como se observa. Por ello, nada es más ridículo y caricaturesco que ver a los judíos que hoy lideran supuestos movimientos ambientalistas o contra el maltrato a los animales, alegando derechos existenciales de la fauna o respeto a la vida.

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