Eran Gnósticos los Espirituales de Corinto?


Como apuntábamos, quizás sea un tanto exagerado etiquetar a los de este grupo como “gnósticos”. Pero es, sin embargo, verdad que a lo que más se parecen sus ideas es a las de los gnósticos. Puede decirse al menos que su ideología religiosa tiene resabios de corte “gnosticizante”, es decir que se adelantaron a algunas nociones que pocos años después serán patrimonio de la gnosis y del gnosticismo.

Sin duda alguna, estos cristianos se creían especiales, por lo que Pablo tuvo que dirigir contra ellos buena parte de su carta (no sólo los capítulos 1-4). A ellos parece dedicarles más tiempo que a cualquier otro grupo de la comunidad.


Por el tenor de sus respuestas y argumentos
Pablo parece admitir en principio algunos puntos de vista de los “espirituales”. Aunque también es posible que se trate de la utilización del mismo vocabulario que el de sus adversarios para darle la vuelta a sus argumentos.


Así el Apóstol parece aceptar de los cristianos “espirituales” de Corinto:


• La diferencia entre “perfectos” o “espirituales” y vulgares o “carnales” (3,1), que no captan las cosas del Espíritu de Dios (en 2,14 estos últimos son denominados “psíquicos” u hombres dotados de “alma”, pero no de espíritu).


Esta distinción esencial entre “espíritu” y “carne” como entidades casi irreconciliables, es parte del trasfondo del pensamiento de Pablo ya sea consciente o semiconscientemente. Esta contraposición explicará la inclinación hacia la virginidad y el poco entusiasmo hacia el matrimonio por parte del Pablo en el cap. 7. 


Con otras palabras: hay un componente protognóstico imperfecto en Pablo que no es conveniente ignorar porque explica mucho de su teología.

• La existencia de una sabiduría de Dios, escondida, pero destinada desde los siglos para los humanos, desconocida por los príncipes de este mundo (los demonios o “arcontes”, o “jefes de este mundo”, llamados falsamente dioses por los paganos), sabiduría que se expresa en términos espirituales: 2,6s.



- Esa sabiduría es revelada por el Espíritu, el único que conoce las profundidades de Dios:

“10 Pero Dios nos lo reveló a nosotros por su Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios. 11 Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del mismo hombre que está en él?. Así tampoco nadie conoció las cosas que son de Dios, sino el Espíritu de Dios. 12 Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que es venido de Dios, para que conozcamos lo que Dios nos ha dado; 13 lo cual también hablamos, no con doctas palabras de humana sabiduría, sino con doctrina del Espíritu Santo, acomodando lo espiritual por medio de lo espiritual. 14 Pero el hombre animal no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque le son locura; y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente. 15 Pero el espiritual discierne todas las cosas; mas él de nadie es discernido. 16 Porque ¿quién conoció el entendimiento del Señor? ¿Quién le instruyó?. Más nosotros tenemos el entendimiento del Cristo.” (2,10-16).


- El cristiano espiritual que tiene esa sabiduría es libre: “Pero mirad que esta libertad vuestra no sea tropezadero a los que son débiles” (8,9).


La participación de Pablo en algunas ideas de aquellos a los que corrige en 1 Cor. Ha llevado a algunos comentaristas a sospechar que el surgimiento de los “espirituales” de Corinto procedía de un mal entendimiento de la predicación misma de Pablo, o de una exageración a la hora de poner en prácticas nociones paulinas.


Con otras palabras:
los “espirituales” partían de una división paulina entre los hombres según su grado de espiritualidad (“espirituales”: poseedores del espíritu divino/“psíquicos” o inferiores = como dijimos, poseedores sólo del “hálito vital”, pero que al no tener “espíritu” nunca serán consustanciales con Dios) y acentuaban o exageraban el concepto paulino de libertad y su modo de vida de predicador escatológico.

Estos cristianos se pondrían como ejemplo a un Pablo que predicaba la libertad, que afirmaba tener una religión con rasgos “entusiásticos”: había tenido visiones de Dios (2 Cor 12,2-7) y hablaba en lenguas más que nadie (1 Cor 14,18). 




Fuente y autor: Antonio Piñero

El Muñeco Humano

NOS FABRICARON PARA UTILIZARNOS


Algunos científicos de avance y los legados más antiguos de nuestra historia convergen en una explicación lógica para el origen de la humanidad: una civilización cósmica para nosotros desconocida nos fabricó en un pasado remoto. Más adelante alguien —ya sea el mismo programador original u otro distinto— efectuó una mutación en el ser programado, para encarrilar nuestro desarrollo genético hacia nuestra condición humana actual.
Pero, ¿qué hicieron nuestros programadores después de habernos fabricado y posiblemente mutado en un estadio más tardío? ¿Nos abandonaron a nuestra suerte? ¿O, más bien, han venido controlando el desarrollo de nuestra existencia? Existen suficientes ejemplos que evidencian que en el pasado y también hoy en día alguien más —y por lo menos tecnológicamente, más avanzado— se mantuvo y se mantiene cerca de nosotros, acompañándonos a lo largo de toda nuestra historia.
Pero no solamente se han dedicado a controlarnos, sino que en determinados momentos históricos decisivos para la marcha de la humanidad, han intervenido directamente para encauzarla en uno u otro sentido.
En la etapa antigua de nuestra historia, los seres para nosotros desconocidos descendían habitualmente de las alturas para convivir con el ser humano sobre el planeta que habitamos. Dado que sus actuaciones y su tecnología se escapaban a la comprensión del hombre primitivo, que era incapaz de imitar lo que estos seres desconocidos podían hacer, tales visitantes fueron tomados necesariamente por nuestros antepasados por auténticos dioses, cosa que en cierta forma no deja de ser cierta para nosotros, en el supuesto de que ellos sean nuestros fabricadores. Sus actuaciones fueron interpretadas naturalmente por el hombre primitivo y medieval como expresiones inequívocas de la divinidad.
Pero con el paso del tiempo, la situación ha cambiado: los que fueron dioses hasta hace poco, comienzan a esconder su careta divina para irse diluyendo en el anonimato. ¿Por qué? Porque nuestra propia evolución nos ha conducido a un punto en el que nuestros actuales conocimientos no les permiten ya ser identificados con la imagen de seres divinos. Hoy ya sabemos que lo que ellos hicieron en el pasado, lo pueden hacer otros, lo podemos en parte hacer nosotros, simples humanos. Y lo qué aún no podemos hacer hoy lo podemos —extrapolando nuestros conocimientos actuales— alcanzar hipotéticamente en el futuro. Así, el contacto con ellos, en vez de darse en un contexto religioso como se dió en la antigüedad y en el medioevo, se intuye en un futuro a un nivel científico posiblemente.

 

NO ESTAMOS SOLOS

Semejante hipótesis debe de fundamentarse naturalmente en una premisa ineludible: que haya efectivamente vida inteligente en el universo, más allá de los límites de nuestro planeta Tierra. Y que estos supuestos seres inteligentes sean capaces de llegar hasta aquí. ¿Es esto posible?
El 11 de setiembre de 1952, Marshall Chadwell, a la sazón director adjunto del departamento de Inteligencia Científica, le escribe en comunicado interior al director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA):
«El problema OVNI excede el nivel de las responsabilídades individuales del departamento de Inteligencia Científica de la CIA, y es de tal importancia que merece la competencia y la acción del Consejo de Seguridad Nacional.»
El 2 de diciembre de aquel mismo año, le vuelve a comunicar a su director que:
«Algo está ocurriendo y debe tener nuestra atención inmediata. Los avistamientos de objetos inexplicados a grandes alturas viajando a altas velocidades en las cercanías de importantes instalaciones defensivas americanas son de tal naturaleza que no pueden ser atribuibles a fenómenos naturales o a vehículos aéreos de tipo conocido.»
La presencia de objetos volantes no identificados y la presencia de seres inteligentes no pertenecientes a nuestra comunidad humana terrestre, se manifiesta como una constante en el curso de nuestra evolución, desde la antigüedad hasta nuestros días. Si bien la ciencia académica se niega a aceptarla como un hecho. Argumenta para ello que el viaje interplanetario preciso para que seres de otra civilización cósmica visitaran efectivamente nuestro planeta es de todo punto imposible.
Pero tal y como afirma el premio Nobel de química Ilya Prigogine, las teorías acaban siempre por ser rebatidas: su verdad es parcial, provisional. No debemos adaptar los hechos a nuestra inteligencia, sino que debemos aspirar a elevar esta inteligencia a un grado en el que pueda entender y asimilar los hechos, aunque en estos momentos aún se le antojen absurdos. También era un absurdo para los hombres del siglo XVIII el hecho o la simple idea de que el hombre viajara algún día hasta la Luna y pegara torpes saltos sobre su superficie, y, sin embargo, ésta es una experiencia superada hoy en día y aceptada por todos: por los hechos consumados, en definitiva. A lo que debemos aspirar es a lograr comprender algún día la realidad subyacente y el sentido de los fenómenos inexplicados que se han venido produciendo a lo largo de la historia humana y que actualmente se siguen produciendo y prodigando.

 

ANSIAS DE CONTACTO

Pero así como la mayoría de la comunidad científica no contempla la posibilidad de la presencia de seres extraños en nuestro planeta, sí acepta como probable la existencia de otras civilizaciones en la inmensidad del cosmos. Tanto, que las busca ansiosamente y elabora planes para establecer contacto con las mismas. Los intentos de búsqueda de inteligencias extraterrestres en las profundidades del cosmos, objetivo del programa SETI (Search for Extraterrestrial Intelligence = Búsqueda de inteligencia extraterrestre), y los intentos de comunicación con supuestas inteligencias extraterrestres en el espacio, que conforman el programa CETI (Communication with Extratrrestrial Intelligence = Comunicación con inteligencias extraterrestres) siguen un constante curso de perfeccionamiento, lo que pone de manifiesto la voluntad de ciertos sectores de la comunidad científica en entrar en contacto con otros seres inteligentes del universo.
El programa SETI se verá notablemente incentivado a partir de 1992 —para conmemorar el 500 aniversario del descubrimiento oficial de América—, con una nueva inyección presupuestaria de 100 millones de dólares, aprobada en 1988. Este dinero cubrirá una etapa de diez años de búsqueda de inteligencias extratrrestres, concretada en la instalación de seis analizadores multicanal del espectro radioeléctrico, tres en Arecibo, en Puerto Rico, y otros tres volantes, que se trasladarán periódicamente del hemisferio norte al sur, en una búsqueda totalmente automatizada. Con este sistema se escudriñarán secuencialmente las 773 estrellas similares al Sol que se encuentran a una distancia inferior a los 80 años-luz, chequeando en cada una de ellas 2.000 millones de canales, mientras que por otra parte se barrerá todo el firmamento visible, en busca de alguna señal extraña que pudiera proceder de una civilización desconocida. El equipo que se empleará para ello es un analizador multicanal de espectros, el MCSA 2.0, que puede sintonizar simultáneamente hasta 10 millones de frecuencias.
En lo que al proyecto CETI respecta, cabe decir que en marzo de 1974, la Junta del Consejo Científico del Area del Problema de Radioastronomía de la Academia de Ciencias de la Unión Soviética discutió y aprobó un programa de investigación del problema de la comunicación con civilizaciones extraterrestres. El programa fue elaborado por la sección de búsqueda de señales cósmicas de origen artificial del Consejo de Radioastronomía, a partir de las recomendaciones de la Conferencia Nacional Soviética sobre el Problema de la Comunicación con Civilizaciones Extraterrestres que tuvo lugar en el observatorio astrofísico de Byurakan, en Armenia, en mayo de 1964, y la conferencia soviético-norteamericana sobre CETI mantenida en el mismo Byurakan en setiembre de 1971. El programa proyectado fue expuesto previamente en la VII Conferencia Nacional Soviética sobre Radioastronomía, convocada en Gorki en 1972, para ser aprobado definitivamente por la Academia de Ciencias de la URSS en 1974.
En el texto del programa aprobado por los soviéticos destaca la afirmación de que:
«Merece particular atención la posibilidad de que sondas lanzadas por civilizaciones extraterrestres se encuentren actual mente en el Sistema Solar e incluso en órbita alrededor de la Tierra».

 

 

NOS VISITAN DESDE SIEMPRE

Pero hay otro camino para averiguar si existen y si son capaces de venir a visitarnos. Frente a la totalidad del establishment científico, que apoya la lenta y costosa búsqueda de señales de radio procedentes de seres inteligentes en el universo, cabría proponer una solución mucho más sencilla: intentemos examinar si nuestra Tierra ha sido visitada alguna vez en el pasado, o si está siendo visitada en el presente por seres no terrestres.
No debemos perder de vista para ello que, sin necesidad de recurrir a testigos dudosos, a textos equívocos, a grabados de diversa interpretación, los textos que a lo largo de los tiempos han ido reflejando los pasos de la historia de la humanidad, están salpicados de testimonios que ilustran la presencia de objetos volantes que evolucionan de forma inteligente a baja altura, sobre la superficie terrestre.
Tampoco es preciso recurrir al cúmulo de leyendas y textos religiosos que claramente hacen referencia a seres que procedentes del cielo entran en contacto con los habitantes de la Tierra. No. Só1o hace falta releer los textos de historia. Así, Plinio habla de objetos volantes no identificados en el Libro II de su Historia Natural. Cayo Suetonio refiere que el 1 de enero del año 49 a.JC. Julio César se topó con una figura sobrehumana junto al río Rubicón. En el año 312 el pagano Constantino y todo su ejército contemplaron una cruz luminosa en el cielo. Beda, en su Historia Ecclesiastica, afirma que en el año 664 se presentó sobre las cabezas de las monjas de un monasterio de Barking, junto al Támesis, una sábana volante luminosa. Mientras Carlomagno irrumpía en Italia, los sajones sitiaron Sigisburg, hasta que hicieron acto de presencia en el aire dos escudos volantes rojizos, que les hicieron huir precipitadamente y someterse luego a Carlomagno y al cristianismo. El 21 de febrero de 1345 una luz misteriosa procedente de las montañas de Montserrat en Catalunya se desplazó en el aire hasta detenerse encima de la población de Manresa, cuyos habitantes siguen celebrando desde entonces anualmente la «vinguda de la misteriosa llum».
En un texto que figura en los anales de la Inquisición, el Dr. Eugenio Torralba afirma que efectuaba viajes desplazándose por el aire guiado por una nube de fuego. Bernal Díaz del Castillo, cronista de Hernán Cortés, narra en su Historia verdadera de la conquista de la Nueva España que en el año 1527 los expedicionarios españoles observaron en el aire sobre sus cabezas una enorme espada larga (comparable a la cruz que vio Constantino) que no se mudaba del cielo durante más de veinte días. Mientras que el historiador catalán Geroni Pujades escribe en su Díari el día 30 de setiembre de 1604 que en la madrugada de aquel día los habitantes del obispado de Urgell asistieron a un combate aéreo a baja altura.
En la publicación «L'Année Scientifique» aparece publicada en el año 1874 la noticia del avistamiento de gran número de cuerpos negros que cruzaban la Luna. En 1885, el astrónomo José A. Bonilla publica un artículo en la revista «L'Astronomie», en el que explica que los días 12 y 13 de agosto de 1883 contempló desde el observatorio mexicano de Zacatecas, del que era director, el paso de un total de 116 objetos volantes no identificados que en oleadas sucesivas cruzaban por delante del disco solar.
Etcétera. La lista se hace interminable. La historia bien habla de estos fenómenos. Si no los omitiéramos, si explicáramos la historia en su totalidad, sin omisiones ni retoques, asimilaríamos con naturalidad que los fenómenos que evidencian la actuación de una inteligencia distinta a la nuestra, forman parte integrante y continuada de la historia de la humanidad. Sabríamos todos un poco mejor en donde nos encontramos.

 

ESTAMOS PROGRAMADOS

El premio Nobel Francis H.C. Crick, bioqulmico inglés, que en 1953 descubrió la estructura del ácido desoxirribonucleico (ADN), adoptó a finales de 1981 una postura sorprendente: afirmó que en sus orígenes nuestra especie fue creada por una supercivilización galáctica.
«Cuando el sistema solar estaba empezando a configurarse» —dice— «en alguna parte de la galaxia existía una civilización que debía hallarse en el grado de progreso en que nosotros nos encontramos ahora, aproximadamente. Esos seres, bastante parecidos a nosotros, indudablemente, comenzaban a trabajar con la vida.
Un James Watson y un Crick extraterrestres habían descubierto la estructura del ADN. Otros, explotando sus trabajos, habían empezado a crear microorganismos, del mismo modo que nosotros, hoy, 'sintetizamos' las primeras bacterias en probetas.
Esos seres descubrieron nuestro mundo en formación. Entonces se embarcaron en una experiencia que hoy nos parece imposible, pero que, dentro de unas decenas de años, estaremos nosotros mismos en condiciones de emprender: crear la vida inteligente. No exactamente igual que el Dios de la Biblia, que bajó a la Tierra a fin de modelar un poco de barro para formar a Adán, pero casi. Ellos hicieron que, en ese barro original, se pudiera sembrar una bacteria (u otro microorganismo), programado de tal forma que, al cabo de varías decenas de miles de años, desembocara en nosotros.
Esos seres sembraron la Tierra igual que nosotros sembraremos quizá mañana un mundo lejano, todas cuyas probabilidades de llevar a la vida a su término más elevado, la inteligencia, estarán determinadas de antemano por nosotros.»
En su libro Life itself (La vida misma) Francis H.C. Crick expone todos los argumentos de su tesis.

 

¿UN SIMPLE EXPERIMENTO?

Pero también podríamos ser un simple experimento. Imaginemos que una supercivilización que todavía existe en algún punto de la galaxia , o incluso fuera de ella, decidiera, por ejemplo, hace algunos millones de años, crearnos a plazo. Para ella, el tiempo no cuenta. Cuando criamos un ganado que vive sólo unos cuantos años, o simples bacterias en un tubo de ensayo, ¿pensamos ni por un momento que, para esos microorganismos, nosotros somos prácticamente inmortales?
Crick confiesa que esta última idea es de los soviéticos. En efecto, la tesis de una siembra de la Tierra desde una galaxia cobró forma en el Congreso Internacional de Byurakan, en 1971. Especialistas como Vsevolod Troitsky, de la Academia de Ciencias de la Unión Soviética, emitieron allí la teoría de que la Tierra podría ser un campo de experimentación para seres superiores, con los cuales no hay ni que pensar en ponerse en contacto, porque van muy por delante de nosotros.
Entonces, ¡son como dioses!

 

VIDA POR DOQUIER

Casi simultáneamente con la publicación de la obra de Crick, el profesor de matemáticas aplicadas y astronomía en el University College de Cardiff, en el País de Gales, y director del Instituto de Estudios Fundamentales de Sri Lanka, Nalin Chandra Wickramasinghe, publicó sendos libros escritos en colaboración con el astrónomo Sir Fred Hoyle, y titulados Space Travellers: the Bringers of Life (Viajeros del espacio: los que trajeron la vida) y Evolution from Space (La evolución desde el espacio), respectivamente.
De la lectura de ambos libros, así como de las manifestaciones de otros científicos que investigan la existencia de formas de vida en el universo, se deduce claramente —no sólo como reflexión filosófica o lógica, sino decididamente como resultado de comprobaciones puntuales— que la vida no es una prerrogativa del planeta Tierra que habitamos, sino que sus bases se hallan repartidas por doquier en la vasta inmensidad del universo.
De forma que la afirmación del premio Nobel Francis H.C. Crick, descubridor como dije de la estructura del ADN, en el sentido de que una supercivilización galáctica nos creó en un pasado remoto, no caracen de base lógica. Nuestra creación fue, en su opinión —recuerdo—, una fabricación programada.

 

EL MUÑECO HUMANO

Exactamente de esta fabricación programada a la que aluden algunos científicos de avance, nos hablan también las tradiciones más antiguas del planeta, que quedan perfectamente reflejadas en el legado sagrado de los indios quichés, de la gran familia maya. Cuando el planeta Tierra aún no se había solidificado, y antes de poblarlo por tanto el ser humano, ya estaban ahí los constructores, los fabricadores, los poderosos del cielo. Con esta afirmación, el Popol-Vuh, el libro del Consejo de los quichés, está en línea con las afirmaciones de Francis H.C. Crick:
«Solamente el agua limitada, solamente la mar tranquila, sola, limitada. Nada existía. Solamente la inmovilidad, el silencio, en las tinieblas, en la noche. Sólo los Constructores, los Formadores, los Dominadores, los Poderosos del Cielo, los Procreadores, los Engendradores, estaban sobre el agua, la luz esparcída.»
Así reza el Popol-Vuh, que además nos cuenta cómo los Dominadores construyeron al ser humano, al hombre, para que éste les adorara y les invocara, ya que sin este detalle de vanidad su creación, su fabricación, no resultaba completa y, más aún, carecía de sentido. Esta necesaria adoración se repite en las tradiciones religiosas más antiguas de numerosas comunidades humanas. ¿Cabe pensar acaso que la energía que emitimos durante semejantes actos de adoración sirve de nutrición a quienes presumiblemente nos diseñaron? «Es tiempo de concentrarse de nuevo sobre los signos de nuestro hombre formado, como nuestro sostén, nuestro nutridor, nuestro invocador, nuestro conmemorador», afirma el Popol-Vuh. Narra este mismo «libro del Consejo» que el primer muñeco formado con tal finalidad no hablaba, por lo cual no los invocaba, motivo por el que fue destruido: «No tenían ni ingenio ni sabiduría, ningún recuerdo de sus Constructores, de sus Formadores; andaban, caminaban sin objeto. No se acordaban de los Espíritus del Cielo; por eso decayeron. Solamente un ensayo, solamente una tentativa de Humanidad.»
La imperfección de este primer intento de biorrobot provocó su destrucción por medio del agua, del diluvio: «Entonces fue hinchada la inundación por los Espíritus del Cielo, una gran ínundación fue hecha, llegó por encima de las cabezas de aquellos maníquíes.»

 

CON LA MENTE FRENADA

Al segundo intento, les salió un hombre tan inteligente y de tan perfecta comprensión, que temieron que supiera y viera demasiado, lo que no les convenía a Los de la Construcción, a los Poderosos del Cielo:
«No está bien lo que dicen nuestros construidos, nuestros formados. Lo conocen todo, lo grande, lo pequeño, dijeron. Por lo tanto., celebraron consejo. "¿Cómo obraremos ahora para con ellos? ¡Que sus miradas no lleguen sino a poca distancia! ¡Que no vean más que un poco la faz de la Tierra! ¡No está bien lo que dicen! ¿No se llaman solamente Construídos, Formados? Serán como dioses, sino engendran, si no se propagan, cuando se haga la germínacíón, cuando exista el alba; solos, no se multiplican. Que eso sea. Solamente deshagamos un poco lo que quisimos que fuesen; no está bien lo que decimos. ¿Se igualarían a aquellos que los han hecho, a aquellos cuya ciencia se extiende a lo lejos, a aquellos que todo lo ven?"", fue dicho por los Espíritus del Cielo, Dominadores, Poderosos del Cielo. Así hablaron cuando rehicieron al ser de su construcción, de su formación. Entonces fueron petrificados los ojos por los Espíritus del Cielo, lo que los veló como el aliento sobre la faz de un espejo; los ojos se turbaron; no vieron más que lo próximo, esto sólo fue claro. Así fue perdida la Sabiduría y toda la Ciencia de los cuatro hombres, su principio, su comienzo. Así primeramente fueron construidos, fueron formados, nuestros abuelos, nuestros padres."
De esta forma, para evitar que supiera y que viera demasiado, se corrigió a este segundo prototipo de hombre, para conformar definitivamente a la raza humana actual, previo ajuste de clavijas y recorte de su capacidad de comprensión. Así, no se nos concedió más que una mínima parte del saber. ¿No nos están confirmando las más avanzadas investigaciones de las potencialidades de nuestra mente que solamente estamos usando aproximadamente un 10 % del total de nuestras posibilidades? O sea, solamente una mínima parte del saber que nos corresponde de acuerdo con nuestro plan de fabricación original.
Sorprendentemente, exactamente lo mismo le confirma Gabriel al contactado Mahoma, amén de darle un símil minúsculo que acaso pueda hacer alusión al microorganismo que menciona Francis H.C. Crick, al hacer referencia al origen del ser humano: «¡Predica en el nombre de tu Señor, el que te ha creado! Ha creado al hombre de un coágulo. ¡Predica! Tu Señor es el Dadivoso que ha enseñado a escribir con el cálamo: ha enseñado al hombre lo que no sabía.»
Pero, aparte de enseñarnos lo que no sabíamos, el Dadivoso también recalca en el mismo Corán algo bastante más grave y que enlaza con el Popol-Vuh mesoamericano: «No se os ha concedido más que una mínima parte del saber.»

 

LA MAQUINA HUMANA

De acuerdo con todo lo expuesto, puede concluirse —al menos como hipótesis— que una supercivilización cósmica recurrió a la ingeniería genética para dar origen al ser humano: a nosotros. Pero, ¿es posible concebir el organismo humano —aquí no entraremos en la discusión de la parte espiritual, anímica o energética de nuestras personalidades, que ocupa este organismo durante el lapso de tiempo de cada una de nuestras vidas individualizadas— como una fabricación, entendiendo esta fabricación en el sentido más amplio de la palabra, y no como una auténtica «creación», sino como manipulación de los elementos disponibles?
Si echamos una vez más una ojeada a la ciencia de avance, veremos que efectivamente, es posible. Solamente hay que tener presentes los progresos que se están realizando en los campos por ejemplo de la biónica —pronto no habrá prácticamente ningún órgano o parte del cuerpo humano que no pueda reemplazarse por un sofisticado dispositivo de recambio (actualmente se producen en Utah, en los Estados Unidos, más de dos millones de unidades de más de mil recambios para el cuerpo del ser humano)— y de los biochips, que permiten construir ordenadores con la misma materia de la que está hecho el cerebro humano.
No debe perderse de vista que nuestro cerebro es una compleja computadora biológica que recibe informaciones a través de los órganos sensoriales de nuestro cuerpo físico, como también los recibe por vía paranormal, sin intervención de estos órganos sensoriales. A base de estas informaciones recibidas y debidamente codificadas, el cerebro elabora planes de actuación y envía las órdenes de reacción precisas para cada situación a los respectivos «departamentos» de nuestro cuerpo. Nuestro cerebro es, así, la computadora que actúa a modo de centro de control de nuestro cuerpo. Y éste se atiene a unas leyes y normas constantes en cuanto a composición, estructuración, reacciones, posibilidades de acción y vulnerabilidad.

 

MANIPULACIONES GENETICAS

No es por otra parte ningún secreto el hecho de que —sirviéndose de los ácidos nucleicos y de su función como portadores de información— los genetistas están desde hace años investigando la forma de manipular las cadenas de ADN con el objeto de influir en los caracteres hereditarios y así moldear a los seres vivos a su voluntad. Todo ello —que no es posible detallar en este breve espacio, pero que sí lo hago en mi libro El muñeco humano (Ediciones Kaydeda, Madrid)— conduce indefectiblemente a que en un futuro más o menos lejano se pueda diseñar y fabricar un ordenador capaz de copiarse, de reproducirse a sí mismo a su imagen y semejanza. Puesto que no hará otra cosa que atenerse a la constante vital basada en la doble espiral del ADN.
Las posibilidades que se abren en el campo de la biónica y del ordenador biológico, nos llevan a la ineludible reflexión de que, si todo esto lo estamos intuyendo y ensayando nosotros ahora, y lo llevaremos a la práctica en un futuro más o menos lejano, pero no inexistente, es fácil suponer que una civilización cósmica muchísimo más desarrollada tecnológicamente que nosotros, haya logrado en el pasado el modelo más avanzado: el biorobot superautomático e independizado, construido o criado a imagen y semejanza de los propios fabricadores. Este modelo somos nosotros mismos. Las afirmaciones de Francis H.C. Crick y el conocimiento del Popol-Vuh, o sea la ciencia de avance y las más antiguas tradiciones del planeta estarían así en lo cierto: alguien programó nuestra fabricación en algún lejano momento del pasado.
Lo más grave de esta situación es que este alguien, precisamente por ser nuestro fabricador, puede seguirnos controlando a voluntad. A la suya, que no es necesariamente la nuestra.


Andreas FABER-KAISER, 1989.

La Religión Prohibida

Gnosis significa conocimiento. Pero no nos referimos a un conocimiento cualquiera. La Gnosis es un conocimiento que produce una inmensa transformación en quién lo recibe. Un conocimiento capaz, nada menos, de despertar a los hombres y ayudarlos a escapar de la prisión en que se encuentran. Por eso la gnosis ha sido tan perseguida a lo largo de la historia, porque es un conocimiento considerado peligroso por los poderes religiosos y políticos que rigen desde las sombras a la humanidad.

Cada vez que esta religión, absolutamente diferente de todas las demás, aparece ante los hombres, las demás religiones se unen para tratar de destruirla o volver a ocultarla.

La Gnosis Primordial es la Gnosis originaria, la Gnosis verdadera, la Gnosis eterna, el saber gnóstico en su forma pura.
A causa de las múltiples persecuciones, la Gnosis Primordial ha sido fragmentada, tergiversada y ocultada.

Recuperando y uniendo los fragmentos dispersos, la Gnosis Primordial puede ser reconstruida y traída nuevamente al mundo. El presente libro es una síntesis completa de la teología prohibida de la Gnosis Primordial.


1. LA GNOSIS PRIMORDIAL


La Gnosis Primordial es un conocimiento, una sabiduría. Gnosis significa eso: conocimiento. Pero no nos referimos a un conocimiento cualquiera. La Gnosis es un conocimiento muy especial. Es un conocimiento que produce una inmensa transformación en quien lo recibe. Un conocimiento capaz nada menos que de despertar y liberar Espiritualmente a quien lo obtenga. Su propósito es ese: echar luz sobre la situación humana, tratando de despertar a los hombres y ayudarlos a escapar de la prisión en que se encuentran. Por eso este conocimiento ha sido tan perseguido a lo largo de la historia, porque es un conocimiento considerado peligroso por los poderes religiosos y políticos que rigen desde las sombras a la humanidad. Por esa razón la Gnosis siempre ha permanecido oculta. La Gnosis es un conocimiento secreto, sólo accesible al buscador que se haga merecedor de ella. Las distintas religiones en la historia humana han tratado que los seres humanos permanecieran ignorantes de este saber, de este tipo de conocimiento llamado Gnosis. Ya veremos por qué.

Lo que llamo yo Gnosis Primordial es la forma pura de la Gnosis. Es siempre la misma y nunca cambiará, mientras no cambie la situación Espiritual en que se encuentra el hombre y todo lo que llamamos “creación” o “mundo”. Las pocas veces que la Gnosis Primordial apareció abiertamente en la historia, no lo hizo en su forma pura, sino adaptándose a las características culturales e históricas del lugar y de la época. Por lo tanto, la Gnosis Primordial ha estado siempre detrás de casi todos los sistemas teológicos y filosóficos que han sido tachados de heréticos, prohibidos, perseguidos y forzados a ocultarse. Escudriñando en estos conocimientos prohibidos, es posible recuperar las piezas necesarias que nos permitan reconstruir la estructura completa de lo que es la Gnosis Primordial.

Y si ese saber fuera descubierto y puesto por escrito, ese libro sería extremadamente poderoso y terrible. Sería el texto más peligroso del mundo, capaz de despertar y liberar a quienes lo lean y estudien. Un libro así, sería un objeto extraño dentro de este mundo creado, algo no elaborado aquí, sino venido de afuera, de otro mundo totalmente distinto a este.También sería capaz de sobrevivir a las llamas y al tiempo.

A lo largo de este trabajo, trataré de aproximarme lo mejor posible a lo que fue y es la Gnosis Primordial , el saber Gnóstico en su forma pura.


2. LA MATERIA ES MALA


Todas las religiones sostienen que “la materia es buena”, “el mundo es bueno”, “ha sido creado por Dios”. Y “Dios es justo, Dios es bueno y ha creado algo bueno para el hombre”. Por eso dice la biblia “Y dijo Dios: ´Haya luz´, y hubo luz. Y vió Dios que la luz era buena”.

La Gnosis Primordial , la que podemos llamar de aquí en adelante Gnosis a secas, con mayúsculas, para diferenciarla de otras falsas gnosis que han ido apareciendo a lo largo de la historia, sostiene lo contrario: la materia es mala e impura, la materia es la prisión del Espíritu. Este mundo material es el infierno. La materia es mala, y si la materia es mala el creador de la materia debe ser, por consiguiente, alguien malo. Para la Gnosis el mundo material, este mundo, ha sido creado no por un dios bueno o justo sino por un satanás creador. La materia es algo satánico, por lo tanto quien la creó debe ser también un ser satánico.


3. EL TIEMPO ES MALO


La biblia no lo dice, pero con el Big Bang comenzó el tiempo. En el comienzo mismo de la creación, cuando dios dijo “haya luz”, estas dos palabras no podrían haber sido pronunciadas si no existiera el tiempo. El tiempo fue creado por el dios creador, al crear la luz. La gran explosión y la expansión iniciales no podrían haber existido sin el tiempo. El tiempo y el espacio fueron creados juntos, y son inseparables. El tiempo es el aliento del dios creador. Y toda su creación, la expansión del universo, la evolución de las especies, el desarrollo paulatino de su Plan, no podrían ocurrir sin el tiempo. Según los Gnósticos, el tiempo-­aliento del dios creador es tan satánico como la materia y tan satánico como él.
 
 
 
4. EL DIOS CREADOR

Fueron varias las sectas Gnósticas, en los primeros siglos de nuestra era, que equipararon la figura del dios creador no a la de un ser bueno y justo, sino a la de un ser satánico. Lo equipararon a la figura de satán, varias de ellas. En uno de sus cuentos, Gustavo Adolfo Bécquer nos relata cómo el dios creador Brahma va creando los mundos, como burbujas, y cómo va experimentando con ello, porque a veces le salen bien y a veces no. No es un dios extraordinariamente perfecto sino bastante inepto, pareciera. Hay mundos que le salen mal y tiene que destruirlos. Hay mundos que le salen mejor. Va probando, va ensayando. Va creando a través del ensayo y del error. La biblia dice: “Dijo Dios ´haya luz´, y hubo luz. Y vió Dios que la luz era buena”. ¡Cómo! ¿No lo sabía? ¿No sabía que era algo bueno? Por eso los Gnósticos dicen “estamos ante un creador ignorante de los efectos de su creación”.

Igualmente, el dios creador sostiene continuamente que él es el único. No lo dice una vez, lo dice permanentemente, constantemente: “yo soy el único Dios”, “no hay otro Dios más que yo”, “yo, tu Dios, soy el único”, etc. Todos sabemos que cuando alguien repite excesivamente siempre lo mismo es porque no está muy seguro de lo que afirma, por eso necesita reafirmarlo tanto. Los Gnósticos interpretaron esto como que el creador sospecha, pues tampoco está demasiado seguro, que hay otro Dios muy por encima de él. Un Dios infinitamente superior a él, mucho ­­más grande, mucho más importante que él, y eso es lo que trata de ocultar al repetir incesantemente “yo soy el único”, “no hay otro Dios fuera de mí”.

Indudablemente, este dios creador es el creador del mundo, de todos los mundos, de los planetas, del universo, de la materia, del tiempo. Él es el responsable del Big Bang, como lo llama la física actualmente. Todo lo que la física sostiene actualmente, que todo comenzó con una gran explosión, con una gran luz, coincide con la mayoría de los mitos de distintas religiones sobre la creación del mundo. Primero dios creó la luz, luego fue creando distintas cosas hasta llegar a los animales y por último al hombre. Todos estos mitos, que están en la biblia y en otros libros religiosos coinciden, con respecto a la creación del mundo y del hombre, con las conclusiones actuales de físicos y biólogos.

Claro que toda esta creación está llena de errores, no es perfecta. Y si este mundo es imperfecto, si la materia es imperfecta o si todo lo que existe en el universo es imperfecto, es porque el creador de todo eso es un ser imperfecto.

Hoy un Gnóstico diría, por ejemplo, “lo de los dinosaurios fue estúpido, fue un error, el creador tuvo que anular todo, extinguir todo eso y comenzar de nuevo otro experimento más, hasta llegar a algo que lo satisfaga”. Porque el dios creador tiene planes. Ya veremos más adelante de qué tratan.

La física sostiene también, Einstein por ejemplo, que el universo no es algo infinito sino que es como una especie de burbuja, donde está contenida toda la creación. El universo es finito, afirmó Albert Einstein. Esta creación está limitada, es como una burbuja gigantesca donde está contenido todo lo material creado por el dios creador y no sabemos que hay fuera de eso. La Gnosis afirma saberlo, ya lo veremos.

A través de los libros sagrados de distintas religiones, según se dice inspirados por el dios creador del universo, se nos relatan hechos, detalles, que lo muestran al dios creador como un ser no muy perfecto y no enteramente bueno. Lo pintan a veces como un dios vengativo, colérico, soberbio, inseguro e indeciso. Un dios que ama los sacrificios en su nombre, los genocidios, y que ordena matar a otros pueblos para apoderarse de sus pertenencias, de sus tierras, de su gente, de su ganado. Ordena matar no solo a los enemigos, también a las mujeres, a los niños, a los animales. Un dios genocida. Este dios exige sacrificios en su nombre, pues ama el olor de la carne quemada de las víctimas inmoladas sobre el altar. Este es el dios que ha provocado el diluvio. ¡Cuántos miles y miles de hombres murieron ahogados por el diluvio! Así lo relatan la biblia y otros escritos anteriores, como el del diluvio babilónico, por ejemplo. Gusta de los sacrificios humanos y de animales, y de la sangre derramada de sus enemigos. Le gusta que lo admiren, que lo adoren, que lo sirvan, que le teman, que le obedezcan. Le gustan los templos edificados en su honor, los rituales, los preceptos, que cumplan sus ordenanzas, que eleven rezos hacia él. Le gustan el dolor de sus criaturas, las torturas, el sufrimiento. Los Gnósticos antiguos le daban el nombre de Ialdabahot, que significa “hijo del caos”, y a veces el nombre de Sabaot: “dios de los ejércitos”. También se lo ha llamado Kosmocrator o el Gran Arconte, el creador y ordenador de la materia. Pero el nombre con que más comunmente se lo designa en la Gnosis es el de demiurgo, que significa creador en griego.

Este “ser superior” no puede ser un ser bueno, indudablemente, y quienes han sostenido esto a lo largo de la historia, estas ideas que estoy relatando, lógicamente han sido perseguidos o han pagado con su vida la osadía de decir lo que para ellos era la verdad. Un ser superior que ama las guerras, los filicidios, que ordena las mutilaciones genitales de los niños, indudablemente no puede ser un dios bueno. Por eso los Gnósticos lo equipararon a satán. Lo consideraban un satanás creador. Ya sabemos cual fue el destino de los Gnósticos, de sus doctrinas y de sus libros: quemados, perseguidos. Tal es el destino de estos llamados “herejes”, como se los ha designado en el curso de la historia.

Este mundo, creado por el dios creador, le pertenece sólo a él. Todo lo material que hay en este mundo le responde a él, lo adora a él, lo admira a él. Por supuesto que estas doctrinas que estamos relatando están condenadas a ser perseguidas siempre, no van a tener un gran asidero, un gran éxito. Solo una minoría valiente puede estudiar, interpretar o sostener esto. Están en tierra enemiga, indudablemente, quienes sostienen estas ideas Gnósticas antiguas y eternas. Pero la Gnosis está siempre presente en este mundo extraño que no le pertenece. Y este pensamiento Gnóstico, opuesto a todo lo establecido, es lo más perseguido y rechazado universalmente. Hay temas que “no pueden” tocarse, hay cosas que “no se deben” decir, hay libros que “deben” desaparecer, pues vivimos en un mundo en que sólo hay libertad para decir “dos más dos son cuatro”.

Este mundo es un campo enemigo para un Gnóstico. Un Gnóstico podrá aparecer, decir algo y desaparecer rápidamente, pues toda la creación se volverá en su contra automáticamente. ¿Cuántos años pudo predicar Jesucristo, según el mito cristiano? Sólo tres. ¡Pero en esos tres años originó una religión exitosa que ya lleva dos mil años sobre la Tierra!

Decíamos que este mundo es un campo enemigo para un Gnóstico, porque todo este mundo material y todos los seres que lo pueblan están hechos de materia y a la materia son devotos. Pertenecen y defienden a la materia y al creador de la materia, no pueden concebir algo diferente. Todo lo que se oponga al mundo material y a su dios creador es peligroso y debe ser destruido. La Gnosis , por lo tanto, es percibida como algo inconcebible y horroroso que debe ser eliminado.

Los Gnósticos han representado al dios creador con formas horribles. Con formas como las de un pulpo o un reptil, con cabeza de cerdo o de jabalí, o de asno. Por eso algunas religiones prohíben comer estos animales. También se lo ha representado parecido al baphomet demiúrgico de los templarios y de ciertas sectas masónicas. Algunos lo han representado como un jabalí gigantesco, semidormido, con el cuerpo lleno de ojos y que exhala un aliento que es el tiempo, pues como dijimos, el tiempo es el aliento de este dios creador.

Este mundo no es bueno, indudablemente. Los animales tienen que desgarrarse entre sí, destrozarse, para poder comer y sobrevivir. Los seres humanos necesitan engañarse unos a otros en todos los órdenes de la vida, para superarse, para competir, para sobrevivir mejor. Los animales herbívoros necesitan destrozar plantas, que son seres vivos también. Todo se autodestruye y destruye a los demás constantemente. Y hay quienes llaman a esto “perfección” o “equilibrio perfecto”. Increíble. Esto es el infierno. No es un sistema perfecto y menos un sistema bueno. Es un sistema en el que cada uno debe destruir a otro para poder sobrevivir. Este es el sistema creado, este es el mundo creado por un “ser superior”: el dios creador o demiurgo.


5. LA CREACION DEL MUNDO


Ya vimos que los Gnósticos sostienen que el demiurgo o dios creador es un ser bastante inepto e ignorante, que ignora los efectos que va a tener cada creación que va realizando. Va probando, va avanzando en su creación a través del ensayo y del error. También hemos equiparado los mitos de la creación del mundo con el Big Bang de la física moderna. Hay un extraordinario libro escrito por Oscar Kiss Maerth, titulado “The Beginning Was the End” (“El comienzo fue el fin”), donde está perfectamente explicitado este paralelo entre el Génesis bíblico y la física moderna, y coinciden perfectamente ambas posiciones.

Los Gnósticos decían, por ejemplo, que este dios es un dios que se cansa, que necesita descansar en el séptimo día, y que en eso no se parece a un dios inmensamente perfecto.

Los Gnósticos siempre sostuvieron que el universo fue creado por un demiurgo, por un creador perverso y malvado. Siempre se preguntaron por qué el universo es tan imperfecto. Es así porque fue creado por un ser igualmente imperfecto. Lo ha hecho a su imagen y semejanza.

Otra cosa interesante en los mitos de distintas religiones es que el creador no está creando solo, el creador siempre dice “hagamos”, como si fueran varios creadores trabajando en grupo. “Hagamos esto”, “hagamos aquello”, “hagamos un hombre”, “hagámosle una compañera para que no esté solo”. Hagamos, hagamos. ¿Por qué? ¿Quienes son los demás? ¿Con quienes está creando?

San Agustín en su libro “Sobre la trinidad” lo dice una sola vez muy claramente, con mucho ingenio y habilidad. El creador está diciendo “hagamos”, está hablando en plural, porque está hablando de las tres personas divinas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, quienes son tres y son uno a la vez. Por eso Dios habla en plural. Nunca más Agustín vuelve sobre este tema. Lo deja asentado aquí de una vez para siempre.

Para la Gnosis, el demiurgo no está solo en su tarea de creación material, de dar forma a distintos mundos, a distintos procesos evolutivos, a distintos seres, a distintos entes que va creando. En India, por ejemplo, se los llama devas , los devas constructores. Son los ángeles que ayudan en la creación. Son inferiores al dios creador pero están con él, ayudándolo. El dios creador ha delegado tareas en muchos de estos ángeles creadores. Esto se sostenía en la antigua Babilonia y en las religiones del antiguo oriente. Innumerables ángeles creadores que ayudan al creador a desarrollar su plan en el mundo material o, como dirían los Gnósticos, en el mundo infernal de la materia, a la cual va creando y dando forma.

El dios creador es el jefe, pero cuenta con una legión de ayudantes, de ángeles-demonios constructores que lo secundan en su creación y cumplen sus órdenes. Por eso en el Génesis al creador se lo llama elohim. Así comienza el relato bíblico: Bereshit bará elohim (“En el comienzo dioses crearon…”), porque elohim en hebreo es plural, significa “dioses”, “señores”. Los Gnósticos señalan que estos dioses son el demiurgo y sus ángeles-demonios constructores que, por miríadas, millones, incontable número, lo ayudan en su tarea de creación.

Incluso en sistemas religiosos opuestos a la Gnosis, los cuales ven la obra de creación del mundo como algo bueno, se habla de estos ayudantes constructores y de las jerarquías en que están divididos según sus funciones. Hay escritos teosóficos actuales, como los de Blavatsky y Bailey, entre otros, en los que encontramos además los nombres y los cargos que ocupan. El regente de la Tierra, por ejemplo, es Sanat Kumara. Cambiando dos letras de lugar aparece su verdadero nombre: Satán Kumara. Nombre apenas ocultado, pues no deben los humanos conocer la verdad todavía, el futuro que el creador les tiene reservado. Es mejor entonces que el nombre de este representante no sea conocido plenamente… por ahora. Aún no está preparada la humanidad para saber que el planeta Tierra tiene un regente que es un satán. Un satán inferior al otro, al grande, al principal, al más importante de este sistema material creado, de este universo finito, limitado y lleno de imperfecciones que ha logrado crear.

En los mitos Gnósticos, estos constructores satánicos que ayudan al demiurgo son representados con formas de animales monstruosos.


6. LA CREACION DEL HOMBRE


Casi todos los mitos religiosos nos relatan que el hombre “fue creado por Dios de barro”. La biblia lo dice claramente: “Y el señor Dios formó al hombre del polvo del suelo y sopló en sus narices el aliento de la vida, y el hombre vino a ser alma viviente”. Aquí se nos está diciendo que dios creó el cuerpo y el alma del hombre. Una parte física y material, el cuerpo de barro, y una parte anímica, el soplo del creador, llamado alma. Ahora bien, si el hombre fuera solamente un cuerpo y un alma sería como un animal, un animal más. Un poco más inteligente que otros, puede ser, pero internamente no sería muy diferente a un animal. Más adelante veremos que el hombre, después de su supuesta “caída”, el hombre tal como lo conocemos ahora, es más que un cuerpo y un alma. Aunque dios creó el cuerpo y el alma hay otra cosa más. Hay un Espíritu increado, no creado por dios, que ha sido aprisionado, adosado, al alma del hombre. La biblia no lo dice, porque la biblia habla de lo creado por dios y dios creó el cuerpo y el alma. Pero el hombre tiene un cuerpo, un alma y un Espíritu, así lo sostienen los Gnósticos. Ese Espíritu, no creado por el dios creador, ¿De donde ha venido? ¿Por qué está allí?, ya lo iremos viendo en los próximos temas.

El hombre en el Edén, en el “paraíso” donde fue colocado por dios, no sabía quien era, cumplía órdenes. Ponerles nombres a los animales, por ejemplo, ser una especie de administrador, de representante del dios creador. Allí, en ese “vergel” que dios había preparado para él, estaba como dormido, no sabía quien era ni de donde venía. El hombre tomó conciencia de quien era, se encontró consigo mismo, sólo después de lo que se llamó “pecado”, después de la Desobediencia , cuando comió el fruto prohibido y fue expulsado del paraíso. Ya lo veremos también más adelante.

Dios creó el cuerpo y el alma, hemos dicho. Para los Gnósticos toda la creación es satánica, es mala, proviene de un satanás creador, de un demiurgo satánico. Entonces, no sólo el cuerpo, sino también el alma del hombre son algo malo y satánico.


7. EL DIOS INCOGNOSCIBLE


Para los Gnósticos, por encima del dios creador del mundo y del hombre hay otro Dios. El dios creador no es el único dios. Hay por sobre él otro Dios, infinitamente superior y perfecto. Este Dios, incognoscible para el hombre, está fuera de toda esta creación infernal e impura. Ningún hombre puede conocer a este Dios a través de su cuerpo y de su alma, imperfectos y creados. Sólo el hombre que se ha liberado totalmente de eso puede tener una pequeña idea, un atisbo de intuición de lo que es ese Dios que está por fuera de este universo finito y limitado. Los antiguos griegos lo llamaban Theos Agnostos, el Dios Desconocido. Este Dios, es para los Gnósticos un Dios no solo desconocido sino imposible de conocer, es incognoscible, por lo menos con nuestra forma ordinaria de ser en este mundo. Con un cuerpo y un alma no podemos tener la más pequeña idea de lo que es este Dios que está afuera de todo este sistema y que es infinitamente superior al dios creador. Un Dios imposible de conocer desde este cuerpo y alma, desde este universo creado de materia y tiempo. Este Dios no pertenece a un plano material sino a uno antimaterial. Es un Dios antimateria, aborrecedor del infierno de la materia creada, al que desde nuestro estado actual no podemos conocer, ni siquiera imaginar. Es un misterio para nosotros. Este Dios Incognoscible es como un fuego inconcebible e inefable. El es el Dios Verdadero. Pero este Dios Verdadero, normalmente inalcanzable, no puede manifestarse ni actuar en este universo impuro e imperfecto, en estas dimensiones infernales de la materia y el tiempo creados. Sólo en casos excepcionales el Dios Incognoscible puede penetrar en estas dimensiones, a través de algún Enviado suyo, a fin de producir algún cambio, generalmente pequeño, con gran sacrificio. Esto sucede sólo en muy raras ocasiones, cuando están dadas las condiciones aquí, en este infierno material.


8. CUERPO, ALMA Y ESPIRITU


La Gnosis sostiene que el hombre está formado por tres sustancias, por tres elementos: el cuerpo, el alma y el Espíritu. Vimos que el cuerpo y el alma han sido creados por el dios creador. Creó el cuerpo de barro y lo dotó de un alma mediante un soplo sobre la nariz del hombre. Tanto el cuerpo como el alma han sido creados por el demiurgo o dios creador.

Pero hay otro elemento en el hombre que es increado, que no ha sido creado por el dios creador. Un elemento que proviene de otro mundo, de otro reino, del reino incognoscible de la antimateria que en nuestro estado habitual no podemos siquiera imaginar. Esa chispa antimaterial sin la cual ningún ser humano hubiera evolucionado hasta llegar a ser lo que es ahora, es el Espíritu. Sin Él, ningún ser humano se hubiera diferenciado jamás del animal común. Esa chispa especial, increada, divina, proveniente del reino incognoscible, es denominada Espíritu por los gnósticos.

Según la Gnosis, este Espíritu, que no pertenece a este mundo, ha sido atraído y encadenado a la materia infernal, para utilizarlo, para usarlo como un agente impulsor de la evolución material. Se ha atrapado en cada hombre una chispa increada, para poner en marcha todo este proceso evolucionario que está dentro de los planes del dios creador. Se utilizan Espíritus divinos para impulsar la evolución en este plano de materia impura.

El Espíritu, totalmente antimaterial, está atrapado, encadenado, aprisionado en este infierno, y sufriendo un tormento que para nosotros es imposible de imaginar. Es esta una de las torturas más crueles que pueden existir, se halla amarrado a este mundo infernal de la materia, a ese engendro creado al que llamamos cuerpo-alma del hombre, el cual tiene su razón de ser dentro del Gran Plan del dios creador. El Espíritu se halla encadenado contra su voluntad y es utilizado en cada ser humano para impulsar su evolución, para el cumplimiento de los planes del dios creador. Es un terrible tormento para el Espíritu: aprisionado en contra de su voluntad, en un mundo que le es extraño e impuro, siendo usado como objeto descartable para el cumplimiento de una planificación demencial. Luego veremos esto con más detalle.

En otras palabras, el Espíritu, la chispa antimateria increada, proveniente del reino incognoscible, está encerrado dentro de una burbuja, podemos decir así, de materia creada y está allí encadenado, crucificado en la materia.

Sostienen los Gnósticos que si no hubiera sido por la utilización del Espíritu, el hombre nunca hubiera dejado de ser un homínido. Nunca hubiera evolucionado como lo ha hecho. Vemos con que rapidez en pocos miles de años evolucionó en forma tan acelerada, tan diferente a los millones de años que vivió siendo poco más que un mono.

Tal es el poder que provee el Espíritu a este engendro creado, llamado cuerpo-alma. Este Espíritu está atado al alma, si el hombre muriera se retiraría el alma y se llevaría consigo el Espíritu atado a ella. No está atado al cuerpo, está comunicado al cuerpo a través del alma, su encadenamiento es con el alma. El alma es el soplo del dios creador sobre el hombre, que lo convierte en “alma viviente”. El alma es lo anímico en el ser humano, no es algo inmensamente superior o infinito como es el Espíritu increado.

Sobre estos temas hay mucha confusión, por eso a través de esta descripción de las ideas Gnósticas estamos mostrando una postura diferente a las habituales, para que cada uno tenga al menos la opción de poder elegir algo que sea realmente distinto al resto.

El Espíritu está en este mundo pero no pertenece a este mundo. No pertenece a este mundo ilusorio de materia y tiempo.

Podemos deducir que si esta chispa de fuego antimateria, el Espíritu, pudiera liberarse de su prisión, su comportamiento en este mundo sería de una inmensa agresividad. Primero, porque es antimateria, aborrece la materia. Segundo, porque ha sido atrapado arteramente y encadenado contra su voluntad durante miles de años. Lógicamente que, en un nivel abstracto de razonamiento, si ese Espíritu pudiera liberarse, lo primero que haría sería destruir. Destruir todo lo que lo rodea en este mundo impuro, el mundo creado, el universo material del dios creador. No es un ser malo, sería un comportamiento normal en alguien que ha sido confinado en una prisión, injustamente y contra su voluntad. Con engaños y contra su voluntad, dicen los Gnósticos. Aprisionado en un mundo que no le pertenece, en un mundo satánico de materia y tiempo.

Un dato interesante es que, en los comienzos del cristianismo, se sostenía la existencia de estas tres entidades en el hombre: cuerpo, alma y Espíritu. San Pablo, por ejemplo, aceptaba eso. San Agustín también. Luego fue perdiéndose a través de los concilios y decisiones papales de la iglesia de Roma. Quedó como hoy lo conocemos: cuerpo y alma. Ahora parecería que el alma es lo divino en el hombre y no hay nada más. ¿Qué pasó con el Espíritu? Ha desaparecido. Llama la atención que haya ocurrido así. Luego volveremos sobre esto.


9. TRES TIPOS DE HOMBRES


Dijimos que el ser humano está compuesto de cuerpo, alma y Espíritu. Tendremos así tres diferentes tipos de hombres según predomine en cada uno de ellos la influencia del cuerpo, del alma, o del Espíritu. Desde la antigüedad, la Gnosis dividía a los hombres de esta forma, en físicos, psíquicos y Espirituales. San Pablo también los denominaba así. Los cátaros, por ejemplo, clasificaban a los hombres también en tres clases: hílicos o terrestres, en los cuales predominaba el cuerpo, psíquicos en los cuales predominaba el alma y pneumáticos o espirituales si predominaba el Espíritu.

En una de las obras Gnósticas encontradas en Nag Hammadi, llamada “Tratado Tripartito”, encontramos la misma diferenciación de los hombres en materiales, psíquicos y espirituales.

Julius Evola, en su libro sobre el yoga tántrico, basándose en tradiciones de la antigua India clasifica a los hombres en tres tipos, los cuales tienen las mismas características que estamos viendo: pasú, vira y divya. Pasú significa animal y se refiere al animal-hombre, en quien predominan el cuerpo y los instintos. El vira es el guerrero que lucha por despertar. Está más o menos confundido, pero lucha para liberarse de este mundo material y realizar su Espíritu. Por ultimo el divya, el tercer tipo de hombre en el cual su Espíritu ya ha sido liberado e impera absolutamente. Constituye el hombre perfecto en esta clasificación.


10. SATANAS, OPRESOR


El hombre en su estado normal está sumido en la confusión, adormecido, no sabe quien es, ni de donde viene, ni que destino le espera. No sabe qué debe hacer, está en un estado de confusión, como entre brumas, semidormido.

Cuando hablábamos del creador del mundo, dijimos que para los Gnósticos el creador, el demiurgo, el creador de la materia, del universo y del hombre, es equiparado a la figura de satán, pues la materia es satánica, toda la creación es satánica, el creador es un ser satánico. Este creador es opresor del hombre. Desde que creó al hombre, lo obligó a cumplir sus mandatos, a obedecer sus preceptos, sus mandamientos. Este creador desea ser obedecido por el hombre, además de admirado, temido, adorado a través de sacrificios y rituales. Quiere imponer al hombre sus leyes opresivas. Quiere que el hombre le obedezca y que renuncie a sus deseos, que muchas veces son los deseos de su Espíritu, de ese Yo Espiritual que, aunque los seres humanos lo ignoren, llevan adentro. El creador, según la Gnosis, tiene un proyecto para su creación, por algo ha creado el universo y ha colocado en él al hombre. Tiene un plan para llevar adelante y para ello necesita del hombre. Pero necesita que el hombre actúe de acuerdo a los mandamientos de él, su creador, y no según los deseos del Espíritu. El demiurgo no permite la manifestación del Espíritu, encadenado al alma del hombre. Desea que el hombre actúe con el alma y no con el Espíritu. Para eso es necesario oprimirlo al hombre, asustarlo, preocuparlo. Es un dios enteramente opresor de sus criaturas.


11. LUCIFER, LIBERADOR


Según los mitos Gnósticos, Lucifer es el Enviado del Dios Incognoscible. Habíamos dicho que este Dios, el más grande, inalcanzable e incognoscible, no puede penetrar en este universo limitado de materia impura y satánica. Pero puede enviar a alguien, a Lucifer, según estos mitos. Solo con un supremo sacrificio puede un ser de fuego antimateria, inmensamente Espiritual, puro, penetrar en el terreno infernal de este universo. Según las leyendas y mitos Gnósticos, el gran Dios Incognoscible envió a Lucifer, ángel de fuego y de luz inefables, para iluminar a los hombres, para ayudarlos a despertar y a conocer su verdadero origen, el origen de su Espíritu, perversamente aprisionado en esa materia impura llamada cuerpo-alma. Es un ser increado, que ha venido al mundo creado a traer la Luz: la Gnosis liberadora. El conocimiento salvador capaz de despertar a los hombres y ayudarlos a liberar a sus Espíritus cautivos. El conocimiento apropiado para que el hombre pueda conocer quién es, por qué está aquí en este mundo y qué debe hacer para liberarse y realizar su Espíritu, el cual pertenece a otro plano, increado e incognoscible.

Lucifer vino al mundo a despertar al hombre, hemos dicho, a ayudarlo a recordar su origen divino, el origen divino de su Espíritu, a ayudarlo a liberarse del cuerpo-alma que lo aprisiona y a liberarse del tiempo y de la materia creados.

Sostienen los Gnósticos que el mito bíblico de la creación puede ser interpretado de la siguiente manera: el satanás creador del mundo aprisionó a Adán y a Eva en su mundo de miseria, y Lucifer, tomando la forma de una serpiente, les ofreció el fruto prohibido de la Gnosis salvadora y les demostró que el creador les engañaba. Efectivamente, el creador había dicho al hombre: “…del árbol del conocimiento del bien y del mal, no comerás, porque en el día que de él comieres, ciertamente morirás”. Por su lado, dijo la Serpiente: “Morir, no moriréis; antes bien, sabe Dios que en el día que comiereis de él, vuestros ojos se abrirán, y seréis como Dios, conocedores del bien y del mal”. Continúa la biblia: “Y se abrieron los ojos de ambos”. No dice “murieron ambos”, dice “se abrieron los ojos de ambos”, tal como lo había anunciado la Serpiente. Más adelante, dice el creador: “He aquí que el hombre ha venido a ser como uno de Nosotros, conociendo el bien y el mal”. El creador mintió, dijo que el hombre moriría si comía el fruto, y el hombre no murió. La Serpiente dijo la verdad. El creador mismo termina dándole la razón. Precisamente, los Gnósticos adjudican al demiurgo las características de mentiroso, además de plagiador. Para ellos, la creación entera es un intento fallido del demiurgo de imitar al mundo incognoscible. Asi­mismo, sostienen que la misma biblia es un plagio completo, basado en escritos anteriores de Babilonia y Egipto, principalmente.

Esta Serpiente Lucifer es el liberador del hombre y del mundo, según la Gnosis. Es la sabiduría, la Gnosis liberadora que despierta y salva al hombre. Por supuesto que este Enviado del Dios Incognoscible, Lucifer, es un opositor y un enemigo del creador del mundo.

Según los Gnósticos, el creador quiere mantener cautivo al hombre en esta esfera limitada, inferior e impura. También le ha prohibido al hombre contactarse con el mundo superior, representado en el mito bíblico por el fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal. Pero Lucifer, el Ángel de Luz, que con gran sacrificio descendió a este infierno satánico para dar a los hombres el fruto prohibido de la Gnosis, les ha abierto los ojos para que recuerden su origen divino y su superioridad con respecto al creador. Antes de la llegada de la Serpiente al paraíso, afirman los Gnósticos, el hombre se hallaba en un estado de desconocimiento y de ceguera con respecto a su verdadera situación. Sostienen que Adán y Eva se encontraban en un estado de servidumbre, hasta que la Serpiente Lucifer les abrió los ojos dándoles a comer el fruto del conocimiento, que les hizo recordar su origen divino y percatarse de la situación en que se hallaban.

Por supuesto, el creador expulsó a Adán y Eva de ese paraíso donde los había colocado, pues él quiere que los hombres lo reflejen a él, que sean a imagen y semejanza de él, que cumplan sus preceptos para parecerse a él y no al Incognoscible. Él desea que el Espíritu permanezca adormecido para aprovechar su energía y nada más, impidiendo que ese Espíritu pueda manifestarse en el hombre y en el mundo.

Lucifer, liberador del hombre y del mundo, ha sido llamado también Abaddon, el Exterminador. Pero… ¿Exter­mi­nador de qué? Exterminador de la materia, porque aborrece este mundo creado de materia y tiempo. Se comportaría como una fuerza antimateria hostil, de una gran agresividad, porque odia todo lo que ha sido creado, como también aborrece los cuerpos y las almas de los hombres, pues pertenece al plano increado de lo incognoscible. Es exterminador, pero exterminador de la materia, exterminador de lo impuro. Tal es la leyenda Gnóstica de Lucifer.

Ahora podemos describir qué entidades increadas se encuentran dentro de este mundo creado.

Primero, el Dios Incognoscible, que no está en este mundo pero puede infiltrar una pequeña partícula de Él, un Enviado. Este Enviado también es increado, no ha sido creado por el dios creador.

Segundo, los Espíritus aprisionados de los hombres, los cuales pertenecen también al mundo incognoscible de lo increado y eterno. Según la Gnosis todo ser vivo tiene encadenado a su alma un elemento Espiritual increado: el Espíritu. El Espíritu encerrado en el hombre es totalmente superior al de los animales, plantas y otros seres vivos. Es tan grande la diferencia entre el hombre y los demás seres vivos, como son de diferentes los Espíritus que se hallan aprisionados en su interior. Los Espíritus de los seres humanos son de una elevadísima categoría Espiritual.

Tercero, otro ente increado, inserto en este plano de creación, es el conocimiento salvador y divino de la Gnosis. Conocimiento que ha venido de afuera, que no ha sido elaborado dentro de este mundo.


12. LA SERPIENTE DE LA SALVACION


Hemos dicho que, según la interpretación Gnóstica del Génesis, el dios creador había aprisionado a Adán y Eva en un mundo de miseria y los había dotado de un alma servil. Dice la biblia que después de comer el fruto prohibido Adán y Eva se escondieron, avergonzados por la falta cometida. Dios llegó al paraíso y llamó a Adán con estas palabras: “¿Dónde estás?”. Dios parece comportarse como un amo llamando a su sirviente. Al no encontrarlo parece decir “¿Dónde estás? ¿Dónde te has metido? ¿Qué has hecho? ¿Qué pasa que no estás aquí trabajando?”.

Este dios creador los ha creado a Adán y Eva incapaces de distinguir entre el bien y el mal, entre el reino de lo increado y el reino de lo creado. También los creó ignorantes de su origen y su destino.

¿Por qué los había creado así? Según la Gnosis, no quería el creador que los hombres conocieran su verdadero origen. Este mundo ha sido creado contra la voluntad del Dios Incognoscible y el creador no quiere que los hombres sepan esas cosas. No quiere que se den cuenta en qué situación Espiritual se hallan, quiénes son, para qué han sido creados. Quiere que permanezcan en la ignorancia. Por eso les prohibió comer el fruto del árbol del conocimiento. Porque “se abrirían sus ojos”, despertarían y se percatarían de quiénes son y de dónde vienen, en qué situación están y qué deben hacer. Advertirían que el Edén no era un paraíso, sino todo lo contrario.

En la descripción que hace el Padre León Meurin en su libro “La franc-maçonnerie”, cuando comenta las interpretaciones Gnósticas sobre el paraíso terrenal y la Serpiente del Génesis, se encuentran estas ideas: Jehová no quiere que el hombre conozca su origen y su alto destino. Le ha prohibido todo contacto con el mundo superior. Quiere que el hombre lo refleje a él, al creador y no al Dios Supremo.

Pero el hombre despertó, se hizo conocedor del bien y del mal. ¿Cómo logró eso?, la Serpiente tentadora del Edén le dió a comer el fruto prohibido que abrió sus ojos. Según los Gnósticos esta Serpiente es Lucifer, el que trae la Luz. Lucifer significa eso: Portador de Luz. Lucifer tomó la forma de una serpiente para despertar a los hombres. Es un Enviado del Dios Supremo, del Dios Incognoscible. Es un Enviado del Dios Verdadero que penetró en este mundo de miseria, imperfecto y deficiente, para despertar y liberar al hombre, para mostrarle cuál es su verdadera situación y cuál puede ser su alto destino. Por esta razón los hombres que siguen los mandamientos del dios creador ven a la serpiente como algo maligno y satánico, y en medio de su gran confusión la equiparan a satanás.

Por el contrario, los Gnósticos ven a la Serpiente Lucifer como salvadora. Como alguien que vino a salvar a los hombres, como un Enviado del Dios Verdadero. Esta Serpiente iluminadora que trae la Gnosis , la verdad Gnóstica que permite descubrir lo auténtico y verdadero en este mundo de confusión, ha venido a liberar al hombre. Lucifer es el verdadero liberador del hombre. Ha venido a liberar al hombre de la tiranía de Yahvé, de la tiranía del dios creador. Les ha traído a los hombres el conocimiento verdadero capaz de liberarlos, el conocimiento que por sí solo libera, que puede ayudar al hombre a salir de este mundo satánico, a regresar al mundo de donde proviene.

Esta Serpiente es, para los Gnósticos, la Serpiente de la Salvación, la Serpiente que ha abierto los ojos de los hombres, que les ha ofrecido la manzana de la emancipación, para ayudarlos a despertar y liberarse de este mundo de miseria y materia impura.

El creador quiso hacer al hombre como a los demás seres vivos, incapaz de distinguir entre el bien y el mal, y por la acción de la Serpiente se ha despertado y liberado. Indudablemente, dicen los Gnósticos, este conocimiento, esta Gnosis que la Serpiente Lucifer ha traído a los hombres, ha producido un gran disturbio cósmico en la creación. Así es de poderoso este conocimiento. La Gnosis produce cambios en quien la recibe, en quien la escucha, porque no es un conocimiento común y corriente, es un conocimiento que libera.

Hay un interesante libro cuyo título es “Atheism in Christianity”, escrito por Ernst Bloch, que nos ofrece una buena síntesis de todo este aspecto del pensamiento Gnóstico, el aspecto relacionado con la Serpiente liberadora como Enviada del Dios Verdadero.

Los Gnósticos de épocas posteriores, en los orígenes del cristianismo, lo que se dió en llamar Gnósticos Cristianos o Cristianos Gnósticos, percibieron a Cristo como la Serpiente del Génesis. Esto fue así porque Cristo, mucho después de los sucesos del paraíso terrenal, al igual que la Serpiente vino a traer un mensaje liberador. Un mensaje que libera de este mundo impuro a los hombres. Según estos Gnósticos Cristianos, se trató de un conocimiento capaz de poner a los hombres en contacto con el otro mundo, opuesto al del demiurgo: el mundo incognoscible del Dios Verdadero.

A Cristo, portador de ese mensaje, de esa Gnosis, se lo ha equiparado a la Serpiente del Génesis, quien vuelve por segunda vez a la Tierra para ayudar nuevamente a la humanidad. En la primera venida fue la Serpiente Lucifer y en la segunda fue el Cristo Lucifer. Según la Gnosis Cristiana, cuando Cristo vino al mundo lo hizo por segunda vez, pues la primera fue en el paraíso terrenal. En ambas se trató en realidad de Lucifer, el Enviado del Incognoscible. En ambas su mensaje fue el mismo: la Gnosis que perturba, que produce cambios, que despierta y libera a quien la escucha. Para los Gnósticos Cristianos, la Serpiente es Cristo, el Salvador que vino dos veces a este mundo.

Hay un diagrama Gnóstico, en el que se ve una serpiente crucificada, clavada en una cruz, lo cual demuestra todavía más la identidad Gnóstica entre la Serpiente del Génesis y Cristo. Hay mitos que afirman que la cruz en la que Cristo fue crucificado fue hecha con la madera del árbol del conocimiento del bien y del mal.

Hubo una época en que todo este conocimiento estaba escrito y se transmitía. Pero ese período duró hasta la “conversión” de Constantino y el fortalecimiento de la iglesia de Roma como religión oficial del Imperio Romano. Desde ese momento los libros y documentos de la Gnosis fueron prohibidos, perseguidos y destruidos. Es muy poco lo que ha quedado de ellos.

Origenes, por ejemplo, describió un diagrama Gnóstico en el cual se ve claramente una serpiente que divide los dos mundos, el mundo creado y el mundo increado. Aunque a nadie le agrada este dualismo de los dos mundos, así es la realidad y hay que aceptarla. El Gnóstico sabe que hay otro mundo sumamente perfecto, un mundo que no tiene nada que ver con éste. Origenes pudo tener acceso a esos diagramas y libros Gnósticos, a toda esa información, para después criticarlos, como también lo hicieron San Agustín, Tertuliano, Hipólito, Ireneo de Lyon, Epifanio y muchos otros.

Pero ahora, la mayoría de los textos Gnósticos originales no existen, han sido destruidos. Estos críticos de la Gnosis distorsionaron toda la información de los textos Gnósticos originales, poniendo frases fuera de contexto para ridiculizarlas mejor, entre otras estratagemas. Pero nada de eso importa ya. La Gnosis Primordial está siempre presente, aunque muchos no lo adviertan. En las distintas oportunidades en que apareció abiertamente en el mundo se trató siempre de la misma Gnosis, aunque con diferentes connotaciones históricas y culturales. Aunque prohibida y perseguida, la Gnosis nunca desapareció y no desaparecerá jamás. Permanece siempre al alcance de quien la merezca. Cuanto más se la persigue más se fortalece.

Además del libro de Bloch, hay otros libros también interesantes que hacen una descripción de estos aspectos de la antigua Gnosis, en lo que se refiere a la Serpiente salvadora del Edén. Uno de ellos es “Adán, le dieu rouge”, de Robert Ambelain y otro es “Gnostics and their Remains”, de C.W. King, este último escrito en el siglo XIX.

Hay un dato muy interesante sobre la Serpiente del Génesis en el libro “Refutación contra todas las herejías”, escrito por Hipólito, gran perseguidor de Gnósticos. En este libro, Hipólito comenta y critica unas palabras de Celso, que para él son horrorosas. Se trata del fragmento de Celso en que éste sostiene, refiriéndose a los sucesos del paraíso terrenal, que así como el creador maldijo a la Serpiente cuando esta echó a perder sus planes y le arruinó su obra, así debe ser maldecido el creador por cada hombre que haya despertado. Así como el creador maldijo a la Serpiente de la Salvación, así será maldecido el creador mientras exista, por cada Espíritu liberado de sus garras. Hipólito observa horrorizado que, si bien sabía que los Gnósticos equiparaban al dios creador con satanás, nunca había imaginado que también lo maldicieran.

En efecto, en los pocos libros Gnósticos salvados de las llamas, vemos que el dios creador es llamado a veces satanás. La tradición Gnóstica se refiere al demiurgo como “satanás, el creador del mundo y del hombre”, “satanás y sus demonios, creadores del mundo”, y cosas por el estilo.
 


13. CAIN, EL INMORTAL


Todos conocemos lo que ocurrió después de la “caída” del hombre, según el Génesis. Adán y Eva fueron expulsados del paraíso y tuvieron hijos. Primero Caín y luego Abel. Todos sabemos que “Dios no aceptaba los sacrificios que le dedicaba Caín y sí aceptaba los de Abel”. Entonces Caín, lleno de celos, se abalanzó sobre su hermano y lo mató. Todos sabemos eso, siempre hemos pensado “que malo que es Caín”, “mató al hermano, que horrible”. Caín era el malo y Abel era el bueno, esa es la interpretación que nos llega por el judaísmo, el cristianismo y el islamismo. Incluso San Agustín, cuando nos da su interpretación del mito de Caín y Abel, equipara a Caín con los judíos y a Abel con Cristo. Dice San Agustín que los judíos mataron a Cristo así como Caín mató a Abel. San Agustín, como la mayoría, continúa la tradición de que Abel era el bueno y Caín el malo.

Está muy claro en la biblia, Caín es castigado por Dios, es desterrado. Esto es visto como algo lógico y normal: Caín es el malo y Abel el bueno. La interpretación Gnóstica es totalmente distinta, ahora la vamos a ver.

En primer lugar, la Gnosis sostiene que Caín no fue hijo de Adán, que Eva engendró a su primer hijo, Caín, con la Serpiente, con Lucifer. La Serpiente Lucifer fecundó a Eva con su aliento. Ó sea que Caín no fue un niño totalmente humano, nacido de la carne. Tuvo algo Espiritual muy grande, porque su padre era Lucifer, proveniente del mundo incognoscible del Espíritu.

Por el contrario, Abel fue hijo de Adán y Eva, o sea que Abel sí fue un hijo de la carne.

Tenemos ahora una primera diferencia entre ambos hermanos: Caín es superior a Abel. Caín es hijo de Eva y de Lucifer, la Serpiente iniciadora del Edén. Caín es hijo del Espíritu y la carne. Abel, por el contrario, es hijo solamente de la carne. Eso en primer lugar, ahora tenemos que Caín no es alguien malo, es alguien superior, es alguien importante, mucho más que Abel.

En segundo lugar, tanto Caín como Abel realizan sacrificios al dios creador para complacerlo, ofrendándole cosas que le agradan a él. Caín le sacrifica elementos vegetales y Abel animales, corderos por ejemplo. Según la biblia, esto último es lo que más agrada al creador: la sangre del animal muerto y el olor a carne quemada del cadáver. Al creador, dice la biblia, le gustaban los sacrificios que le dedicaba Abel y no los de Caín. Pareciera que Caín no sentía muchos deseos de complacer al creador, pues le ofrecía unas pocas semillas sin mucha devoción, como si no estuviera realmente convencido de la conveniencia de realizar sacrificios. Lógicamente, los sacrificios de Abel eran aceptados por el creador y los de Caín no. Caín sentía rechazo por los sacrificios dedicados al creador, por su origen, porque era hijo de Lucifer, porque poseía en su interior la chispa divina del Ángel de la Luz. Por eso no realizaba bien los sacrificios al creador, le repugnaba hacerlo, pues él no pertenecía a este mundo creado. Abel en cambio, quien no era de naturaleza Espiritual sino animal, realizaba bien los sacrificios, los que sí eran del agrado del creador.

Una antigua leyenda nos relata lo que dijo en un momento Abel a su hermano Caín: “Mi sacrificio, mi ofrenda fue aceptada por Dios porque yo le amo, tu ofrenda en cambio fue rechazada porque tu le odias”. Ahora está todo bien claro, ¡cómo no va a odiar al creador si es un hijo del Espíritu, si su naturaleza es Espiritual! Ahí está bien claro. Todas estas leyendas y mitos que rodean al Génesis nos dicen muchas cosas. A través de ellos caemos en cuenta que mucha información nos ha sido tergiversada y ocultada.

También son muy interesantes otras palabras que Caín dice a su hermano. En una pequeña frase está resumida toda la posición de él. Estas palabras son clave: “No hay ley, ni juez” (Targumín Palestiniano, Gen., 4:. Caín está negando la autoridad del dios creador y que deba rendirle culto y obediencia.

Posteriormente vemos que Caín asesina a su hermano Abel. Esto es algo muy profundo porque significa que el Espíritu rechaza, destruye, asesina al alma. Abel, presentado como puro amor y devoción en la biblia, según los Gnósticos representa al alma del hombre. Caín, por el contrario, es el representante del Espíritu, por eso su hostilidad y su odio. La hostilidad y el odio propios del Espíritu, pues el Espíritu realmente aborrece este mundo impuro, plagado de mandamientos injustos y absurdos. Por eso la resistencia de Caín a realizar sacrificios, por eso su desobediencia a los mandatos del creador. Caín y Abel son tan opuestos e irreconciliables como lo son el Espíritu y el alma.

El alma es amor puro, no el Amor Verdadero sino lo que conocemos como amor, lo que creemos que es el amor, lo que nos han dicho que es el amor, que en realidad es odio. El Espíritu es lo contrario, es percibido como odio puro, hostilidad y venganza. Al haber sido encadenado a esta creación satánica sólo puede sentir hostilidad y odio, lo que los hombres ordinarios conocen como odio. El Espíritu, que es Amor Puro, sólo puede sentir aversión y repugnancia ante esta asquerosidad. Por eso desea destruirla, porque para Él la creación es una monstruosidad deforme que no debió haber existido jamás. Esto es lo que simboliza el asesinato de Abel por su hermano Caín.

Caín, con todos sus actos se ha emancipado totalmente del creador y de su propio cuerpo y alma. A través de sus actos contra el dios creador y contra su medio hermano Abel, se ha emancipado de una vez y para siempre del dios inferior y de su creación impura y defectuosa. Con sus actos se ha transformado en un opositor, en un enemigo eterno del demiurgo y de su obra.

Todo este episodio de Caín y Abel, tal como está en el Génesis bíblico y en leyendas como las del midrash judío, entre otras, ha sido interpretado por los Gnósticos de una manera totalmente opuesta a la aceptada.

Después de cometer su Acto Supremo, dice la biblia que Caín fue maldecido por dios y expulsado de ese lugar. “Maldecido y expulsado”, el mismo destino de la Serpiente del paraíso. Fue lógico que así sucediera, porque Caín se había convertido en un opositor absoluto del dios creador, pero además ocurrieron otras cosas muy interesantes que vamos a destacar aquí.

En primer lugar, vemos que Caín ha sido maldecido y desterrado por el dios creador. Eso que pudiera parecer un castigo, para un Gnóstico es todo lo contrario. Ser maldecido y desterrado por el creador es un honor para un Gnóstico. Es la reacción lógica del demiurgo frente a quien lo ha desafiado y abofeteado, frente a quien se ha hecho igual o superior a él. Caín es un desterrado porque se ha transformado totalmente, se ha desterrado exitosamente por sí mismo y ya no pertenece a este mundo aunque siga habitándolo. La biblia dice que el creador lo desterró, pero Caín es un emancipado, un liberado en vida, que con sus actos maldijo al creador y se desterró a sí mismo de esta creación abominable.

En segundo lugar, cuentan algunas leyendas judías que el creador ha castigado para siempre a Caín con la falta de sueño, condenándolo a no poder dormir, a la vigilia permanente. Para un Gnóstico eso no es un castigo sino un triunfo. Estar siempre despierto es una ventaja, una virtud, un logro importante. Caín se ha despertado por sí mismo, desobedeciendo los preceptos del creador y “asesinando” a su alma.

En tercer lugar, la biblia dice que el creador protegió a Caín, no permitiendo que nadie le hiciera daño o matara. Este es otro dato muy interesante. Dicen los Gnósticos que el hombre que se ha transformado en puro Espíritu, aunque siga habitando el cuerpo físico es un inmortal, un intocable. Nada ni nadie puede dañarlo, nadie puede atacarlo, ya no tiene miedo, pues está por encima de todo y ya nunca morirá. Está en este mundo pero fuera de este mundo. Está fuera de la materia y fuera del tiempo, ya no forma parte de la creación. Es un desterrado de este mundo por propia voluntad. El dios creador ya no lo puede dañar, porque Caín se ha vuelto superior a él.

En cuarto lugar, la biblia dice que el creador puso una marca en Caín, un signo para que todos lo reconocieran y no le hicieran daño. Antiguas leyendas judías dicen que ese signo era un cuerno en la frente. Un cuerno en la frente significa poder, el poder que proviene del Espíritu, el poder que lo distingue de los demás hombres. Esa dureza en la frente significa que el Espíritu se ha liberado y ha tomado posesión del cuerpo, solidificándolo, Espiritualizándolo. Nadie le puso una marca a Caín. Caín la consiguió por sí mismo. Cuando esto ocurre, lo advierten los demás hombres y la creación entera. Todo Espíritu liberado de la prisión de la materia tendrá esa marca por toda la eternidad. Ya nunca será el Espíritu que era antes del encadenamiento a la materia. Esa marca característica es el cuerpo transformado, duro como el diamante, a quien el Espíritu ha transmutado en inmortal y eterno. Este será su eterno recuerdo, la prueba imperecedera de su paso por el infierno y de su triunfo sobre él.

Podemos encontrar distintas síntesis sobre la explicación Gnóstica del mito de Caín, en el libro que hemos citado de Monseñor Meurin sobre la masonería. También en “Le dieu rouge”, de Robert Ambelain y en “Atheism in Christianity”, de Ernst Bloch. Asimismo, en el libro “Los mitos hebreos”, de Graves y Patai hay datos interesantes. También se halla una interpretación Gnóstica muy profunda sobre este mito, en una extraña novela que he hallado en Internet, titulada “El misterio de Belicena Villca”.
 
 
 
14. LOS PLANES DEL DIOS CREADOR


Según los Gnósticos, el dios creador tiene muchos planes, que unidos constituyen su Gran Plan, para eso ha creado el universo y al hombre. Para alcanzar sus objetivos está llevando adelante un experimento evolucionario en el que intervienen el cuerpo, el alma y el Espíritu del hombre. Va ensayando, va probando, y si tiene éxito extenderá ese modelo a todo su universo creado. De lo contrario deberá anular este proyecto y comenzar todo de nuevo, como tantas veces lo ha hecho, para volver a ensayar otra cosa. Es que nunca podrá lograr una copia perfecta de lo que imagina es el mundo incognoscible, al que trata en vano de imitar.

Indudablemente, en este último experimento ha obtenido un logro que, aunque imperfecto, tiene su importancia. Después de millones de años de ensayos infructuosos, en unos pocos miles de años ha dado un paso notable en la evolución de su máxima obra: el hombre. Después de millones de años de estancamiento evolutivo en que el homínido humano vivió como un animal más, en los últimos 30.000 años avanzó más que en toda su historia. Los Gnósticos adjudican esta mutación o “creación”, este gran salto evolutivo, a la utilización de Espíritus de gran pureza, provenientes del mundo increado.

El dios creador ha modelado un cuerpo de barro y con su soplo lo ha dotado de un elemento anímico, el alma. A ese alma, a ese soplo del creador, le ha adosado un Espíritu, el cual ha sido atraído mediante engaños y encarcelado contra su voluntad en ese engendro satánico de barro y aliento: el cuerpo y el alma del hombre. ¡Es la energía divina del Espíritu prisionero lo que impulsó e impulsa la evolución del animal-hombre!

¿Y para qué quiere el creador que este ser evolucione? Para que se transforme paulatinamente en él. Para eso ha elaborado sus mandamientos. Él quiere que el hombre se transforme en él, que se haga igual a él, al creador. El cuerpo y el alma estarían muy gozosos de que así ocurriera, porque son parte de él, pero no así el Espíritu. El Espíritu tiene otro origen y otro destino.

Mientras el Espíritu se halle encadenado está todo bien, va propulsando la evolución. Pero si un solo Espíritu se liberara se perturbaría todo el plan. Por eso es tan necesario que la tiranía del demiurgo sea absoluta, que todo conocimiento que pueda despertar al hombre, haciéndole recordar quién es realmente, sea prohibido. Porque sería un conocimiento peligroso, tan peligroso que podría hacer trastabillar el plan del dios creador. Según la Gnosis, un solo Espíritu, no se necesitan muchos, un solo Espíritu que pueda liberarse quitaría fuerza a todo este sistema y le quitaría fuerzas al dios creador para seguir adelante con sus planes. Ese Espíritu sería un salvador, un salvador del mundo y un salvador de los demás Espíritus. Propiciaría la liberación no sólo de los demás hombres sino de todo el universo, de las incontables miríadas de chispas divinas, provenientes del mundo increado y eterno que se hallan aprisionadas aquí, en esta gran máquina ciega, para hacerla funcionar y evolucionar.

Este sistema creado por el demiurgo, no puede funcionar si no posee estas partículas del mundo Espiritual esclavizadas, aprisionadas aquí. Dicen los Gnósticos que de todas estas partículas Espirituales, las que están aprisionadas en el ser humano son las más importantes en categoría y en pureza Espiritual.

El demiurgo ha creado y armado todo esto y lo impulsa a evolucionar. Para que evolucione hacia él, con el ser humano a la cabeza. Si el experimento con el hombre fracasara, echaría mano a otra de sus criaturas y volvería a intentarlo nuevamente.

Dijimos que el demiurgo desea que los hombres evolucionen hasta transformarse en él, hasta hacerse iguales a él. Para que cada alma, aliento de él, y cada cuerpo de barro puedan regresar a él, transformándose en él. Este es el objetivo final que el demiurgo tiene reservado para el hombre.

Por todo esto, le es fundamental que el Espíritu aporte su energía sin poder liberarse jamás. Por todo esto, el demiurgo necesita que los hombres permanezcan semidormidos y confundidos. Para que sigan acercándose a ciegas hacia él, hacia el creador, quien con engaños y castigos los atrae hacia sí. Para que todo este sistema funcione, es necesario que los hombres continúen creyendo que el creador es el único dios que existe y que es un dios bueno.

Sostienen los Gnósticos que si un hombre llega a ese punto evolutivo en que se fusiona con su creador, en ese mismo instante su Espíritu pierde toda posibilidad de liberarse mientras dure este universo.
 
 
 
15. MUERTE Y REENCARNACION


En todo este proceso evolutivo que el dios creador ha ideado y está propulsando, tiene mucha importancia la muerte y la reencarnación de los seres humanos. Cuando un ser humano muere, muerto ya el cuerpo físico, el alma es separada del cuerpo llevando consigo al Espíritu encadenado, pues el Espíritu está encadenado al alma y no al cuerpo. Está unido al cuerpo a través del alma.

Después de la muerte física, el alma se retira llevando consigo a ese Espíritu. Lleva ese Espíritu a otros planos y allí continúa siendo castigada. Para los Gnósticos este mundo es el infierno, está lleno de castigos y sufrimientos desde el nacimiento hasta la muerte. Pero después de la muerte el sufrimiento continúa, e incluso puede hacerse más intenso todavía. Es castigada el alma por todas las conductas que ha tenido aquí en la Tierra , mientras estaba en el cuerpo físico. El sufrimiento continúa. El alma es golpeada, castigada, “limpiada” dicen algunos, hasta que es trasladada a un nuevo cuerpo para continuar sufriendo. Nadie se salva del infierno, ni siquiera con la muerte. Cuando el alma se ha separado del cuerpo sigue sufriendo, y a veces más que antes. Continúan los apaleamientos y castigos.

Y así, a través de sucesivas muertes y reencarnaciones se va modelando la conducta del ser humano. Se engaña a los hombres diciéndoles que estos castigos son para su bien, que de esta manera los hombres van “mejorando”, “evolucionando”, “se van haciendo más buenos”, “más puros”, “más santos”, “más parecidos a su creador”. A su satanás creador.

Pregúntenle a ese satanás creador, a quien llaman “Juez Justo” y “Dios de Amor” por qué se mueren los niños. Pregúntenle también por qué inventó tantos virus y enfermedades. Nada responderá, porque además de injusto es sordo y ciego. Los Gnósticos sostienen que el creador se alimenta de las emanaciones producidas por el dolor y los llantos de los hombres.

Con los castigos, el demiurgo pretende que los hombres se “perfeccionen” paulatinamente. “Perfeccionarse” significa parecerse cada vez más al demiurgo, al creador. Los castigos cesarán cuando el hombre se rinda ante el creador y acepte ser como él, renunciando a su Espíritu.

Esto último es lo que sucede también cuando un hombre o una comunidad de hombres decide hacer una “alianza” o pacto de sangre con el demiurgo, a fin de que sus sufrimientos disminuyan un poco. En estos casos, el hombre o grupo de hombres involucrados en el pacto, se comprometen a renunciar al Espíritu a cambio de poder o riquezas materiales. Esos hombres renuncian a Todo, a cambio de muy poco. Hay que estar loco o muy desesperado para hacer pactos o alianzas con el demiurgo diabólico. Habrán firmado su sentencia de muerte Espiritual y serán desintegrados cuando todo lo creado desaparezca.

¿Qué debemos hacer para parecernos al creador? Eso se halla escrito en todos los “libros sagrados”, inspirados por él. Allí está todo lo que hay que hacer: “adorar al creador”, “amar al prójimo”, “no comer tal cosa”, “poner la otra mejilla”, etc., etc. Aunque algún precepto carezca de sentido no importa, con obedecerlos es suficiente.

Está bien claro lo que el hombre debe hacer para agradar al creador. Lo que ocurre es que se trata de cosas difíciles de realizar, pues cada hombre tiene un Espíritu encerrado en su interior que está gritándole que se oponga al demiurgo y no le obedezca. Por supuesto que algunos hombres escuchan la voz de su Espíritu más que otros.

Para eso están los castigos. Para eso existen las muertes y reencarnaciones sucesivas. Algunos hombres necesitan ser más castigados que otros para ser doblegados.

A través de los sufrimientos, llega el momento en que el hombre se entrega, se rinde, acepta ser como el creador de la materia. Lo hace para que cesen las torturas, no por otra cosa. Pero al rendirse deberá renunciar a su Espíritu. Deberá anular su Espíritu para demostrarle al creador que su convencimiento es absoluto, que su conversión no es fingida. Al hacerlo, su Yo Espiritual queda absolutamente anulado, es la muerte Espiritual. Ya no escuchará más esa voz interior que le gritaba que se opusiera, que nunca se rindiera, que luchara siempre hasta ser libre, y que él apenas oía. Ha triunfado el alma, ha triunfado el demiurgo. Este hombre se ha convertido en “un santo”, en “un ejemplo digno de ser imitado”. Para el creador es motivo de gran júbilo y alegría cuando ya no existe nada en el hombre que pueda ser reflejo del Espíritu. Se produce en ese hombre un vacío que es llenado por dios. Ese hombre se ha transformado en “un representante de Dios en la Tierra ”, en “un Dios viviente”, igual a su creador. Ese es uno de los aspectos más importantes del “Gran Plan” del dios creador. Para eso creó la materia y el tiempo, para eso ha creado todo este universo, para eso lo ha creado al hombre, para eso aprisionó Espíritus Eternos.

Cuando el hombre se ha fusionado con dios, o se ha “perdido en Dios”, como dicen las religiones, ese Espíritu ha concluido su función allí. Pero, lejos de ser liberado, será amarrado nuevamente por el demiurgo al alma de otro hombre que se halle en un nivel evolutivo inferior, a fin de continuar utilizándolo para propulsar la evolución. Para seguir usándolo en ese objetivo de la creación: la fusión del hombre con su creador.

Los Espíritus sólo serán liberados cuando el creador decida dar por terminada su creación, posiblemente dentro de miles de millones de años. Tal vez algún Espíritu pueda liberarse antes por sus propios medios, pero eso es muy difícil. El demiurgo, sabiendo que la huída de uno solo de sus prisioneros sería catastrófica para él y para su creación, ha tomado muchos recaudos para que ello no suceda.

Ante todo, para que este proyecto funcione es necesario que los hombres permanezcan dormidos. Es necesario que ningún Yo Espiritual pueda manifestarse y decir “estoy en desacuerdo”, “este no es mi mundo”, “esta no es mi vida”, “este no es mi destino”, “este mundo es el infierno”.

Hemos dicho que del sufrimiento no se salva nadie. Ni aún suicidándose es posible escapar de los castigos con que el satanás creador amonesta a sus criaturas. Cuerpos y almas pertenecen al creador durante toda su vida y después de su muerte también. La única solución está en la liberación del Espíritu. Es esta la tarea más difícil e importante que puede acometer un hombre medianamente despierto.

Decíamos que el creador necesita que los hombres permanezcan dormidos para concretar su plan. Por lo tanto, cualquier hombre o libro que procure despertar y liberar a los Espíritus deberá ser eliminado. Por eso todo este saber, esta Gnosis, ha sido tan perseguido y acallado.

El demiurgo necesita que los hombres no despierten, para conducirlos como sonámbulos, a través de sucesivas reencarnaciones, a ese punto culminante de la evolución en que, cansados de tanto sufrimiento aceptan renunciar a su Yo Divino, a su Espíritu Eterno, para disolverse en su creador.


16. MANVANTARAS Y PRALAYAS


A la pregunta de si la creación es eterna o va a desaparecer alguna vez, la Gnosis tiene una respuesta: todo lo que ha sido creado habrá de desaparecer. El demiurgo crea universos y luego de un lapso los destruye. Los rabinos dicen: “El Señor, bendito sea, crea mundos y los destruye”. En las enseñanzas de Shankara encontramos: “Como las burbujas en el agua, así los mundos nacen, existen y se disuelven en el Señor Supremo” (Atmabodha,. A esto los hinduistas lo llaman “respiraciones de Brahma”. Brahma es el dios creador de los hindúes. Es otro de los nombres del demiurgo.

Con cada Big Bang comienza una nueva creación del dios creador. Es la espiración, su aliento exhalado hacia afuera. Esta creación se expande hasta que él decide ponerle un fin, retrayéndola hasta el punto inicial, reabsorbiéndola. Esta es la inspiración, la absorción de su aliento. Cuando la creación llega a su fin y es destruida, puesta a involucionar, y el tiempo comienza a correr hacia atrás hasta desaparecer, hay un largo período en el que el demiurgo no crea nada. En India llaman a ese lapso “la noche de Brahma”. A cada período de creación le sigue un período de silencio cósmico en el cual todo lo creado es llevado hacia atrás, contrayéndose hasta desaparecer. Después que todo es destruido, reducido a nada, con otro Big Bang comenzará una nueva creación y así indefinidamente. A cada tentativa del demiurgo le seguirá otra, persiguiendo constantemente esa perfección que nunca llegará.

En India llaman manvantaras a los ciclos de creación y pralayas a los de destrucción.

Hay una canción que es muy común en Israel y que se llama “Adon Olam” (“Señor del Mundo”), la cual tiene un párrafo que nos hace pensar en este descanso del creador cuando destruye su obra. Dicen así esos versos: “…y cuando todo deje de existir, él solo reinará en su majestad”. Se refiere al período de silencio del creador, cuando ya no queda nada de lo creado.

Cuando toda la creación se derrumba, lo increado sigue existiendo como siempre porque es eterno, no tiene principio ni fin. Pertenece al plano incognoscible de la eternidad. Sólo lo creado desaparece en el pralaya. Solo lo creado puede ser destruido.

Cuando el demiurgo decide destruir todo lo que ha creado, es decir cuando concluye un manvantara, solo allí son liberados los Espíritus increados que han permanecido aprisionados en la materia. Toda materia, todo cuerpo, toda alma serán destruidos. Solo lo increado, lo no creado, no será alcanzado por esa destrucción, retornando al mundo incognoscible de donde proviene.

Los Gnósticos no quieren esperar miles de millones de años. Los Gnósticos quieren liberarse ahora, cuanto antes. Y no solo liberarse. Pretenden además terminar con todo este sistema satánico, con las respiraciones del demiurgo, con sus planes demenciales, con el tormento de los Espíritus prisioneros, con las creaciones y destrucciones sucesivas, con las muertes y reencarnaciones, con todo lo creado, con todo lo impuro y con el demiurgo también.
 
 
17. LA GRAN CONSPIRACION


En todas las épocas, las instituciones religiosas y políticas del demiurgo en la Tierra han conspirado deliberadamente para eliminar, o al menos tergiversar, la visión Gnóstica allí donde aparezca. Se prohíbe o deforma todo pensamiento detrás del cual pueda hallarse algún vestigio de Gnosis Primordial. Así de peligroso es el conocimiento Gnóstico para los planes del demiurgo. El ocultamiento de la Verdad forma parte del plan orquestado para que los hombres no puedan despertar y menos rebelarse. Se trata que los seres humanos permanezcan confundidos, engañados y adormecidos, para que nunca lleguen a advertir quiénes son realmente y en qué situación se encuentran. Se procura que nunca conozcan la verdad de lo que ha ocurrido, ni en qué consiste su presente, ni cuál será su futuro. Se pretende que ningún hombre pueda jamás conocer las respuestas correctas a las tres preguntas fundamentales: ¿Quién soy yo? ¿Por qué estoy aquí? ¿Qué debo hacer?

Pero la Verdad nunca desaparece. Perseguida y ocultada siempre pugnará por salir a la luz. Lo peor que puede hacerse con la Verdad es prohibirla. Se producirá el efecto contrario: surgirá con mayor fuerza y violencia.

¿Qué es lo primero que habría que ocultar?

En primer lugar, sería necesario eliminar la idea de que más allá del demiurgo ineficiente hay otro Dios, superior a él e infinitamente perfecto.

Para poder oscurecer esta parte de la Verdad Gnóstica se ha inventado la idea de que el dios creador y el Dios Incognoscible son la misma cosa, que juntos forman el único dios que existe: el demiurgo, creador del cielo y de la tierra.

En los comienzos del cristianismo, el gran maestro Gnóstico Marción lo dijo bien claro: “el dios del antiguo testamento no es el Dios del nuevo testamento. Son dos dioses diferentes. El primero es un dios que aplica la ley y castiga, mientras que el otro es un Dios de amor que siempre perdona. Ambos son inconciliables”.

¿Qué puede hacerse para ocultar esta afirmación? Fue Origenes a quien se le ocurrió la brillante idea: “No existen dos dioses diferentes, uno justo y el otro bueno. Es el mismo Dios, y es justo y es bueno”. Esta fue la manera en que el demiurgo vino a ser bueno y perfecto.

En segundo lugar, ha quedado eliminado también, de esta forma, la diferencia entre el mundo incognoscible y el mundo creado. Todo aquel que se refiera a la existencia de los dos reinos irreconciliables, será tachado despectivamente de “dualista”, como si describir la realidad tal cual es fuera algo malo. Los conspiradores redujeron todo a un solo reino: el reino del demiurgo.

En tercer lugar, si el demiurgo es bueno y perfecto ¿A quién podemos echarle la culpa de todo el mal que hay en el mundo? Si los atributos divinos del Dios Incognoscible han sido trasladados al demiurgo ¿Qué hacer con los atributos demiúrgicos de maldad e ineptitud, de plagio y de mentira?

Por eso se recurrió al invento de que el demiurgo no es satanás, satanás es otro. El demiurgo se ha vuelto bueno y perfecto, ha sido despojado de sus rasgos satánicos. Todo lo malo proviene ahora de ese nuevo satanás que es exterior a él. Lo malo del demiurgo ha sido llevado afuera, a un satanás diferente del creador. Ahora es a este nuevo satanás a quien le gusta la sangre, el olor de la carne quemada, los esclavos, las guerras, los rituales, los sacrificios, las conspiraciones y los genocidios. Ahora es a este nuevo satanás a quien le agrada que los hombres se postren ante él y lo adoren, y que hagan alianzas o pactos de sangre con él, a cambio de poderes o riquezas terrenales. Es fácil descubrir que todas las características que satanás tiene hoy, han sido tomadas del dios creador de la biblia.

Entonces tenemos esto: el Dios Incognoscible no existe, sus atributos han sido trasladados al demiurgo, y los atributos del demiurgo han sido trasladados a un satanás exterior a él. ¿Qué falta ahora en esta gran conspiración, en esta gran estafa? Falta encontrar a alguien a quien podamos transformar en ese satanás. Debe ser alguien a quien le tengamos mucho odio, pues la figura de satanás es lo más abyecto que pueda concebirse.

En cuarto lugar, así surgió la ocurrencia brillante de esta conspiración: a alguien se le ocurrió que lo más apropiado sería divulgar que ese satanás maligno no es otro que Lucifer. De esta manera, no solo el demiurgo fue “limpiado” de su naturaleza satánica, sino que fue absolutamente distorsionada la figura de Lucifer. El Ángel de Luz, enviado por el Dios Incognoscible para salvar a los hombres, vendría a transformarse en un monstruo cuya función es la de mantenerlos esclavizados. Genial ocurrencia de los representantes del demiurgo en la Tierra y oportuna venganza contra Lucifer, el enemigo eterno del satanás verdadero.

De dos entidades opuestas e irreconciliables, el dios creador y el Dios Incognoscible, han hecho una sola: el demiurgo “bueno y único”. De los dos mundos opuestos e irreconciliables han hecho uno solo, que es “bueno”: el del demiurgo. De igual forma han procedido con las otras dos entidades opuestas e irreconciliables: Lucifer y satanás, el Enviado del Dios Verdadero y el satanás creador de la materia y del tiempo. Los han transformado en una sola entidad: el “Lucifer satánico”. Así conspiran contra la verdad los charlatanes del demiurgo.

Hasta el día de hoy persiste esta creencia de que satanás y Lucifer son una y la misma cosa, a quien también llaman diablo. En el Nuevo Testamento, ya se encuentra establecido que Lucifer es igual a satán (Lucas, X.18) (2 Corintios, XI.14). Incluso Monseñor Meurin, en su obra que hemos citado incurre en esta misma confusión: denomina al demiurgo “Jehová-Lucifer” y no “Jehová-Satanás”, como hubiera sido lo correcto en su línea de razonamiento. Y si Meurin, un teólogo tan renombrado dentro del catolicismo romano cometió este error, ¿Qué podemos esperar del hombre común?

En quinto lugar, ¿Qué puede hacerse para tergiversar la idea Gnóstica de que este mundo creado es el infierno y que el cielo es el plano del Dios Incognoscible? Los conspiradores elucubraron lo siguiente: afirmaron que este mundo no es el infierno, el infierno está afuera, lejos de aquí. El infierno sería un lugar de castigos para quienes desobedezcan al demiurgo, durante su vida aquí en la Tierra. ¿Y qué características tendría ese infierno? A alguien se le ocurrió que las características propias del mundo incognoscible podrían servir muy bien como escenario para este nuevo infierno. Si Lucifer, el Portador de Luz, un ser de fuego a quien se representa envuelto en llamas, es satanás, entonces podemos decir que este infierno sería un lugar lleno de fuego. Un lugar donde son quemados los “pecadores”.

Según los Gnósticos, el reino incognoscible es efectivamente un fuego antimateria que aborrece esta creación impura y si pudiera la aniquilaría, pero para ellos ese fuego es algo bueno y deseable, nada satánico.

En sexto lugar, el Espíritu fue otra de las cosas que consideraron importante eliminar, o al menos deformarla hasta tornarla irreconocible. Los representantes del demiurgo en la Tierra no podían permitir que, después de todo lo adulterado, persistiera la creencia de que hay algo increado y divino dentro del hombre. Había que eliminar al Espíritu también.

Ya vimos que para los Gnósticos el hombre está compuesto de tres partes: cuerpo, alma y Espíritu. El cuerpo y el alma han sido creados por el demiurgo, mientras que el Espíritu ha sido capturado del plano de lo increado y eterno, y no pertenece a esta esfera de creación. El alma y el Espíritu, las dos entidades no visibles para el ojo humano común, son perfectamente opuestas e irreconciliables. El alma ha sido creada por el demiurgo, es lo que da vida al cuerpo, lo que lo anima, lo anímico. El alma solo ansía unirse a su creador, fusionarse con él. El Espíritu, por el contrario, es un prisionero en este mundo extraño que no le pertenece y que para Él es un infierno. Él sólo desea liberarse y volver al mundo incognoscible de donde proviene. Para el Espíritu, el cuerpo y el alma son tan horribles como la materia y el tiempo.

Para el demiurgo y su creación, es necesario y fundamental que el Espíritu permanezca amarrado al alma del hombre. Su proyecto evolutivo no puede prescindir de los Espíritus encadenados a la materia. Pero una cosa es importante: el demiurgo desea que esto permanezca en secreto, que los hombres jamás puedan advertir que poseen en su interior una chispa increada robada del otro mundo.

Entonces, para eliminar la idea Gnóstica de Espíritu, los agentes del demiurgo en la Tierra tuvieron esta ingeniosa ocurrencia: de las dos entidades, opuestas e irreconciliables, harían una sola. Del Espíritu tomarían todas sus características divinas de perfección y pureza. Sólo omitirían su aspecto increado, pues si los hombres descubrieran que tienen algo increado en su interior comenzarían a hacer preguntas, y eso no es bueno. Todas las virtudes del Espíritu serían trasladadas al alma, que así, de satánica pasaría a ser perfecta. Ya no volvería a hablarse más del Espíritu increado. Ahora quedaría sólo una entidad en el cuerpo humano: “el alma divina y perfecta creada por Dios”.

Hemos dicho que en los comienzos del cristianismo, los primeros teólogos cristianos, San Agustín entre otros, se referían siempre al cuerpo, alma y Espíritu del hombre. Pero con el paso de los años esto fue desapareciendo. El Espíritu se fue transformando, primero en “intelecto”, luego en sinónimo de alma, hasta que un buen día se decidió eliminar por completo al Espíritu como parte constituyente del ser humano, quedando sólo cuerpo y alma. La conspiración tuvo éxito: se logró que los hombres se olviden del Espíritu.

Y no sólo en el cristianismo, en todas las religiones del demiurgo se habla exclusivamente de cuerpo y alma como los únicos constituyentes del hombre.

No sólo se ha logrado eliminar la idea de algo increado dentro del hombre, sino también la idea de que hay un prisionero injustamente encerrado dentro de él. Es mejor que nadie sepa por qué ha sido aprisionado el Espíritu, pues los hombres comenzarían a preguntarse cosas y hasta algunos podrían llegar a despertar. Es mejor que continúen con su ceguera, hablando de temas menos peligrosos como el fútbol o el sexo.

En séptimo lugar, para distorsionar la afirmación Gnóstica de que esta creación es imperfecta debido a que el creador es un ser imperfecto, los conspiradores debieron aguzar aún más su ingenio satánico. La imperfección de todas las cosas de este mundo es algo tan evidente y palpable que es imposible de negar. Por más idiotizados que estén los hombres, jamás admitirán que este mundo es un paraíso.

¿Qué hacer entonces? ¿Cómo justificar que “un demiurgo perfecto” haya creado semejante adefesio? Además, los Gnósticos oponían a la creación errónea, realizada por un demiurgo plagiador e ineficiente, el reino increado y eterno del Dios Verdadero. ¿Cómo hacer para eliminar estas peligrosas ideas? Se les ocurrió una solución que aboliría la idea del mundo increado y perfecto, a la vez que daría por tierra con estas sospechas de un demiurgo inexperto creador del mundo. Esta solución sería útil también para justificar lo inocultable: la impureza e imperfección del mundo creado. ¿Qué engaño pergeñaron esta vez? Ahora lo veremos.

Todos los atributos que caracterizan al reino del Dios Incognoscible fueron trasladados a la creación del demiurgo, pero no a esta sino a otra anterior. A una supuesta creación del demiurgo que era, esa sí, perfecta y pura. O sea que el demiurgo, que ha devenido perfecto, además ha sido capaz de crear un mundo perfecto y puro. Hasta aquí, notamos que ya no hay lugar para el Dios Incognoscible y su reino, a la vez que el demiurgo devenido perfecto realiza obras perfectas. Pero ¿Qué ocurrió para que toda esa creación perfecta se haya convertido en algo tan imperfecto como lo es ahora? Aquí está la genialidad de los apóstoles del engaño: la creación se volvió impura e imperfecta por culpa del hombre. El creador, un ser perfecto, hizo perfecto al mundo, pero el hombre lo arruinó. El paraíso era perfecto, pero el hombre y la Serpiente Lucifer destruyeron esa perfección, “cayendo” con ella.

Tenemos entonces un creador perfecto y bueno que realizó una obra buena y perfecta. Toda su creación, la materia, el tiempo, el hombre, eran buenos. El paraíso era un lugar perfecto y el hombre vivía felíz allí. Todo esto cayó y se degradó por culpa de la desobediencia del hombre.

Afirmar que el hombre tiene la culpa del “pecado original” y de la “caída”, ha sido una de las más burdas ocurrencias concebidas en contra del Espíritu y del Dios Verda­dero. ¡Se lo ha responsabilizado al hombre por la ineptitud del creador y las deficiencias de su obra!

Ya vimos que en el paraíso el hombre no era más que un siervo ignorante. Ignoraba todo acerca de sí mismo y de su creador, como parece ignorarlo todavía. No sabía que existía otro Dios, inmensamente superior al dios creador. No sabía que más allá de su cuerpo y de su alma tenía aprisionado un Espíritu. No lo sabía hasta que despertó y pudo rebelarse.

Para la Gnosis, el único “pecado original” que existió fue el cometido por el demiurgo al encadenar Espíritus Eternos al alma perecedera del hombre. Para la Gnosis, la única “caída” que existió, propiciada por el demiurgo, fue la caída de los Espíritus en el mundo infernal de la materia.

Hemos pasado revista a los siete principales ocultamientos y tergiversaciones, realizadas contra la Gnosis por los sirvientes del demiurgo en la Tierra. Ahora veremos los medios de que se valen estos conspiradores para imponer mejor sus falsificaciones.

El objetivo es barrer con todo conocimiento que se refiera a lo increado, al despertar del hombre, a la liberación de los Espíritus y a la rebelión contra el demiurgo. Ese conocimiento increado es la Gnosis, absolutamente peligrosa para la Dictadura Universal Satánica. Se pretende eliminar el saber Gnóstico porque es la máxima amenaza contra el demiurgo y su obra.

Su divisa es la siguiente: debe ser destruido todo lo que se oponga al sistema creado por el demiurgo, y lo que no pueda ser eliminado debe ser distorsionado y corrompido hasta tornarlo irreconocible.

Stalin, agente del demiurgo, decía: “si no puedes estrangular a tu enemigo, abrázalo”. Así operan contra la Gnosis los agentes correctores del demiurgo. Si no se puede prohibir algo se lo abraza, se lo rodea para asfixiarlo, transformándolo en algo inofensivo. Y no sólo inofensivo, el conocimiento así neutralizado y transformado muchas veces es puesto a trabajar al servicio del demiurgo mismo. Es el caso de las religiones que en sus inicios fueron revolucionarias y opuestas al demiurgo, las cuales luego de infiltradas y deformadas fueron puestas a su servicio, convirtiéndose cada una de ellas en una religión demiúrgica más. Es el caso, por ejemplo, del cristianismo, budismo y tantrismo, entre otras. Fueron convertidas en religiones perfectamente opuestas a lo que fueron en sus comienzos.

Se trata de que ningún conocimiento pueda quedar fuera del control dictatorial del demiurgo. Se procura que ningún elemento proveniente del mundo increado pueda poner en peligro la obra y los planes del demiurgo.

Algo que continúa haciéndose es quemar los libros peligrosos. Por supuesto que esto es realizado ahora en secreto. Los tiempos han cambiado y en las dictaduras “democráticas” modernas la destrucción de libros es llevada a cabo subrepticiamente.

Ya no se los quema en público, ahora los libros son comprados individualmente y entregados a algún agente o autoridad religiosa que procederá a destruirlos. Cuando es posible, se compran ediciones enteras con ese fin, y lo mismo hacen con los derechos de autor. Hay otros métodos, pero sólo describo lo que he podido comprobar fehacientemente. Poseo un amplio listado de libros y autores que han corrido con esta suerte, los cuales no figuran en los listados “oficiales” de libros perseguidos o desaparecidos.

También se suele perseguir o castigar a los autores de estos libros. Es muy común que sean amenazados, acorralados o perseguidos de diversas formas. Son frecuentes los robos de manuscritos, conozco varios de estos casos, sabotajes durante la impresión, etc. Por escribir libros opuestos al sistema demiúrgico muchos autores han sido desprestigiados, encarcelados o encerrados en manicomios, y no sólo en los países comunistas, pues en las dictaduras “democráticas” sucede lo mismo.

Muchos autores recalcitrantes han muerto misteriosamente, de enfermedades o accidentes extraños, nunca exhaustivamente investigados. Actualmente, los escuadrones de exterminio del demiurgo disponen de medios inmensamente eficaces para disfrazar sus homicidios. Tal ha sido generalmente el destino de los grandes rebeldes y opositores al demiurgo y su obra. En este mundo creado, el demiurgo y sus agentes tienen todas las de ganar, pues este es su reino: el reino del demiurgo. Este reino es para el Gnóstico todo lo contrario: el campo enemigo donde él debe actuar. Todo, absolutamente todo lo creado estará contra él. La guerra del Gnóstico, por lo tanto, deberá ser de la misma manera: total.

Tomemos el caso de Mani, el gran maestro Gnóstico fundador de la religión maniquea, a la que San Agustín perteneció durante nueve años. Mani existió realmente, no se trata de un personaje ficticio de una religión demiúrgica más.

Temiendo que sus enseñanzas fueran distorsionadas, Mani escribió varias obras, las cuales fueron perseguidas y destruidas u ocultadas durante siglos. Cuando se creían perdidas para siempre, fue encontrada toda una biblioteca maniquea en China, en el siglo XX. Eso fue un milagro como el de Nag Hammadi. Estuvieron ocultas casi mil quinientos años.

Mani, quien jamás renunció a su prédica, fue perseguido, encarcelado y torturado hasta la muerte por sacerdotes del demiurgo en la antigua Persia. Una versión dice que Mani fue despellejado vivo. Le arrancaron la piel y la rellenaron con paja para ser exhibida en las puertas de la ciudad, como advertencia para los enemigos del dios creador. Otra versión sostiene que Mani fue despellejado después de muerto. Fuertemente inmovilizado con cadenas, vivió veintiséis días de intensos sufrimientos y murió. Por todo esto se habla de la “crucifixión de Mani”. Así como el demiurgo encadena a los Espíritus, así los sirvientes del demiurgo encadenaron a Mani. Pero Mani no era un hombre común, Mani fue un liberado en vida. La tortura y la muerte no pueden afectar a quienes han realizado su Espíritu, al contrario, les producen risa.

Tomemos otro caso entre muchos, el de Zenón de Elea. Encarcelado y amarrado, durante las torturas a que era sometido, Zenón le dijo al torturador: “Acércate y te diré al oído todo lo que quieres saber”. Cuando el torturador se acercó, Zenón le arrancó la oreja con los dientes. El torturador, enloquecido, le dijo que le aplicaría torturas aún más fuertes hasta obligarlo a renunciar a sus concepciones. La respuesta de Zenón fue la siguiente: se cortó la lengua con sus dientes y la arrojó a los pies del torturador.

¡Cómo pudo llegarse a creer que a un hombre como Zenón, realizado en su Espíritu, podría importarle lo que pudiera sucederle a su cuerpo y a su alma! Ese torturador, para Zenón sólo pudo haber sido un pobre payaso. La tortura y la muerte antes de retractarse, así son los Guerreros del Espíritu.

En la gigantesca dictadura del demiurgo y sus secuaces, hay otro tipo de amenazas: los castigos propinados por el mismo demiurgo. Los libros sagrados de las religiones del demiurgo están llenos de estas advertencias: el castigo de Adán y Eva, el diluvio universal, Sodoma y Gomorra, la torre de Babel, las plagas de Egipto y muchas más.

¿Para qué sirven los castigos, además de eliminar opositores? ¿Por qué tantas amenazas y advertencias? La respuesta es simple: para infundir miedo. El miedo al castigo hace que los esclavos trabajen mejor y renuncien a escapar. Un esclavo con miedo es más obediente y sumiso. El miedo al castigo es el medio que utiliza el demiurgo para hacer que los hombres transcurran su existencia sometidos a él, obedeciendo sus mandamientos. Para el demiurgo, el mejor esclavo es el que le teme y obedece mejor. El desea que sus esclavos desperdicien sus vidas trabajando para su causa, pensando que cuando mueran “van a ir al cielo”. Ese es el esclavo perfecto para el demiurgo. El desea que los hombres envejezcan sin rebelarse, sin despertar, sin liberar su Espíritu. Para eso es el miedo y para eso la conspiración: para que nadie pueda hallar nunca el Camino de la Liberación y del Retorno.

En la dictadura del demiurgo, los hombres solo tienen libertad para elegir entre varias cosas iguales. Entre varias cosas que son la misma cosa, pero con disfraces diferentes. Hay libertad de pensamiento siempre que no se contradiga el “pensamiento políticamente correcto”, impuesto por los representantes del demiurgo.

Tenemos el caso de las religiones. Parecen todas diferentes, pero no lo son. Son la misma cosa, sólo son diferentes sus apariencias. Su dios es el mismo: el creador del mundo. Lo llamen Brahma, Baal, Yahvé, Jehová, Moloch, Dios Padre o Alá, es siempre el mismo: el demiurgo.

Se pretende dar una falsa impresión de diversidad, para que el hombre dormido crea que hay una variedad de caminos, con destinos diferentes y libertad para elegir entre ellos. Incluso hay hombres que se trasladan de una religión a otra, creyendo que con ello hacen un gran cambio.

A René Guenón, por ejemplo, le llevó años de estudio y meditación tomar la decisión de abandonar el cristianismo para ingresar en la masonería y el martinismo, para luego renunciar a todo eso y convertirse en musulmán. Él creyó dar saltos inmensos con esos cambios, pero lo único que hizo fue dar vueltas en círculo dentro de su laberinto. Su búsqueda no sirvió de nada. Y si Guenón, erudito en estos temas, tuvo semejante confusión, ya pueden imaginar lo que será en el hombre común.

El caso de San Agustín es más patético todavía. Perteneciendo al maniqueísmo en calidad de oyente, y a punto de conocer personalmente a Mani, resolvió abandonar todo y convertirse al cristianismo. Con su apostasía, Agustín rechazó al Incognoscible y al Espíritu, optando por el demiurgo y por el alma. Se opuso al radical ascetismo maniqueo, para encolumnarse tras la nueva religión, mundana e imperial, de Constantino: el cristianismo.

Hay personas medianamente despiertas que, temerosas de pasar su vida durmiendo, buscan desesperadamente una salida en el laberinto en que están inmersas. Por desgracia, la mayoría ignora que las opciones que aparecen ante sus ojos son la misma cosa, sólo que con ropajes diferentes. El objetivo de todo esto es que nunca puedan encontrar la salida, que nunca puedan darse cuenta que las religiones, como los partidos políticos, son la misma cosa con diferentes rostros, todas bajo el control del demiurgo.

El Dalai Lama dijo hace unos años que no debería haber una sola religión, sino un “supermercado de religiones”. Es esta la mejor manera de hacer que los hombres crean que están rodeados de una diversidad de opciones diferentes, y que cuando eligen obtienen algo que es distinto al resto.

La finalidad de estas religiones es mantener al hombre adormecido, conduciéndolo a ciegas hacia el matadero final: su fusión con el demiurgo.
 


18. LUZ Y OSCURIDAD


Desde hace miles de años los hindúes vienen sosteniendo que toda la creación, todo lo creado, es maya, ilusión pura, engaño. Visto con los ojos del Espíritu, toda la obra del demiurgo no existe en realidad, no es más que una gran mentira. El mundo creado, tal como es percibido por los sentidos, es el gran obstáculo que separa al hombre del mundo verdadero. Y no sólo por los engaños de la materia están extraviados los seres humanos. Al engaño de la materia, creada por el demiurgo, debe sumarse el engaño de la cultura, creada por el hombre y al servicio de aquél. Todos los estímulos culturales con los que es bombardeado el hombre continuamente, tienden a mantenerlo en un estado de confusión y mansedumbre. Libros, revistas, diarios, cine, televisión, estos son los medios de que se valen los representantes del demiurgo para que los hombres continúen hipnotizados y obedientes. Para que prosigan actuando como sonámbulos, trabajando, durmiendo, perdiendo el tiempo, desperdiciando oportunidades. Sin despertar jamás, como perfectos zombis o golems del demiurgo, sirviendo a un fin que no es el del Espíritu.

Toda esta gran confusión, este gran maya que proviene de la creación y que es continuada por la cultura, es transmitida a su vez por los padres a sus niños pequeños y luego por los maestros en las escuelas. Así es aniquilado desde que el hombre nace, hasta el menor atisbo de Espíritu. A través de castigos, amenazas y lavados de cerebro son anuladas toda rebeldía, desobediencia, oposición y todo lo que provenga del Espíritu. Transformando a sus hijos en máquinas de ciega obediencia, los progenitores satánicos forman a los futuros esclavos del demiurgo.

En medio de esta gran confusión, los hombres creen saber lo que es bueno y lo que es malo. Creen también que haciendo lo que llaman “bueno” y evitando lo que llaman “malo”, están cumpliendo con todo su deber. No saben cuán confundidos están, no saben que viven en el error, no saben que continuamente se engañan a sí mismos y engañan a los demás. No lo saben porque están dormidos, porque les han lavado el cerebro, porque les han anulado el Espíritu desde su nacimiento. La mayoría de los hombres llama luz a lo que es verdadera oscuridad y a la Luz Verdadera la percibe como tinieblas. Llama “bien” a todo lo satánico proveniente del demiurgo, y a todo lo que proviene del Dios Incognoscible lo llama “mal”.

Hay dos fuerzas opuestas actuando fuera y dentro del hombre: el creador y el Incognoscible, lo creado y lo Increado, el alma y el Espíritu. Una de ellas representa al mal y a la oscuridad, la otra al Bien y a la Luz. Es fácil de imaginar cuales serán las posiciónes de un Gnóstico y las de un hombre dormido.

Se dice que toda la historia humana se puede explicar como la lucha entre la luz y la oscuridad, pero ¿Qué luz y qué oscuridad? La mayoría de los seres humanos desconoce que pasa su vida luchando a favor del mal verdadero. Lo que los hombres llaman luz es la luz creada por el demiurgo, pues no conocen una luz superior a esa. Es la luz que proviene del mundo creado y que para el Espíritu es una oscuridad insondable. Los hombres llaman luz a la oscuridad que proviene del demiurgo y de su creación demoníaca. Llaman verdad a la Gran Mentira, al Gran Engaño, a lo que podemos denominar la Gran Burla.

Hay otra Luz, superior, inconcebible, incognoscible: la Luz Increada que proviene del reino del Dios Verdadero y Desconocido. ¿Qué ocurriría si esa Luz irrumpiera en este universo impuro? Los hombres se enceguecerían. ¿Qué verían? ¿Verían una luz? No, verían la noche. Sus ojos no están preparados para contemplar esa Luz infinitamente pura y perfecta. Se asustarían, temiendo con razón ser destruidos por ella. Entonces a esa Luz la llamarían “el mal”, “la oscuridad”, como ocurre con todo lo que es mirado con los ojos de lo impuro, del cuerpo y del alma del hombre, y no con los ojos del Espíritu.

Esta es la confusión entre oscuridad y Luz, la misma confusión que hay entre el dios creador y el Dios Incognoscible, entre lo creado y lo Increado, entre el alma y el Espíritu. Por eso, sin saberlo los hombres llaman luz a la oscuridad verdadera, y a la Verdadera Luz la llaman oscuridad. La Verdadera Luz los dejaría ciegos, los destruiría. Si pudieran soportar su visión sin morir, sólo verían una oscuridad sin nombre, porque estarían viendo la Luz Verdadera.
 
 
19. LAS LOGIAS BLANCA Y NEGRA


Mucho se habla últimamente de la logia blanca y la logia negra. Los seres que las integran actúan en otros planos dimensionales, por lo que son invisibles para el hombre común. Se dice que la logia blanca está conformada por seres supuestamente muy evolucionados, que tratan de ayudar a los hombres a evolucionar, de acuerdo al Gran Plan que el dios creador tiene reservado para su creación material y para sus criaturas. Como esta logia trata de ayudar al hombre, para que este pueda cumplir satisfactoriamente su función dentro del plan de la creación, se la llama “logia blanca”, o “fraternidad blanca”. Sería algo así como “la logia buena de los seres buenos de la luz”.

Por otra parte, ya podemos imaginar quienes son los miembros de la logia negra: los que están en contra del plan del dios creador, los que tratan de evitar que ese plan se lleve a cabo. Esta es la logia negra, los “malos de la película”. Debemos aclarar que estamos utilizando el término “logia negra” para evitar confusiones, porque así se la conoce vulgarmente, al haber sido denominada de esta forma por los agentes del demiurgo. Jamás los representantes del Espíritu integrarían una “logia”. Su verdadero nombre es Orden Negra.

La logia blanca trabaja a favor del dios creador y de su plan, mientras que la logia negra trabaja en su contra. Por ello, a los miembros de la logia negra se los denomina “los hermanos equivocados”. Porque “pudiendo ayudar a construir, decidieron destruir”. Porque “pudiendo hacer el bien, optaron por el mal”. Al sostener que los miembros de la logia negra se oponen al “plan perfecto de un demiurgo bueno”, automáticamente se produce un rechazo y una aversión natural hacia estos “enemigos del bien”. Lo que deliberadamente se ha ocultado durante siglos, es que estos “enemigos del dios único” no se oponen porque sí a la obra de este creador. Se ha ocultado que ellos tienen otro dios, que no es el diablo sino el Dios Superior y Verdadero. Se ha ocultado que la lucha para hacer fracasar los planes del demiurgo es la empresa sagrada de estos guerreros del Verdadero Bien. Se ha ocultado que el Dios Incognoscible también tiene un plan, infinitamente luminoso y perfecto. Y todo esto se nos ha ocultado para engañarnos mejor. Para desprestigiar y calumniar con mayor eficiencia a los Guerreros del Espíritu. Para que no podamos despertar. Para que no podamos “ser como dioses, conocedores del bien y del mal”.

Hay una guerra que comenzó con el Big Bang, hace miles de millones de años, entre esas dos fuerzas de la oscuridad y de la Luz, entre el dios creador y el Dios Incognoscible. Las logias blanca y negra son sus respectivas huestes. Como este es el mundo del demiurgo, él es quien decide a quien llamar blanco y a quien llamar negro. El mundo del demiurgo es, también, el campo de batalla donde esta guerra es librada.

¿Cómo son representados vulgarmente estos “maestros de sabiduría” de la logia blanca? Se los representa con aspecto angelical y bondadoso, con barbas y ropajes blancos, como si fueran puros e inmaculados. Se los representa así para engañar mejor a los incautos. Para que nadie pueda sospechar que estos son los verdaderos demonios, encargados de hacer cumplir el plan satánico del demiurgo. Para que nadie pueda intuir que estos engañadores de hombres son quienes procuran que la humanidad prosiga a ciegas, avanzando hacia su muerte Espiritual. Para que nadie llegue jamás a saber que estos verdugos del Espíritu son quienes desean que cada hombre sea una pieza de relojería más, una máquina más, un eslabón más. Una hormiga más del Hormiguero Comunista Universal que el demiurgo satanás tiene reservado para la humanidad como destino final.

Se dice que al final de la evolución de cada hombre, si ha perdido la batalla del Espíritu y no puede luchar nunca más, ahí es cuando verá los verdaderos rostros de estos falsos “maestros” de la logia blanca.

En los últimos ciento cincuenta años, a estos miembros de la logia blanca se los ha comenzado a describir, cada vez con mayor claridad. Sus nombres, aspectos y características se encuentran en los libros de Helena Blavatsky y de sus continuadores, entre los que sobresale Alice Bailey. Hemos hablado de uno de ellos: Satán Kumara. ¡Miren que nombre! Eso fue demasiado, tuvieron que enmascararlo después, transformándolo en Sanat Kumara. Cada uno de ellos, como el demiurgo, tiene muchos nombres, muchos disfraces para engañar mejor. Algunos tienen directamente nombres de demonios, como Maitreya, de quien se dice que es “el verdadero Cristo”, o los “maestros” Morya y Dwall Khul. Otros ostentan títulos nobiliarios, como el “príncipe” Rakotzy, un verdadero “príncipe de las tinieblas”. Hay muchos más, todos similares. Al igual que todo lo creado, todos estos demonios, cascarones vacíos del demiurgo, serán desintegrados en el pralaya.

Por el contrario, a los miembros de la logia negra se los representa como seres horribles, monstruosos. ¿De qué otra manera se los podría representar en el mundo del demiurgo? Se los llama “enviados de Satán”, o “agentes del Maligno”. Son representados como monstruos destructivos, generalmente vestidos de negro, para confundir mejor a los crédulos.

Dejando de lado las falsedades elaboradas para desprestigiar mejor, analicemos algunas características de los guerreros de la logia negra.

En primer lugar, ¿Qué aspecto podría tener un ser divino, un Ser de Luz que entre en este infierno? Cara de felicidad no ha de tener. Tendrá cara de dolor, desfigurada por el sufrimiento. El sacrificio de Seres de Luz, quienes invaden el mundo del demiurgo para ayudar a la humanidad extraviada, implica el mayor sufrimiento que se pueda imaginar.

En segundo lugar, ¿De qué color dijimos que el hombre dormido percibe la Luz Increada? Del color negro más intenso, sin duda. Porque la Luz Verdadera enceguece a los impuros. Ser representado de color negro es un honor para un Guerrero del Espíritu, porque el negro significa Luz pura, Luz que enceguece, Luz Verdadera.

En tercer lugar, ¿Cómo es la conducta de estos Seres de Luz cuando irrumpen en el universo del demiurgo? Cuando los guerreros de la logia negra penetran en el infierno creado, lo hacen por un tiempo limitado, para cumplir una misión determinada y luego salir de allí lo más rápidamente posible. No tienen tiempo que perder, pues este mundo impuro es un tormento inconcebible para ellos. Llegados al gigantesco engendro demencial del demiurgo, lo correcto es golpear con eficacia donde más duela y escapar. Para quienes provienen del mundo incognoscible, la guerra contra lo creado es una Guerra Total. Para ellos, nada creado merece ser salvado.

Si un hombre común pudiera ver a estos seres, se asustaría de su agresividad y destrucción. Los percibiría como enemigos peligrosos, como a los seres imaginados por Lovecraft, o los de los films “Hellraiser” o “Predator”. Al contemplar la realidad a través de su cuerpo y de su alma, el hombre común ve a lo puro como impuro y a sus salvadores como enemigos.

Los Guerreros del Espíritu aborrecen la materia. Son destructores, sí, pero destructores de lo impuro. Si un hombre común se enfrentara a estos seres, todo lo que haya de impuro en él, su cuerpo y su alma, sería desintegrado. Estos seres están constituidos del fuego antimateria del otro mundo, por lo tanto ni un solo átomo creado puede colisionar con ellos sin desaparecer. Si estos guerreros se acercaran a un hombre común destruirían su cuerpo y su alma, aunque no su Espíritu, que es de fuego puro, como ellos. Sólo se destruiría lo absurdo, lo enfermo, lo que aprisiona al Espíritu, el ataúd que lo envuelve: el cuerpo y el alma del animal equivocadamente llamado hombre.

Por el contrario, los hombres transmutados en Espíritu puro nada temerán. Ellos sí pueden contemplar las realidades tal como son. Ellos sí pueden discriminar acertadamente entre el Bien y el mal. Ellos sí pueden ver a los miembros de la logia negra como realmente son. Ellos saben que el fuego antimateria sólo destruye lo creado, no lo increado. El Espíritu no teme a la muerte, simplemente porque la muerte no existe para él, porque es eterno. Y el día en que sea destruido todo lo que no sirve, el día en que toda la creación y su creador sean desintegrados, cuando no quede nada, ni un átomo, ni un cuerpo, ni un alma, sólo quedarán los Espíritus, liberados para siempre. Ya no habrá dualidad nunca más y el mundo volverá a ser uno solo: Fuego Eterno Incognoscible.


20. REBELDIA Y OPOSICION


Los Gnósticos, una vez delimitadas las diferencias absolutas e irreconciliables entre el dios creador y el Dios Incognoscible, consideran al dios creador del mundo como algo totalmente inferior al Dios Verdadero y Desconocido. Es lógico entonces, que sostengan que todos los mandatos, todas las leyes del dios creador del universo y del hombre deben ser desobedecidas, porque esa no es la palabra del Dios Verdadero sino la del otro, la del impostor, inferior e inepto. Para los Gnósticos, todo lo que está en los libros sagrados de las religiones no es la palabra del Dios Verdadero e Incognoscible, sino la del dios creador o demiurgo. En esos libros están sus mandamientos, lo que él desea que los hombres cumplan, cómo deben relacionarse entre ellos y cómo deben adorarlo y servirlo a él. Los Gnósticos concluyen que si esas leyes son las del demiurgo, pueden y deben ser desobedecidas.

Los Gnósticos se oponen a priori, por principio, a todo lo que provenga del demiurgo. Todo lo que el creador declare, todo lo que ordene, todo lo que exija debe ser desobedecido, porque ese no es el Dios Verdadero sino un impostor que se cree “el Único”.

Vista desde afuera y superficialmente por un hombre común, esta posición Gnóstica parece una rebeldía abominable. El hombre común imagina que un dios bueno ha creado al hombre, ama al hombre, desea ayudarlo, ha puesto muchas esperanzas en él y necesita del hombre para perfeccionar y completar su obra. El hombre común vería con horror esta oposición Gnóstica contra “el padre bueno que lo ha traído al mundo”. El hombre, la mejor de las criaturas que dios ha creado, se estaría rebelando contra él, oponiéndose a él, renegando de él. ¡Que cosa horrible! Pero lo que el hombre común no sabe, es todo lo que hemos dicho hasta ahora sobre ese “padre bueno”, y sus obras y proyectos.

Para la Gnosis , la rebelión contra el demiurgo no sólo libera al hombre de su esclavitud y servidumbre, también debilita y quita poder a aquél. Con su oposición permanente, el Gnóstico paulatinamente va adquiriendo un poder igual y luego superior al del dios creador.

Si el hombre fuera sólo un cuerpo y un alma, si estas dos entidades creadas por el demiurgo fueran todo lo que constituye a un hombre, por supuesto que nunca habría rebelión alguna. Nada creado se rebela contra su creador. Lo que ocurre es que hay algo en el hombre que no ha sido creado por el dios creador: el Espíritu Eterno. El Espíritu ha sido traído de afuera, no pertenece a este mundo. Ha sido agregado al engendro cuerpo-alma, para hacerlo funcionar y evolucionar. Pero ha sido puesto allí contra su voluntad, se encuentra encarcelado en la materia. Es el Espíritu lo que se rebela. No se rebela contra su creador, se rebela contra su aprisionador. Escuchen bien: esta rebelión proviene del Espíritu. Es lo increado en el hombre lo que aborrece y se opone al satanás creador y a su obra.

Un hombre Gnóstico, un hombre que se haya transformado en su propio Espíritu, un hombre en quien su Espíritu se haya liberado y que apoderándose de su cuerpo y alma los utilice como instrumentos, ese hombre será un gran rebelde, un gran opositor. Sus acciones serán imponentes y demoledoras, como lo es todo Espíritu liberado. Y como en el caso de Caín, el demiurgo no tendrá poder sobre él.

Un hombre semidormido, por el contrario, será un rebelde a medias. Buscará a ciegas una salida. Se opondrá casi inconcientemente al mundo creado que envuelve y asfixia a su Espíritu. Su accionar semiconciente no permitirá una rebeldía u oposición capaces de poner en peligro al demiurgo y su obra.

Dijimos que en el proceso de liberación del Espíritu, el hombre va adquiriendo un poder igual y luego superior al del dios creador. Dijimos también que una rebeldía y oposición, fuertes y sostenidas, debilitan y quitan poder al demiurgo. Esto nos lleva a las cuatro posturas posibles sobre la idea que un hombre puede tener del dios creador.

La primera de ellas: el demiurgo existe. El dios creador del cielo y de la tierra, existe.

La segunda posición es: el demiurgo no existe. Es el ateísmo. El dios creador no existe. Todo lo que existe es producto de la evolución ciega de la materia.

Estas dos primeras posiciones, dios existe-dios no existe, son las tradicionales en la historia de la humanidad.

Siempre se pensó que no podía haber una tercera postura, pero vino Nietzsche y declaró “dios ha muerto”. Esta es la tercera idea que sobre el dios creador puede tener un hombre: dios existió, pero ahora está muerto. Esta idea parece ser algo intermedio entre existe-no existe.

La cuarta posición es mi posición Gnóstica: el dios creador existe, pero debe ser eliminado por el hombre.

Esta última posición parece ser la que más horror ha causado, a juzgar por la forma en que se la ha perseguido y ocultado. Los Gnósticos sostienen que el creador debe ser acorralado y debilitado, de forma tal que no pueda volver a crear nunca más nada y termine por desaparecer. La dualidad de mundos debe ser eliminada por el hombre. Habrá entonces un solo reino: el del Dios Incognoscible.

Los Gnósticos sostienen que los ataques deben ser dirigidos contra el dios creador, para romper el eterno retorno de manvantaras y pralayas, de ensayos y errores experimentales en ese Gran Plagio que jamás alcanzará la perfección. Si una reacción atómica en cadena destruyera todo lo creado, el demiurgo nuevamente volvería a crearlo todo otra vez. Por esta razón la Gnosis afirma que es el dios creador quien debe ser vencido y eliminado.

En un interesante film titulado “Warlock”, un brujo, que es “el malo de la película”, intenta encontrar las palabras exactas con las que el demiurgo ha creado el mundo. Pronunciando al revés esa fórmula toda la creación desaparecería. No se trata de algo malo sino de una posible pérdida de tiempo: si así sucediera el demiurgo volvería a crearla nuevamente.

Otro tema importante es el del suicidio. El suicidio pareciera ser una rebelión contra el creador, pero no lo es. Quienes piensen que a través del suicidio lograrán escapar de las garras del demiurgo, están equivocados.

Cuando un hombre comienza a despertar y empieza a ver las cosas tal como son, teme haberse vuelto loco. Se da cuenta que todo lo que le han enseñado han sido mentiras, que está rodeado de locos y sonámbulos, y que está inmerso en un gigantesco campo de concentración habitado por insanos. Si este hombre no encuentra rápidamente a otros hombres despiertos como él, es probable que piense en suicidarse, tratando de huir de esa prisión. Por eso la mayoría de los hombres prefiere continuar durmiendo. La mayoría no quiere conocer la verdad: que habitan un gigantesco manicomio ideado y controlado por el Loco Supremo. Solo una minoría de hombres muy valientes buscará ese Conocimiento Especial capaz de despertarlos.

Vimos que el intento de destrucción de la obra del demiurgo es algo inútil, pues éste volvería a crearla nuevamente. Así también, el suicidio es un error, una rebelión inútil, y en este caso todo lo contrario a una liberación.

Cuando un hombre común y corriente se suicida, su alma es separada del cuerpo, llevándose consigo al Espíritu que está atado a ella y entregada al demiurgo. A continuación vienen el juzgamiento, el castigo y el karma. Esto es lo que sucede cada vez que un hombre muere, y en el caso del suicida no es una excepción. En el caso del suicidio, el castigo infligido por el demiurgo será mayor: un prisionero ha intentado escapar y ha sido atrapado nuevamente. Doble castigo. El suicida no ha escapado de nada, no se ha liberado de nada. Allí está, nuevamente en las manos del demiurgo. Para el hombre común, el suicidio no es una salida ni una liberación. Al contrario, es un empeoramiento de su situación.

Pero en el caso de un hombre que se ha realizado en su Espíritu todo es diferente, pues él ya no es un hombre común y corriente. Él es un evadido de la cárcel del demiurgo. A él ya no pueden alcanzarlo el demiurgo y sus castigos. Las leyes del karma ya no existen para él. Él se ha transformado voluntariamente en algo increado dentro del mundo creado y puede hacer lo que quiera, incluso suicidarse. Su cuerpo y su alma impuros, han sido divinizados por el Espíritu y ya no pertenecen al demiurgo. Su cuerpo, alma y Espíritu se han convertido en una sola cosa: indestructible, inmortal y eterna. Para esta clase de hombre, el suicidio es simplemente una manera de trasladarse de un punto a otro del universo, o de una dimensión a otra.

Este tipo de hombre es el que está descrito en el mito cristiano. Se dice que cuando fueron a buscar el cuerpo de Cristo no lo encontraron, la tumba estaba vacía. Claro, ¡Si el Espíritu se había llevado al cuerpo y al alma con él! Después de la “muerte”, el cuerpo y el alma Espiritualizados, transformados en una unidad indisoluble con el Espíritu, se marchan con él.

Veamos el ejemplo de un suicida famoso, ahora que hablamos del cristianismo. Ese suicida es Judas, el hombre que traicionó a Jesucristo. Un hombre común, desinformado y confundido, diría que Judas es un monstruo, que por su culpa Jesucristo fue crucificado. Judas es el malo de esta historia ¿Quién podría quererlo a Judas?

Sin embargo, para los Gnósticos Judas es un héroe, un benefactor de la humanidad, que con su traición ayudó a que se cumpla la misión de Jesucristo. Incluso existió un “Evangelio de Judas”, que narraba todos estos sucesos desde el punto de vista de él. Ya pueden imaginar lo que ocurrió con ese evangelio.

Según los Gnósticos, Judas vino a ayudar a Cristo en su misión. La traición de Judas es lo que condujo directamente a Jesucristo a su crucifixión. La muerte del Mesías redimió al mundo. La muerte redentora del Salvador, sin Judas no hubiera sucedido. Sin Judas, el cristianismo no hubiera triunfado como religión. Que distinta hubiera sido la historia humana si no hubiera existido Judas, “el mejor de los discípulos del Señor”.

Qué podía importarle a Judas el hecho de que generaciones posteriores dijeran de él que era un monstruo. ¡Si ése es el destino de los héroes, de los grandes hombres, aquí, en el infierno del demiurgo! Sin duda Judas sabía que posteriormente se hablaría mal de él, que se lo desprestigiaría sin piedad, que sería odiado y despreciado por todos. Pero, ¿Qué podía importarle eso a quien vino a cumplir una misión imprescindible, nada menos que junto a uno de los salvadores del mundo? Por eso Cristo dijo a Judas: “Judas, lo que tienes que hacer hazlo ahora”. Su “traición” fue fundamental para el futuro del cristianismo.

¿Qué podría hacer Judas después de cumplir con éxito su misión? Debía abandonar el mundo del demiurgo, pues ya no tenía nada que hacer aquí. Cumplida su misión, debía retornar a su hogar en el mundo incognoscible.

Judas se suicidó. Cuentan las tradiciones que Judas se dirigió a un árbol y se ahorcó. Una vez cumplida su misión, un Guerrero del Espíritu puede recurrir al suicidio como una forma de salir rápidamente del infierno del demiurgo. Puede hacerlo porque él no pertenece a este mundo y, como dijimos, ni el creador ni sus leyes tienen poder sobre él.

Pero una cosa es el suicidio en un guerrero, en un superhombre del Espíritu, y otra cosa es el suicidio en un hombre dormido. Por eso no es lo mismo el suicidio de Judas que el suicidio de un hombre común y corriente, que se desespera por cualquier tontería del mundo de la materia y un buen día se mata.

Afirman los Gnósticos que el árbol en el que Judas se colgó, no era otro que el árbol del Edén.
 
 
 
21. LA INICIACION GNOSTICA


La iniciación es una ceremonia, generalmente un acto grupal, en el cual se le transmiten a un aspirante conocimientos secretos que producirán grandes cambios en él. Una vez iniciado, el aspirante nunca volverá a ser el mismo. Cuando una iniciación es verdadera, es un punto de inflexión en la vida del aspirante. Hay un antes y un después de la iniciación, porque ha ocurrido algo en esa ceremonia que ha cambiado espectacularmente su vida, algo que no podrá olvidar nunca más. He conocido personas que han recibido iniciaciones en distintos lugares, pero en ninguna de ellas notaron nada especial. Indudablemente, no se trató de iniciaciones verdaderas. Pero cuando alguien recibe una verdadera iniciación, su experiencia es realmente impresionante y jamás la olvidará. Algunos comparan esta experiencia con la de haber sido alcanzados por una especie de rayo, en medio de la ceremonia. Esa “especie de rayo” es lo que produce el cambio terrible que marcará para siempre la vida del aspirante. Ya nunca más volverá a ser el de antes. Por el resto de su vida quedará encausado hacia una meta, el objetivo particular de la iniciación recibida.

Todo hombre, tarde o temprano deberá optar por uno de los dos únicos caminos, opuestos e irreconciliables, que existen para él: la realización de su alma o la realización de su Espíritu. No hay una tercera posibilidad. El camino de la mano derecha, hacia el demiurgo, a través del perfeccionamiento del alma, o el Camino de la Mano Izquierda , hacia el Incognoscible, a través de la liberación del Espíritu. El alma o el Espíritu son lo que constituye la meta u objetivo particular de una iniciación, y por ello sólo existen iniciaciones del alma e iniciaciones del Espíritu. Ambas tienen por finalidad facilitar el acceso del aspirante hacia el destino escogido por él.

Es importante conocer las características principales de ambos tipos de iniciaciones, a fin de poder discriminar sin errores entre unas y otras. Por desconocer estos detalles, muchos incautos caen en las trampas que los conducirán directamente a las fauces del demiurgo. Es fácil equivocarse, pues a la falta de libros e información deben sumarse los enmascaramientos y falsificaciones. Veamos qué cosas es necesario tener en cuenta, para rechazar con eficacia la fruta envenenada que nos ofrecen los sirvientes del demiurgo.

En primer lugar, el objetivo de las iniciaciones del alma es la fusión final con el demiurgo. Esto debe ser tomado muy en cuenta. Si alguien nos habla de la “unión con Dios”, de “perderse en Dios”, de la “fusión de la conciencia individual con la Conciencia Una ”, del samadhi (disolución en el demiurgo), etc., sabremos que estamos frente a una religión, secta o movimiento esotérico encolumnado tras el demiurgo. Por supuesto que las iniciaciones que puedan otorgar allí, serán las iniciaciones del alma y no las del Espíritu.

Por el contrario, en las iniciaciones del Espíritu jamás se habla de fusión con ningún dios. Al final del camino, cuando se produce el enfrentamiento total con el demiurgo, el iniciado deberá resistirlo y rechazarlo, excluirlo y excluirse para siempre. En estos casos no se hablará del samadhi sino del kaivalya : separación absoluta. Pero un kaivalya especial, no sólo una separación total con respecto a todo lo creado por el demiurgo. No. El verdadero kaivalya comprende inevitablemente la separación total y absoluta con el demiurgo mismo.

En segundo lugar, en las iniciaciones que conducen al demiurgo se procura en el aspirante un debilitamiento del yo y su posterior renuncia a él. Todo movimiento religioso que trabaje a favor del demiurgo le dará una gran importancia a la necesidad de anular el yo en los aspirantes. Para que la fusión con el demiurgo tenga éxito, es fundamental que el aspirante renuncie a su yo. Una vez que el yo se haya desintegrado, la cáscara vacía en que el iniciado se ha convertido será llenada presurosamente por el demiurgo. Ese hombre se ha entregado al demiurgo como animal de sacrificio, ha alcanzado la nada y la nada ha sido llenada por el demiurgo. Se ha cumplido la meta del demiurgo, ese hombre ha recorrido un largo camino para terminar disolviéndose en aquel que lo creó.

A la inversa, en las iniciaciones del Espíritu se procura siempre un agrandamiento del yo y una acumulación de poder. Agrandar el yo es acercar el Espíritu. Si no existe el yo, el Espíritu no puede manifestarse. Renunciar al yo es renunciar al Espíritu.

En tercer lugar, en las iniciaciones del alma se habla de evolución, de futuro y de progreso. “El alma debe evolucionar hasta fundirse con Dios”. “Toda la creación evoluciona hacia Dios”. “La sociedad humana continuará evolucionando hasta llegar a ser una comunión universal de almas”. “Cada día que pasa el mundo está mejor”.

Al contrario, en las iniciaciones del Espíritu se habla de retorno y de pasado. El mundo marcha hacia su empeoramiento y su destrucción. Nada bueno nos espera en el futuro. Es imprescindible la restauración de Algo que existió en el pasado. Para reparar la Gran Injusticia cometida por el demiurgo y sus secuaces, es preciso retornar hacia ese pasado para desactivar todo, para liberar lo que haya que liberar y para destruir lo que haya que destruir.

En cuarto lugar, en las iniciaciones del alma se hablará de compasión, devoción, amor, generosidad y servicio. Compasión por todos los seres creados por el demiurgo. Amor al demiurgo y a los demás hombres. “Amor a todo lo que el Aliento de Vida Divina ha traído a la existencia” (este “Aliento de Vida Divina” no es otro que el aliento del demiurgo). Servir a los demás, a los “maestros” de la logia blanca y al demiurgo, “para que se cumpla el Plan de la Tierra ”. También hacen hincapié en la culpa y en el arrepentimiento.

Por el contrario, en las iniciaciones del Espíritu se habla del aspirante como de un guerrero que ha declarado la guerra total a las fuerzas de la materia. No se habla de paz sino de espada, se habla de lucha por la libertad y de asaltar el cielo. No se habla de amor ni de devoción, ni de culpa ni de arrepentimiento, sino de deber, de honor y de venganza. Hay que tener en cuenta que a medida que el aspirante se va Espiritualizando, aumentan en él la agresividad y la repulsión contra todo lo que es anti-Espiritual e impuro, material y creado. Es esta la hostilidad natural del Espíritu hacia el demiurgo y su obra. Si el Espíritu sintiera amor hacia el demiurgo y su creación, no sería un Espíritu, sería un alma. El alma es amor puro (al demiurgo y su obra). El Espíritu es odio puro (al demiurgo y su obra).

Estos detalles que hemos enunciado, nos permitirán identificar mejor de qué bando están las personas o grupos religiosos que pretenden ayudar a otros. Al escucharlos o al leer sus libros, rápidamente sabremos si están con Dios o con el diablo. En esta era de tinieblas, en que sólo se habla de la “realización del alma”, de “los poderes del alma”, del “perfeccionamiento del alma”, es bueno recordar que, aunque perseguida y negada, existe también la liberación y realización del Espíritu.

Una vez definidos los dos tipos posibles de iniciación, veremos a continuación otras características.

En las iniciaciones Gnósticas, la persona recibe un cierto conocimiento secreto. Este no es un conocimiento cualquiera sino un conocimiento que produce cambios notables en el aspirante. Se trata de un conocimiento especial que tiene el poder de transformar a quien lo escucha. Los Gnósticos dan una importancia capital a este tipo de conocimiento (ya vimos que Gnosis significa eso: conocimiento). Por ello, para todo Gnóstico la salvación no se alcanza por la fe, sino por el conocimiento. Este conocimiento secreto, transmitido durante la iniciación, no es el final del camino sino el principio. Este conocimiento tiene el poder de despertar y encausar al aspirante hacia su meta final: la liberación del Espíritu. Una vez recibido y estudiado, este conocimiento va transformando al iniciado paulatinamente, por etapas. Para alcanzar el cambio radical al que aspira, la transmutación final por el Espíritu, el iniciado deberá luchar permanentemente y sin descanso. El recuerdo y el impacto de la iniciación le darán fuerzas para no retroceder jamás ni olvidar su meta.

En una antigua obra Gnóstica recientemente recuperada, a la que han titulado “El pensamiento trimorfo”, se dice que la iniciación “es una experiencia de conocimiento que aporta la realidad espiritual” (la realidad del Espíritu). Dice también que es “un proceso de ascensión que es derrota del cosmos y consolidación de lo verdadero” (el cosmos es la obra del demiurgo y lo verdadero es el Espíritu). Habla del conocimiento que libera y purifica. Habla de “los hombres que persiguen el mundo del Espíritu”, y de “los hombres que caminan en la materia”. Habla de las iniciaciones por etapas que paulatinamente van purificando y allanando el camino de ascensión hacia el Espíritu. En esta obra, el demiurgo es llamado “el gran demonio”.

Generalmente, las iniciaciones son tres. Después de las transformaciones que produce la primera iniciación, y cuando se lo considera preparado, el iniciado recibirá la segunda iniciación, la cual producirá en él otro tipo de cambios. Y así sucederá con la tercera iniciación, con la cual el camino hacia su transmutación final quedará allanado completamente.

Otra característica de las iniciaciones es que pueden ser individuales o colectivas. Hasta ahora hemos hablado de iniciaciones individuales, cuando un hombre decide transponer el umbral y ser iniciado. En el segundo caso es ya un pueblo o una comunidad entera, cuyos miembros persiguen esta transformación como en un solo bloque. Estos casos son más bien raros, pero ha habido varios en la historia.

También puede darse el caso de una auto-iniciación, cuando el aspirante se siente preparado y decide iniciarse a sí mismo.

También está el caso de iniciaciones recibidas durante el sueño.

Más adelante veremos con mayor detalle estos dos últimos casos.

¿Cuáles serían las características de las iniciaciones Gnósticas en la antigüedad? Todos los libros Gnósticos que las describían han sido destruidos. Busquemos entre los enemigos de los Gnósticos, quienes sí pudieron leer esas obras. Ireneo de Lyon fue uno de ellos. Escribió una obra en cinco tomos titulada “Adversus Haereses” (“Contra las herejías”). Sólo se ha traducido el tomo I, el cual es más o menos fácil de conseguir y en el que Ireneo se burla de las ideas Gnósticas. El resto de los tomos están en griego y latín, ocultos en alguna biblioteca de difícil acceso. Es comprensible, pues el tomo II está referido a las ideas del gran Gnóstico Marción, y se ha tratado de que nadie conozca sus ideas, de que nadie lea su inmortal obra “Antithesis”, por ejemplo. Se ha procurado que ningún hombre pueda ser esclarecido por él, despertado por él, no sea que alguna de las religiones del demiurgo se venga abajo.

Pero el tomo III, el más ocultado, es el que describe las ceremonias Gnósticas de iniciación. Si estos libros, contrarios a la Gnosis, escritos nada menos que por San Ireneo, llenos de calumnias e ironías contra ella, son tan celosamente ocultados… ¡Que podría esperarse de un libro auténticamente Gnóstico!

La gran erudita del Gnosticismo, Elaine Pagels, tuvo acceso al tomo III de Ireneo de Lyon, y en su libro “Los evangelios gnósticos” nos describe algunos detalles de la iniciación Gnóstica. Nos dice Pagels que el aspirante ha tomado conciencia de que antes adoraba y servía al demiurgo, a quien hasta ese momento había confundido con el verdadero Dios. Durante la ceremonia de iniciación, el aspirante se dirige al demiurgo declarando su independencia con respecto a él y a su creación, comunicándole que ya no pertenece a su esfera de autoridad y que ha trascendido todo eso. El iniciado reconoce al Dios Incognoscible, rechaza la autoridad del dios creador y sus mandamientos, y declara que ha sido liberado para siempre del poder del demiurgo. A partir de allí su relación con el demiurgo será completamente distinta.

A través de la iniciación, el iniciado ha cambiado radicalmente su relación con el dios creador. Se ha separado del demiurgo y de toda la creación. Se ha separado de su cuerpo y de su alma. Ha quedado fuera de las leyes que rigen el mundo de la materia y del tiempo. Ha quedado fuera de todo, menos de su Espíritu.

Con esto volvemos al tema de la auto-iniciación. Hay hombres que han despertado un poco y buscan desesperadamente el camino hacia la liberación de sus Espíritus. Esos hombres pueden auto-iniciarse, producir por sí mismos el cambio trascendente que los lleve hacia el Espíritu.

A continuación voy a relatarles la fórmula de auto-­iniciación que elaboré y apliqué sobre mí mismo. Por la noche, estando acostado y listo para dormir, cualquiera que lo desee puede repetirla mentalmente hasta quedarse dormido. Dice así: “Quiero separarme del dios creador y de su creación, quiero separarme de la materia y del tiempo, quiero separarme de mi cuerpo y de mi alma, quiero unirme a mi Espíritu, quiero que se libere mi Espíritu, quiero ser mi Espíritu, yo soy mi Espíritu”.

Esta fórmula de auto-iniciación produce resultados increíblemente impresionantes, por lo que debe ser aplicada con cuidado. Al menos en los comienzos, es conveniente no aplicarla todas las noches.

Este tipo de auto-iniciación nocturna nos lleva a los casos en que las iniciaciones son recibidas durante el sueño. En estos casos el aspirante se halla fuera de su cuerpo físico y la ceremonia es llevada a cabo en otras dimensiones del universo creado. Hay iniciados que han recibido una, dos y hasta tres iniciaciones durante el sueño. Otros han recibido la primera en el plano físico y las restantes fuera de él. Cada caso es particular, no hay dos iguales.

Durante las ceremonias de iniciación efectuadas durante el sueño, el aspirante, aunque alejado de su cuerpo físico, está plenamente conciente de todo lo que ocurre.

No sólo las iniciaciones del Espíritu, también las del alma pueden ser recibidas en otras dimensiones.

En mi caso, busqué por todo el mundo y por muchos años a quien pudiera darme la verdadera iniciación Gnóstica. Al final, supe que ¡Ese iniciado había vivido todos esos años a menos de cien metros de mi casa! Yo buscaba por lejanos países aquello que estaba al alcance de mi mano. Cuando fui a golpear su puerta me comunicaron que hacía poco tiempo se había marchado de este mundo. Fue tan grande mi decepción que pensé que la única manera de acceder a la iniciación Gnóstica auténtica sería auto-iniciar­­me durante el sueño, en otras dimensiones del mundo creado.

A continuación voy a relatar algunas experiencias que me sucedieron.

Una noche, en que había estado leyendo el libro “El rostro verde”, de Gustav Meyrink, antes de dormirme repetí mentalmente varias veces “quiero la liberación de mi Espíritu”, durmiéndome a continuación. Habría transcurrido media hora, cuando me despertó una potente luz. Yo permanecía con los ojos cerrados pero veía una gran luz, todo era luz para mí. Abrí lentamente los ojos y pude comprobar que esa intensa luz llenaba toda la habitación. Pensé que alguien había entrado en mi casa y había encendido las luces. Pero no, las luces estaban apagadas, esta era una luz diferente, una extraña luz que nunca había visto antes. Sin moverme, recorrí con la mirada toda la habitación y descubrí que se originaba en un rincón de la misma. Fluía desde allí un chorro de luz que ya había llenado la habitación, a borbotones, como una niebla luminosa que lo inundaba todo. Ante estos fenómenos debemos tratar de no asustarnos, recordando que el miedo no existe para el Espíritu. El Espíritu no teme a nada porque es indestructible, inmortal y eterno.

Otra noche, después de leer unas páginas del libro “La teoría de la vida eterna”, de Rodney Collin, resolví repetir mentalmente, hasta dormirme, las palabras “quiero recibir la iniciación del Espíritu”. Unos cuarenta minutos después me despertó nuevamente la misma luz de la vez anterior, pero ahora había además dos personas en la habitación. Yo continuaba con los ojos cerrados, pero “sentía” que había dos hombres allí, junto a mi cama. Pensé, “¿Cómo pudieron entrar, si las puertas y ventanas están cerradas y solo yo tengo las llaves de esta casa?”. Yo temía abrir los ojos, temía mirarlos y que se percaten de que yo había despertado. Oí una voz extraña y fuerte: “Nos llamaste y hemos venido ¡Y ahora tienes miedo!”. Yo continué sin abrir los ojos y nada respondí. Hubiera deseado escapar de allí, pero temía ser atacado por ellos si lo intentaba. Después escuché “no estabas preparado del todo”, y luego “no hay otra manera”. Inmediatamente clavaron en mi cabeza una especie de aguja, sin darme tiempo a reaccionar ni defenderme. Sentí que estaban inyectando una especie de líquido en mi cráneo, con lo que me pareció era un tipo de jeringa de metal, o algo así. A continuación me dormí. Desde ese día en adelante, percibí en mí una especie de alejamiento con respecto al mundo y supe desde entonces con exactitud y claridad cuál era la meta a la que debía dedicar todos mis esfuerzos por el resto de mi vida. También noté que mis dudas y fluctuaciones, con respecto a cuál era el camino más directo hacia el Espíritu, habían desaparecido.

El miedo en un hombre es señal de que está aún compenetrado con el mundo creado y con sus leyes. Señal de que aún ama lo material, su cuerpo y su alma, y no quiere perderlos. Por esa razón su separación con respecto a todo lo creado debe ser paulatina. A medida que avanza en su Espiritualización el miedo va disminuyendo, a la vez que, como ya dijimos, va aumentando su hostilidad hacia todo lo impuro y efímero. Estas son las pruebas de que un hombre se está acercando a su Espíritu.

Años después, viví una experiencia similar después de las repeticiones mentales previas al sueño. Apareció la misma luz y los mismos hombres. Esta vez la misma voz dijo: “Ya no hay miedo”. Y a continuación apoyaron en mi cabeza un extraño instrumento que emitía una especie de rayo láser, con el cual grabaron en mi cráneo un extraño signo de forma romboidal. Después de esta segunda experiencia, menos invasiva que la primera, advertí que estaba avanzando hacia mi Espíritu sin mirar atrás ni a los costados. El camino había sido allanado completamente, se había transformado en una vía directa a la que sólo restaba transitar.

La tercera experiencia iniciática tiene por finalidad facilitar y favorecer la transmutación final, la Salvación Verdadera.


 
22. LA LIBERACION VERDADERA DEL ESPIRITU


Con lo que hemos dicho hasta aquí, estamos en condiciones de responder las tres preguntas fundamentales que los hombres raramente se hacen alguna vez en su vida. Estas tres preguntas son: ¿Quién soy yo? ¿Por qué estoy aquí? ¿Qué debo hacer en esta vida?

¿Quién soy yo? Soy un Espíritu increado y eterno, encadenado al cuerpo-alma creado y efímero, aprisionado en la materia.

¿Por qué estoy aquí? Estoy aquí para ser usado como animal de laboratorio, en un experimento descabellado y demencial concebido por un dios inferior. Este plan requiere del aprisionamiento de un Espíritu Eterno, a fin de utilizar su potencia antimateria para impulsar la evolución de ese engendro impuro y perecedero denominado cuerpo-alma. Para que un hombre pueda alcanzar alguna vez el objetivo final para el cual ha sido creado, su transformación en el demiurgo, es imprescindible la potencia de un Espíritu. Esta energía antimateria, capaz por sí sola de poner en peligro a toda la creación, es parcialmente desactivada y disminuida a fin de ser utilizada sin peligro. Para ello el Espíritu debe ser encerrado y confundido, para que aporte solo una ínfima parte de su potencial a la obra siniestra del demiurgo.

¿Qué debo hacer en esta vida? Debo despertar. Debo tomar conciencia de mi verdadera situación y hallar una salida. A continuación deberé liberarme y escapar de la prisión.

Hemos dado respuesta a las tres preguntas. Ahora veremos qué nos dice sobre esto Gustav Meyrink, el gran iniciado Gnóstico que pasó exitosamente por esta experiencia.

Meyrink nos da las claves del proceso de liberación del Espíritu en su obra más profunda y extraordinaria: “El rostro verde”. Vamos a repasar estas claves aquí, porque son una respuesta perfecta a la tercera pregunta que nos hicimos sobre qué debo hacer. Después agregaremos varias cosas más.

Dice Meyrink: “El segundo nacimiento es espiritual”, “el segundo nacimiento es cuando se libera el espíritu”, “el segundo nacimiento espiritual nos lleva a la vida eterna”. Meyrink nos da una técnica, nos recomienda algo práctico que debemos hacer: “Debes pedirle al espíritu, porque el único que puede escucharte es el espíritu”, “debes hablarle a él, pedirle sólo a él”. Aquí Meyrink se refiere sin duda a que el Dios Incognoscible está muy lejos para el hombre común, y el demiurgo, que tal vez podría escucharlo, es un juez que jamás modificaría sus sentencias kármicas para acceder a un pedido insignificante de un insignificante hombre. Sólo queda pedirle al Espíritu. En el caso de un hombre despierto y liberado las cosas son diferentes, él sí podrá torcer voluntades, leyes y destinos. Pero si un hombre común desea ser escuchado, deberá hablarle a su Espíritu. Dice Meyrink: “Si quieres rezar, reza a tu yo invisible, es el único Dios que prestará oídos a tus oraciones”. También agrega: “Si quieres avanzar al galope, pídele a tu espíritu que te lleve a la gran meta por el camino más corto, y él lo hará”. Para avanzar hacia esa “gran meta” no hay que mirar atrás, no hay que mirar a los costados, no hay que distraerse, la atención no debe ser desviada por las muchas tentaciones que hay en el mundo. Hay que tener los ojos y la voluntad fijos en esa gran meta.

Meyrink nos ha dado unas buenas ideas y nosotros podemos ponerlas en práctica por las noches. Estando acostados y listos para dormir, podemos repetir mentalmente frases similares a estas: “Quiero unirme a tí, Espíritu Eterno”, “quiero despertar”, “llévame a la Gran Meta”. Indefectiblemente, a la mañana siguiente notaremos cambios. Pero muy pocos hombres hablan a su Espíritu ¡Si la mayoría duerme como un tronco!

Para Meyrink, “la liberación del espíritu es lo único digno de hacer por un hombre en su vida, es la única tarea que puede llevar adelante, no hay otra tarea que justifique tomarse un tiempo para efectuarla, todas las demás obras son inútiles, esta es la única y la más importante tarea a la que un hombre puede dedicar su vida”.

A medida que el Espíritu se va liberando, va Espi­ritualizando el cuerpo y el alma del hombre. Esa es la “gran meta” de Meyrink, que el Espíritu transforme al cuerpo, que el cuerpo sea Espiritualizado y transmutado por el Espíritu.

¡Que cosa terrible para el demiurgo, si esto sucediera! Él ha creado el cuerpo y el alma del hombre con otro fin: para que se parezca a él, para que se transforme en él. ¡Y ahora resulta que se están transformando en Espíritu! No sólo el prisionero se ha liberado sino que además ¡Se está apoderando de un trozo de su obra! Él ha creado al hombre para que evolucione hasta convertirse en un canal de manifestación de él mismo, de su creador. ¡Y de pronto se está transformando en instrumento de manifestación del Espíritu! El Espíritu liberado le está arrebatando su obra más importante y dando por tierra con sus planes. El demiurgo creó al hombre para que lo admire y adore, y ha ocurrido lo contrario: el cuerpo y el alma del hombre han sido transformados por el Espíritu en terribles opositores al creador y su obra.

Dice Meyrink que a medida que el hombre va siendo transformado, va tomando conciencia de lo absurdo de todo. Paulatinamente se percata que los demás hombres no son más que espectros y fantasmas, y que él mismo siempre ha sido un espectro y un fantasma. Un hombre así transformado, siente la soledad más terrible que se puede imaginar. Pero lentamente se irá adaptando a este nuevo estado, irá superando todo lo inferior y la soledad que sintió en un principio, y llegará a un nuevo reino: la vigilia. Meyrink dice que “la vigilia es el despertar del yo inmortal y eterno”. El hombre ha despertado y ya no dormirá más. Está en un estado de vigilia permanente, como Caín, el Inmortal.

Sólo el hombre que ha despertado y se ha Espi­ritualizado se ha vuelto inmortal y eterno, y ni siquiera el pralaya podrá destruirlo. Pero todo esto no llega solo, es sólo una remota posibilidad. Deberá ser conquistado mediante esfuerzos supremos.

Meyrink agrega que, cuando un Espíritu se libera toda la creación se libera un poco. Cuando un cuerpo y un alma son Espiritualizados y transmutados por el Espíritu, toda la creación es Espiritualizada en cierta medida. La Suprema Obra Gnóstica repercute en el cosmos, decimos nosotros.

Dice Meyrink así: “Conque un solo hombre se transforme profundamente, su obra nunca perecerá, habrá abierto un hueco que ya no se cerrará más. Aunque los demás no se den cuenta, habrá desgarrado la red que mantiene prisionera a la humanidad”.

Según Meyrink, cuando el Espíritu se hace cargo, el hombre así transformado puede vivir en varias dimensiones a la vez, pues ha alterado el espacio y el tiempo. Él es un rey en estos mundos, él se ha hecho un rey de toda esta creación, puede transportarse de un lugar a otro o puede estar en varios lugares diferentes a la vez. Así es el poder del Espíritu.

Aquí termina nuestra reseña de las principales ideas Gnósticas que Meyrink nos ha legado.

Veamos ahora qué nos dice la Gnosis Primordial sobre este proceso de liberación del Espíritu.

Para comenzar este proceso, el hombre debe elegir uno de sus yoes, el más fuerte, el más parecido a su Espíritu. No importan los demás yoes, sólo importa ese yo, el yo del Espíritu. Hay muchos yoes en cada hombre, pero solo uno corresponde al Espíritu. El resto son yoes del alma. Estos últimos impulsan al hombre a “amar a Dios”, “amar al prójimo”, “poner la otra mejilla”, “compartir todo con los demás”, “colaborar en la obra de Dios”, etc. El yo del Espíritu, por el contrario, es el máximo opositor al creador y su creación. Es preciso distinguir entre el yo que corresponde al Espíritu y al Dios Incognoscible, por una parte, y los demás yoes, verdaderas legiones de diablos, por la otra.

Santo Tomás decía “distinguir para unir”, y un Gnóstico diría “distinguir para des-unir”. Distinguir para discriminar mejor, para poner cada cosa en su lugar y aceptar lo bueno y rechazar lo malo. Aceptar lo que nos despierta y libera, y rechazar lo que nos encadena y aprisiona. Distinguir para desunir y separar los dos bandos irreconciliables, en pugna dentro del hombre. Distinguir y separar para salir de la confusión, para situar cada cosa en el lugar que le corresponde.

El Espíritu en el hombre representa al Dios Incognosci­ble. El cuerpo y el alma del hombre representan al dios creador. Eso es lo que debemos distinguir: el bien y el mal dentro del hombre.

Ya dijimos que el hombre tiene ante sí dos caminos y deberá elegir uno de ellos: el camino del Espíritu o el camino del alma, agrandar el yo o renunciar a él, reflejar al Incognoscible o reflejar al demiurgo. Quien elija el camino del alma será disuelto en el demiurgo. Quien elija el camino del Espíritu deberá enfrentar al demiurgo y luchar contra él cara a cara, única manera de liberar su Espíritu.

En esta lucha final, el demiurgo será la gran fuerza disolvente, también llamada kundalini, el demiurgo en el hombre. Si el guerrero fracasa no tendrá una segunda oportunidad en ese manvantara. Su yo podrá ser desintegrado en mil pedazos, morirá o se volverá loco. En los manicomios hay muchos de estos casos: guerreros vencidos por la fuerza kundalini del demiurgo. En el mejor de los casos se convertirá en un adorador permanente del creador, o en un “maestro” de la logia blanca. Por el contrario, si el yo del Espíritu es lo suficientemente fuerte, podrá vencer al demiurgo-kundalini y liberar al Espíritu para siempre. Perderá su conciencia por breve tiempo y resucitará luego como Espíritu. El guerrero podrá apoderarse, además, de la fuerza kundalini y usarla contra el mismo demiurgo. También ha habido casos en que el guerrero está tan imbuído de poder Espiritual que el demiurgo-kundalini se niega a luchar contra él, y el guerrero por distintos medios lo obliga a aparecer y a combatir. En esta guerra final, tan esencial y definitiva, el guerrero podrá perderlo todo durante ese manvantara o ganarlo todo por toda la eternidad. ¿Qué guerrero no estaría ansioso por intervenir en esta guerra?

Si el guerrero resulta victorioso, si ha logrado construir un puente hacia el Espíritu y lo ha liberado de su prisión en la materia, alcanzando la Salvación Verdadera, aparecen ante él nuevamente dos caminos. Ha vencido al demiurgo, ha conmocionado a todo el universo y nuevamente se halla revestido de los poderes inherentes al Espíritu, infinitamente superiores a los del dios creador. Pero deberá una vez más elegir entre dos posibilidades.

Uno de esos caminos es retornar al reino del Dios Incognoscible de donde ha venido y no retornar jamás al infierno del demiurgo. En ese caso, volverá a ser lo que era antes de su encarcelamiento en la materia.

El otro camino, por el que generalmente opta la mayoría de los Espíritus liberados, es quedarse en este mundo para luchar por la liberación de los demás Espíritus cautivos.

Entonces, o abandona para siempre su cuerpo y su alma y regresa al mundo de donde proviene, o decide permanecer aquí y continuar la lucha por la liberación de los prisioneros del demiurgo. Si decide quedarse se habrá convertido en un salvador de la humanidad y del mundo, en un divya inmortal y eterno, en un nuevo miembro de la Orden Negra de los Guerreros del Espíritu.

Cuando un Espíritu liberado opta por permanecer en el infierno del demiurgo para continuar la lucha, hasta que haya sido liberado el último de los Espíritus encadenados, deberá utilizar su cuerpo y su alma como instrumentos. Pero su viejo cuerpo y su vieja alma, creados por el demiurgo, no son aptos para contener a un Espíritu que ha roto las cadenas y ha recuperado sus poderes. Serían inmediatamente desintegrados. El Espíritu habrá de transformar primeramente su cuerpo y su alma. Originalmente impuros, de materia demiúrgica y perecedera, el cuerpo y el alma serán transmutados por el Espíritu en materia divina y eterna: el vajra indestructible. El barro y el aliento del demiurgo se volverán así puros y gloriosos. Formarán con el Espíritu una sola entidad, inseparable e indisoluble por toda la eternidad. El Espíritu se habrá así revestido de vajra, la materia divina que le permitirá actuar y desplazarse por los espacios y tiempos del plano del demiurgo, a la vez que producirá fenómenos sincronísticos casi continuamente. El vajra, resultado de la transformación de la materia impura por un Espíritu liberado, es rojo como la sangre y más duro que el diamante. El vajra es indestructible y eterno, no puede ser destruido por el demiurgo al finalizar un manvantara.

El Espíritu triunfante ha arrebatado al demiurgo parte de su creación, un cuerpo y un alma, y los ha transformado en materia divina sobre la que aquel ya no tiene control. ¡Por el poder del Espíritu lo creado se ha transmutado en increado! El demiurgo creó el cuerpo y el alma del hombre para que sirvan de cárcel del Espíritu. ¡Y ahora resulta que el Espíritu liberado los está utilizando como herramientas para oponerse a su obra y a sus planes! Ha llegado la hora de la venganza del Espíritu.

Decíamos que el Espíritu se ha hecho una sola entidad divina con su cuerpo y su alma. Ahora será para siempre un Espíritu-Alma-Cuerpo, por toda la eternidad. Esta entidad tendrá los mismos rasgos físicos que tenía el guerrero en el momento de su transformación. Joven, viejo, rubio, moreno, los mismos rasgos físicos que tenía en el momento de su transmutación en materia divina de vajra indestructible.

En este proceso de liberación y triunfo del Espíritu, se dice que el cuerpo y el alma han muerto y han resucitado posteriormente. El Espíritu los ha salvado y los ha integrado a él. El Espíritu, ahora revestido del cuerpo-alma de vajra, se ha hecho distinto también a los demás Espíritus. Ya nunca más será como era antes de su aprisionamiento por el demiurgo: un Espíritu libre del plano incognoscible. Decidió permanecer en el infierno demiúrgico y revestirse del vajra indestructible por toda la eternidad. El vajra será para siempre su marca y rasgo característico, la prueba perfecta de su triunfo sobre el demiurgo satánico y el signo distintivo de su transformación en Salvador de la Humanidad y del Mundo. El cuerpo y el alma, divinizados e incorporados por el Espíritu, serán el trofeo que ostentará eternamente como recuerdo de su paso triunfante por el mundo perverso de la materia creada.

Hay un antiguo texto Gnóstico en que el Génesis es narrado desde el punto de vista de la Serpiente Lucifer, desaparecido hace mil seiscientos años y milagrosamente recuperado en el siglo XX, en Nag Hammadi, Egipto. En este texto, llamado “El Testimonio de la Verdad ”, hay alusiones a la influencia del Espíritu liberado sobre el reino del demiurgo. Allí leemos que “la resurrección acaece cuando se recupera el Espíritu”, y más adelante “la irrupción de lo inmortal en el reino de la muerte”. En otra obra Gnóstica hallada también en Nag Hammadi, “El Tratado de la Resurrección ”, hay una referencia a este proceso: “cuando se muere y se vuelve a recuperar el cuerpo…”.

En estas obras se nos habla de la resurrección del cuerpo después de la muerte. Sólo un Espíritu liberado y victorioso es quien provee la resurrección y salvación verdaderas. En el mito cristiano hay claras referencias a la obra del Espíritu, prueba del origen Gnóstico de esta religión. Cuando relata que fueron a buscar el cadáver de Cristo a la tumba y no lo hallaron, nos está diciendo claramente que su cuerpo era de vajra y que se marchó con el Espíritu. O sea que se trataba de un verdadero Salvador del Hombre y del Mundo. Esa es la mejor prueba. Si deseamos saber si un guía de la humanidad es un auténtico Enviado o Salvador, lo mejor que podemos hacer es ir a buscar el cadáver en su tumba. Si no lo encontramos es porque su cuerpo era de vajra, y en perfecta unión con el Espíritu se ha marchado con él.

Además, en el cristianismo jamás se ha afirmado que Cristo se haya “fundido con Dios” o “unido a Dios”. Todo lo contrario, siempre se sostuvo que “Cristo se halla con su cuerpo, sentado a la diestra de Dios”. Cuando se dice “con su cuerpo”, podemos agregar “de vajra”. Estas referencias son claras: Cristo es una entidad separada, y el Dios al que se refiere no puede tratarse del dios creador o demiurgo.

El Espíritu liberado y triunfante, si ingresa en el plano incognoscible lo hará siempre con su nuevo cuerpo de vajra rojo, del que ya no podrá separarse por toda la eternidad. Un hombre renacido así es un “dos veces nacido”, es un “sin muerte”, inmortal y eterno. Un hombre así, que se ha liberado del demiurgo y su cadena de reencarnaciones, que ha roto definitivamente con todo lo creado, con todo lo impuro, producirá siempre una inmensa conmoción en el universo creado. Cuando un Espíritu se libera, toda la creación se libera un poco. Cuando un Espíritu logra liberarse y vencer al demiurgo en el enfrentamiento cara a cara con él, éste pierde fuerza y los lazos que aprisionan a los demás Espíritus se tornan más débiles también.

Cuando un Espíritu ha decidido quedarse en el infierno del demiurgo, luchará incansablemente hasta que todos los Espíritus hayan sido liberados, y continuará luchando hasta que el demiurgo, debilitado, cese sus respiraciones perversas de manvantaras y pralayas, hasta que ya no pueda crear nada más y termine por desaparecer. Así, habrá desaparecido toda dualidad y el mundo volverá a ser uno solo: el Reino Eterno del Dios Verdadero e Incognoscible.